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Actualizado:Salvador Allende, nacido en una cuna acomodada en 1908, estaba llamado a ejercer una profesión liberal y a militar en el Partido Radical. Sin embargo, en su adolescencia conoció a un carpintero anarquista, cautivado por las teorías de Errico Malatesta, que le inoculó la conciencia de clase. Mientras sus padres alternaban con las élites de Valparaíso, él frecuentaba el taller de Juan Demarchi, un desertor del ejército italiano que le hablaba de la lucha obrera y de la doctrina libertaria.
"Él tenía 60, o tal vez 63 años, y aceptaba conversar conmigo. Me enseñó a jugar ajedrez, me hablaba de cosas de la vida y me prestaba libros", recordaba en una entrevista concedida al filósofo y escritor francés Régis Debray en los setenta. Tras salir del instituto, escuchaba sus consejos atentamente e intercambiaba impresiones con él. "Cuando terminaba mis clases iba a conversar con ese anarquista que influyó mucho en mi vida de muchacho", añadía Allende, quien enumeraba las lecturas recomendadas, entre ellas la obra de Bakunin.
Aquella amistad pudo suponer un cambio de agujas en su trayectoria vital, de modo que el chaval Salvador esquivó un futuro burgués y tomó un desvío que conduciría al Allende adulto por la vía chilena al socialismo. "Los comentarios de él eran importantes porque yo no tenía una vocación de lecturas profundas y él me simplificaba con esa sencillez y esa claridad que tienen los obreros que han asimilado las cosas", reconocía quien después estudiaría Medicina en la capital, no sin antes realizar el servicio militar, "una decisión inusual para un joven de su extracción social".
La cita es del historiador Mario Amorós, un experto en la vida del mito chileno que ha publicado Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana (Capitán Swing), donde también esboza a otros personajes relevantes, pero menos conocidos, en la vida del líder socialista. Como su nana, la mamá Rosa, quien fue testigo del disgusto que se llevaron sus padres cuando les espetó que quería ir a la mili. "Yo entonces dije que para ser bien hombrecito tenía que hacer el servicio", declaró su niñera a El Siglo. "Y entonces el papá consiguió que lo hiciera de voluntario".
"Su destino empieza a forjarse cuando conoce a Juan Demarchi, quien tuvo una vida azarosa, pues huyó de Italia para no tener que enrolarse en el ejército de su país", recuerda Amorós, quien traza su peregrinaje por Francia, el "volcán libertario" de la Barcelona de finales del siglo XIX, Portugal, Marruecos, Brasil y Argentina, antes de recalar en Chile, donde propagó su ideario hasta que lo deportaron a Buenos Aires en 1926 por agitador, una decisión que motivó una ola de solidaridad en los círculos obreros.
Allí participó en el complot del avión rojo, cuyo objetivo era derrocar al dictador chileno Carlos Ibáñez del Campo. Y, de vuelta a su país de acogida, fue detenido y luego desterrado a Isla Mocha.
Una biografía intensa que se completa con otro intento de expulsión tras regresar a la Joya del Pacífico, pues Demarchi no cejó en su empeño de espolear a los trabajadores.
Así, tras fundar la Liga de Arrendatarios y el Comité Pro Abaratamiento de la Carne en Antofagasta, en los años veinte se afilió a la Federación de Carpinteros de Valparaíso, vinculado al sindicato Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), cuyo Ateneo Obrero estaba situado cerca de su taller y del liceo Eduardo de la Barra, donde estudiaba Salvador. "Demarchi fue la primera figura que empieza a guiar a Allende hacia la izquierda", subraya Mario Amorós.
Salvador Allende y la lucha social
"Luego ingresa en la Facultad de Medicina en un contexto de inestabilidad política que da paso a la dictadura del militar Carlos Ibáñez, que emprende una persecución legal de los partidos progresistas. En esas condiciones, participa en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, en el Grupo Avance y en las movilizaciones que llevan a la caída del dictador. Un año después, se proclama la efímera República Socialista y es arrestado por pronunciar un discurso en la Facultad de Derecho de Valparaíso, aunque tras ser juzgado fue absuelto. Finalmente, en 1933, tras licenciarse como médico cirujano, funda el Partido Socialista", explica Amorós.
Una formación política singular, a juicio del historiador, ya que era "un partido revolucionario marxista, distanciado de la Tercera Internacional pero también de la Segunda, pues no se adhería a la socialdemocracia, sino que buscaba un camino con una identidad latinoamericanista".
Alejado de Moscú y adscrito al marxismo, un poso de su etapa universitaria, es elegido diputado, ministro, senador, presidente del Congreso y en 1970, después de tres candidaturas fallidas, jefe del Estado tras lograr aglutinar en torno a la coalición Unidad Popular a socialistas, comunistas y otros partidos, aunque esa es otra historia.
Volvamos al quinceañero Salvador en sus tiempos de Valparaíso, cuando comenzó a forjar su compromiso con la lucha social. "Allende le reconoció a Régis Debray que no era un hombre, ni en su adolescencia ni después, de lecturas profundas. Su pensamiento no es intelectual, sino desde la opción política. Así, de la mano de Demarchi, quien le hablaba sobre el movimiento obrero, inicia su acercamiento a la izquierda", matiza Amorós, quien subraya que como estudiante colaboró desinteresadamente con un consultorio médico del sindicato anarquista IWW.
Además, su experiencia temprana en el Manicomio Nacional, donde la atención era deficiente, lo llevaría a proponer en 1953 la creación de un nuevo centro, así como departamentos de psiquiatría en los hospitales provinciales.
"Su relación con el carpintero anarquista no fue muy larga, pero le dejó una visión no dogmática. De hecho, en determinados momentos se expresará con claridad contra el dogmatismo de las concepciones del marxismo más ortodoxo. En ese sentido, la huella que le dejó Demarchi tal vez fue importante", explica el autor de Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana.
Años después, ambos pudieron reencontrarse en Valparaíso, cuando ejercía como médico a la vez que organizaba el Partido Socialista. "Sus amigos vivían en condiciones muy modestas", pues "eran anarquistas, zapateros remendones, panaderos, todos de los cerros", recordaba tiempo después Hortensia Bussi, la viuda de Allende.
Quizás su colaboración con el Boletín Médico de Chile, editado en Valparaíso, fuese gracias a Salvador, uno de los redactores de la publicación. Quién sabe si retomaron la relación en los años treinta, cuando despegó la fulgurante carrera del futuro presidente de Chile. Lo único cierto es que Juan Demarchi falleció el 5 abril de 1943 y que, dos días después, fue despedido en su entierro por anarquistas, sindicalistas y ateneístas.
El carpintero libertario vivía en Santiago, pero cuando intuyó la muerte decidió regresar a Valparaíso, donde había hecho escuela de un taller y hombre de un mozo, cuya lección fue simiente del cambio y el progreso.
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