Daniel Serrano acaba de publicar #papacuentameotravez. Apuntes sobre una revolución que contar a nuestros hijos (Ariel), donde analiza desde un punto de vista muy personal y nostálgico el movimiento del 15-M y lo que le rodea. Su hermano, el cantautor Ismael Serrano le acompaña en el prólogo y epílogo, donde recuerda que 'al final todo da igual: las hostias siguen cayendo sobre quien habla de más' .
Público: ¿Qué hacía falta para que naciera el 15-M?
Ismael: «Lo que ha quedado es que ahora a la mínima se sale a la calle»
Ismael Serrano: Supongo que esta crisis ha revelado el déficit democrático en el que vivimos. La gente vio peligrar el Estado de bienestar y que por primera vez en mucho tiempo nuestros hijos podrían vivir peor que nuestros padres. Una situación límite y, encima, la hipocresía con la que han actuado los políticos ante la crisis, que echaban la culpa de la hecatombe a los que menos tenían que ver en el origen de la crisis. Mientras, los responsables permanecían impunes. Esa impunidad despertó a la gente.
Daniel Serrano: Creo que hay dos factores. Uno es que, aunque se diga que es un movimiento intergeneracional, en el 15-M quien lleva la energía son los jóvenes. Este país ha sido pilotado durante mucho tiempo por la gente que hizo mayo del 68 o la Transición y, ahora, gente más joven ha querido tener voz y quiere tener derecho a decidir hacia dónde va el sistema. Ese malestar generacional, que era más subterráneo, explotó. Y por otro lado está el factor económico. La gente piensa: 'Vamos a vivir como perros'.
I.S. : Esa generación no solo está excluida por su precariedad, sino también en la política, en los medios de comunicación Es una voz permanentemente excluida, se creó un tapón y de ahí, el 15-M.
Daniel: «Antes había manifestaciones a las que no se les hacía ni puto caso»
D. S.: Un periodista francés justo antes de mayo del 68 escribió un famoso titular que decía: 'Francia se aburre'. En España nos pasaba igual, esto era un aburrimiento y por eso la gente ha salido a la calle.
Público: ¿Cuáles son las peculiaridades del movimiento?
D. S.: Es de los movimientos más espontáneos que han surgido desde hace tiempo, sin partidos, ni sindicatos detrás. Ha sido la gente con una vanguardia la que ha dirigido las movilizaciones.
I. S.: Ha generado un hábito de debate entre la gente.
D. S.: Lo que es nuevo de esta revuelta, que también se ha visto en las árabes, es que las redes sociales influyen como medios de convocatoria inmediata. En mi libro lo llamoguerra de guerrillas: si tienes a cien personas manifestándose y la Policía, como pasó en Barcelona, disuelve o pega palos, hay una masa sumergida en la red que mediante un tuit o una convocatoria en Facebook hace que esas cien se conviertan en miles. Y eso al poder le genera respeto.
Público: ¿Cuál es la evolución del 15-M hasta la actualidad?
D. S.: La espontaneidad del principio estaba muy bien, pero tiene que madurar y convertirse en algo más vertebrado. Si no al final se puede perder. Hay que organizarse, tener portavoces y gente que lidere esta revuelta.
I. S.: Pero si les preguntaras a ellos, te dirían que no les hace falta y que el liderazgo no tiene sentido en el 15-M. Lo que ha quedado de todo esto es que la sociedad está alerta, y a la mínima se moviliza y sale a la calle. El peligro que corre el 15-M ahora es dispersarse demasiado. Esa red de asambleas de ciudades, que a mí me parecía muy interesante porque revitaliza las relaciones vecinales, puede atomizar tanto el 15-M que haga que desaparezca. Aunque aún es difícil ver hacia dónde ha ido porque ahora comienza el curso y tenemos las elecciones.
Público: ¿Tendrá influencia el 15-M en las urnas el próximo 20-N?
I.S.: No sé hasta qué punto puede repercutir, en las pasadas parece que no la tuvieron.
D. S.: El 15-M tiene pánico a la ideologización. No se sabe por qué tienen miedo a declararse de izquierdas y evidentemente lo son. Y eso lleva a no comprometerse con nadie cuando llegan las elecciones. Creo que si quieres influir realmente tienes que meterte en la pelea electoral. Es algo que el 15-M ni se ha planteado, pero ¿por qué no hacer un partido?
I. S.: Lo que pasa es que si se piensa que ningún partido vale, se devalúa la democracia. El mismo desarrollo de desencanto político que vivimos aquí lo he visto en Latinoamérica. Cuando hablaba sobre el 15-M en mis conciertos durante la gira de este verano, me gritaban: '¡Bienvenido a Latinoamérica'!. Nosotros hemos caído ahora en la cuenta de lo malo que es el FMI, de lo malos que son los ajustes estructurales que nosotros hemos promovido en el exterior. Cuando en Argentina gritaban '¡Que se vayan todos!', no era tan diferente del 'No nos representan'. Lo malo de esa desconfianza hacia el político, haga lo que haga, es que puede contagiar a las instituciones.
D. S.: Podrían hacer el partido político, una lista, una coalición Porque llega un momento en el que la gente se acostumbra a las protestas. Entonces, hay que dar otro paso o cambiar de estrategia. Yo he pensado en la idea de que se conviertan en un lobby que dialogue con los partidos.
I. S.: El peligro del 15-M es que todo tenga que ser consensuado, las asambleas ya están buscando otras formas mayoritarias. Porque eso de que hablo por mí y nadie me representa
D. S.: Eso viene del sesentayochismo.
I. S.: Es de un individualismo que deriva en no hacer ninguna concesión por el colectivo y el riesgo es que no se generen propuestas concretas.
Público: ¿Ha conseguido cambiar algo el 15-M?
D. S.: Es una revuelta por unos mínimos que están al nivel más básico de los derechos humanos. Lo que piden los indignados es muy sencillo: educación pública digna, democracia representativa, que los mercados no impongan por encima de los gobiernos Si todo sigue igual, el peligro es que el capitalismo cree una generación de gente que acabará pegando hostias como los ingleses.
I. S.: Difícilmente puede seguir todo igual, la capacidad de estar alerta ya es algo. En el 15-M, gente que jamás había participado en política ahora lo hace en asambleas, debates...
D. S.: Además, antes había manifestaciones a las que no se les hacía ni puto caso y ahora con Twitter han cambiado las cosas. Un ejemplo perfecto es lo que acaba de pasar con los telediarios de TVE. La movilización virtual posterior a la decisión ha hecho que se diera marcha atrás a ese control político que pretendían hacer.
I. S.: También ha conseguido que no nos sintamos solos en nuestras reivindicaciones, en nuestra desidia. Y se han generado vínculos que antes del 15-M no existían. El ciudadano ahora se sabe protagonista y tenido en cuenta. Y los políticos, excepto Esperanza Aguirre, saben el poder que tiene el 15-M: una influencia que la ciudadanía creía haber perdido.
D. S.: Y es entretenido. Los debates de la izquierda son tan aburridos que cuando eso se convierte en algo tan básico como salir a la calle a pegar gritos pues divierte. Si sigue así, triunfaremos.
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