La histórica banda Burning trata de revalidar esta noche en Madrid el título de 'grupo de rock más canalla del planeta'. El combate se celebra en la sala Penélope de la capital, con todo el papel vendido, y se espera a un público ansioso por conocer en directo las canciones de su nuevo álbum Pura Sangre.
'Vamos a disfrutar', dice Johnny Cifuentes, miembro fundador de la banda y único superviviente de Los Burning, como se decía hace 40 años, cuando se empezaba a hablar de unos chicos del barrio madrileño de la Elipa que imitaban con descaro a los Rolling Stones más golfos.
Johnny promete que en el directo de esta noche sonarán canciones de toda la vida -'¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?', 'Jim Dinamita', 'Esto es un atraco', etc..- pero, sobre todo, los temas de Pura Sangre, primer álbum de estudio con nuevo material desde Altura, publicado en 2002.
'Es increíble, la gente me pregunta si vamos a tocar las canciones del nuevo disco: ''es lo que me mola', dicen', destaca Johnny orgulloso. 'Tenemos grabados 180 temas y no se puede tocar todo en la misma noche', añade. 'Tenemos grabados 180 temas y no se puede tocar todo en la misma noche'
El nuevo álbum, autoproducido y publicado en octubre de 2013, contiene buenos ejemplos de su clásico estilo roquero -'Willie Dixon', 'Tú lo llevas todo' -, baladas brillantes -'Pura Sangre'- y un cierto regusto por los aires del sur de Estados Unidos que hacen que el disco 'huela un poco a vaca, en la línea de bandas como Black Crowes o North Mississippi'.
El legendario teclista lo tiene claro: 'Llevamos 40 años sin movernos de la baldosa; es decir, en su día, nos casamos con ese rollo del 'filo de la navaja', no somos hardcore, no somos pop, es nuestro propio estilo. Por eso digo (y este es el origen del título del álbum), si me cortan el brazo, me salen gotas de pura sangre.
Es cierto. La historia de Burning cuenta con muchos ingredientes teñidos en rojo. Su primer vocalista, Toño Martín, y su popular guitarrista, Pepe Risi, murieron de forma prematura. El grupo nació en el final de la dictadura y nunca encajaron en los ambientes coloristas de la Movida. Eran más de barrio periférico, sustancias peligrosas y cierre de bares.
Este viaje por el lado oscuro no ha sido fácil y la factura ha sido alta. 'Nada es gratis en esta vida. Yo soy el que queda -dice Johnny sin nostalgia-; algunos se retiraron y otros se quedaron en la cuneta. Hoy volvería a hacer lo mismo pero con un peaje menos cruel'. 'Hoy volvería a hacer lo mismo pero con un peaje menos cruel'
El legado de este viaje tiene cifras: 16 discos, un par de libros biográficos, más de 2.000 conciertos y una defensa permanente del rock sin complejos y en castellano.
'El rock en España nunca ha sido un género de masas, salvo con Fito y los Fitipaldis. Pese a todo, creo que hay relevo: hay nuevas bandas como TheRightOns o Lapido que tienen cosas nuevas que contar. Hay un público, una gran minoría selecta', reclama el único miembro de la formación original de Burning.
Respecto al affaire Leiva -el disco que la banda grabó junto al exmiembro de Pereza hace un par de años y que nunca vio la luz-, Johnny prefiere cerrar capítulo y considerar el desencuentro como un divorcio 'de cualquier pareja, en cualquier historia'.
Después de aquello, el líder de estos Burning atraviesa un momento optimista -'es un buen año, 2014, hay gira de los Stones'-. Con su cazadora de cuero negro, gafas de sol en día nublado y botas de media caña, Johnny derrama confianza y chulería para una noche como la de hoy, que inicia el tour por toda la península.
Tanto es así que se atreve a descifrar la clave de la supervivencia de la banda: 'El secreto está en las canciones. La única presión son las canciones, tenemos que enamorarnos de ellas. El público no es gilipollas, se necesita hacer los mejores trabajos para seguir interesando a la gente'.
Los maduritos chicos de Burning, bajo la tutela de Johnny -'tengo 58 palos (años) y soy un pájaro de barrio que toca el piano en una banda de rock&roll'- vuelven esta noche a los escenarios con ganas de pasarlo bien y de dejarse la sangre -pura o impura- en el escenario.
Será un buen momento para comprobar el estado de salud de unos veteranos que, con acento macarra, viven el espíritu del rock como si no existirá el mañana.
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