Este artículo se publicó hace 3 años.
‘Solo asesinatos en el edificio’, tres fans de los crímenes jugando a ser detectives
Disney+ estrena esta comedia de Star tan divertida como profunda y plagada de sorpresas.
María José Arias
Madrid-
Steve Martin y Martin Short son dos leyendas de la comedia. Dos actores de oficio con décadas de experiencia a sus espaldas que dan alma y vida a Solo asesinatos en el edificio, una comedia creada por el primero en la que completa el trío cómico una Selena Gómez a la altura de quienes le dan la réplica. Esta producción de Star, que en España puede verse en Disney+, consta de diez episodios de media hora de duración. Vistos los ocho primeros, estos ofrecen mucho más de lo que cabría esperar de entrada de la historia de tres fans de los podcasts sobre crímenes reales convertidos en investigadores aficionados.
Charles (Steve Martin), Oliver (Martin Short) y Mabel (Selena Gomez) son, respectivamente, un actor de un solo éxito televisivo, un director sin obra y una joven de ocupación misteriosa. Solo tienen dos cosas en común: su pasión por los crímenes y su dirección postal. Los tres viven en el Arcadia, un monumental edificio del Upper West Side de Nueva York que es casi una ciudad en sí mismo. Allí coinciden alguna que otra vez en el ascensor o en el hall, cruzan miradas de condescendencia y reprobación y poco más.
Hasta que un día suena la alarma de incendios y descubren por casualidad su pasión por el mismo podcast. Eso, unido a la aparición de un cadáver en su comunidad, hace que salte la chispa de la complicidad y (quizás) amistad entre ellos. La Policía da por cerrado el caso rápido como un suicidio. Ellos ven algo más y deciden investigar por su cuenta como sus adorados locutores/criminólogos para dar con la verdad de quién era Tim Kono, inquilino del noveno piso, y qué pasó en realidad con él.
Esa es la trama central que recorre Solo asesinatos en el edificio. Aunque la realidad es que ofrece un recorrido más profundo más allá de ese planteamiento inicial. Es la historia de tres grandes personajes, con sus secretos, sus manías y sus obsesiones que, poco a poco y capítulo a capítulo, se van abriendo ante el resto de la pandilla que han creado y ante el espectador. Llega un momento (muy hacia el principio de la serie) en el que el caso del asesinato o suicidio de Kono pasa a un segundo plano convirtiéndose en una excusa, en un vehículo, para la verdadera investigación. Que no es otra que la de conocer a Charles, Oliver y Mabel y, como los fans de su podcast, elegir al favorito de cada uno.
Todos empiezan como seres solitarios, algo fracasados y, más que tímidos, un poco asociales. En el caso de Short y Martin la química entre ambos era sabida. Ser amigos desde los ochenta, haber trabajado juntos antes y considerarse "almas gemelas" en esto de la comedia como ellos mismos se han definido en alguna entrevista, hace que funcionen como un reloj en pantalla. Y Gómez se ajusta a la perfección en su dinámica aportándole frescura, sarcasmo y ternura a la relación que se establece entre los tres.
Segundas oportunidades y Nueva York
La razón de ser de Solo asesinatos en el edificio (o una buena parte de ella) gira en torno a la existencia de una segunda oportunidad. La que se busca y la que viene dada aunque uno no se crea merecedor de ella. De eso trata esta serie, que ahonda en esa idea con frases tan certeras y cargadas de intención como que "solo porque lo parezca, no tiene por qué serlo".
Además de ellos tres y de unos secundarios de altura junto a algún que otro cameo y aparición estelar que el embargo previo firmado para poder ver los episodios impide contar, Nueva York luce como protagonista omnipresente. Primero por la cantidad de líneas de guion que se dedican a poner de manifiesto su idiosincrasia y ese retrato lleno de sarcasmo y pullas que sobrevuelan de acera a acera. Segundo, por esos planos del edificio y ese recorrido ocasional por sus calles en algún que otro capítulo.
Una de las grandes sorpresas de Solo asesinatos en el edificio es el buen ojo de Steve Martin, Dan Fogelman y John Hoffman, sus creadores, para experimentar con los formatos, jugar con los géneros y alternar momentos divertidos propios de la comedia más pura con diálogos punzantes y cargados de ironía al tiempo que ‘cuelan’ otros de puro drama, tensión y ternura.
Solo asesinatos en el edificio es como un tren de muchos vagones en el que se puede ir de uno a otro picoteando de distintos tonos y género incluso dentro del mismo episodio. No es solo una comedia. Podría, y habría sido buena, eso seguro, pero sus responsables decidieron doblar la apuesta marcando un tono variable. Además, juega con las herramientas que otorga un lenguaje como el audiovisual. En virtud de salvaguardar la experiencia y la sorpresa del espectador no conviene desvelar mucho más allá de que hay guiños al enredo, al misterio, al musical, al thriller, a la comedia romántica e, incluso, al cine mudo.
Hay mucho corazón, cariño y cuidado puestos en el guion y en las interpretaciones para hacer entrañables a sus personajes convirtiéndolos en el verdadero centro de la serie, más allá de resolver el caso y descubrir quién es el asesino o asesina, si es que realmente lo hay. Hacer el viaje con Oliver, Charles y Mabel se presenta como divertido y placentero.
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