Este artículo se publicó hace 2 años.
'La brigada de la cocina', la receta de la integración
Louis-Julien Petit muestra la realidad de los menores extranjeros no acompañados en su película, desde donde denuncia la falta de asistencia que reciben, y reivindica la cocina como elemento integrador. Protagonizada por menores refugiados en Francia, junto a François Cluzet y Audrey Lamy.
Madrid-
Los niños y los jóvenes extranjeros que llegan a Europa, tras sobrevivir a un viaje infernal en el que la mayoría ha sufrido abusos y violencia, se encuentran con mil obstáculos burocráticos que facilitan su expulsión del país en cuanto cumplen 18 años. En Francia, en 2018 llegaron 40.000 jóvenes y niños refugiados, pero solo 17.000 fueron reconocidos oficialmente como menores no acompañados.
La salida para muchos de ellos antes de cumplir la mayoría de edad es, más allá de mentir sobre los años que tienen, conseguir plaza en algún programa oficial organizado para facilitar su integración en el mundo laboral. El cineasta Louis-Julien Petit comenzó una investigación sobre estos menores con intención de mostrar su realidad desde el cine. Tras visitar diferentes centros de acogida, conoció a Catherine Grosjean, profesora de cocina en una clase del Certificado de Aptitud Profesional (CAP) que acoge a migrantes menores. Ahí decidió que un curso de cocina sería perfecto para revelar desde el cine —La brigada de la cocina— la realidad de estos menores.
La cocina como elemento integrador permitía, además, a Petit señalar la arrogancia francesa, el engreimiento de país rico frente a los seres humanos más desfavorecidos del planeta. "Porque esa arrogancia es parte del problema y ¡qué arrogante es la cocina francesa! Es tan soberbia que no respeta a nadie, ni siquiera cree que en África también haya buenos cocineros".
"Una verdadera emergencia"
Un grupo de menores refugiados en centros franceses acompaña a François Cluzet y Audrey Lamy en el reparto de esta película, una historia que, como ya hizo el cineasta con su anterior Las invisibles sobre las mujeres sin hogar, expone un serio problema, pero sin cargar las tintas en la tragedia, dejando más espacio a la humanidad y a cierto sentido del humor. Ello, además de demostrar la riqueza gastronómica africana y de reivindicar el trabajo en equipo y las virtudes y poder del colectivo.
"La situación es que estos jóvenes migrantes que vienen a nuestro países y que quieren seguir estudiando, tienen que conseguir ser aceptados en este tipo de programas. De lo contrario, es muy probable que los envíen de regreso a su país. Así que es una verdadera emergencia", explica el director y guionista, que asegura que, tras convivir y trabajar con estos menores tiene la certeza de que "en todos ellos hay una genuina sed por aprender. Eso es lo que realmente están buscando. Quieren aprender todo lo que puedan en Francia y no solo para ganar dinero, también porque quieren trabajar y devolver así algo al país que les acoge".
Héroes comunes
De todos los menores que participan en la película, Yannick Kalombo es el pequeño, un niño que, según confiesa el cineasta, le "conmovió con su fuerza, su deseo de aprender, de ser brillante, inteligente… Y pensé cómo hubiera sido yo a esta edad, a los 10 años, si hubiera tenido que subirme a bordo de una Zodiac y atravesar toda esa distancia, esos mares y países….".
"Por supuesto, también hay un eco de las otras historias —continúa—. Lo más increíble de estos chicos es que todos vinieron con una sonrisa en la cara, con muy buen humor, con una gran vitalidad. Podría haber contado todas las historias, cualquiera de ellas, pero realmente el pequeño Yannick se convirtió en el ejemplo de nuestra película y con él quedaba bien claro lo que quería decir, que todos estos menores son héroes, héroes comunes, pero héroes".
Recetas compartidas
La cocina como herramienta para formar a menores no acompañados que buscan una vida mejor en Europa se extiende cada vez más en distintos países y no solo dentro de programas como el que aparece en la película, sino también en colegios y en asociaciones civiles. En España ha habido varias iniciativas de recetas compartidas en las escuelas para facilitar la integración de los menores refugiados y su convivencia con el grupo.
La agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, publicó recientemente De nuestra mesa a la suya. Cocina fusión, un libro de recetas de la comunidad desplazada de manera forzosa en América Latina y el Caribe. "Desde ACNUR creemos en el poder de la gastronomía para promover la inclusión y el diálogo entre comunidades. Detrás de cada persona desplazada hay una historia de pérdida y desarraigo, pero también una mochila llena de esperanza, habilidades y oportunidades", escribió José Samaniego, director regional de ACNUR en las Américas.
"Hay muchas asociaciones diferentes en Francia que trabajan en estos temas —concluye el director Louis-Julien Petit—, pero como nunca es fácil conseguir cosas para ayudar a los demás, a mí me parece muy interesante mostrar desde el cine a las personas que están ayudando. Yo, realmente creo en la sociedad civil, y me parece que es importante mostrar eso y hacerlo también desde el humor, el amor, la humanidad... Y creo que hay una respuesta en la sociedad civil y la película puede ayudar quizás a llevar adelante este tipo de acciones".
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