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080 Barcelona: ¿Qué es ser moderno?

ALEX CARRASCO

La moda está inmersa en dos crisis: una evidente, la económica; otra aún peor, la de identidad y de ideas. Cuando las firmas de lujo fueron seducidas por lo populista y masivo perdieron su rumbo y hasta su propia definición. No es un problema de 080 Barcelona, el certamen de moda catalán que ayer abrió sus puertas, lo suyo es la promoción de los nuevos talentos del diseño independiente y, a partir de ahora, la búsqueda de una respuesta clara a las dudas que recorren como la pólvora el mundo de la vanguardia: '¿Es moderno ser moderno?', y aún más, '¿Qué demonios significa ser moderno?'.

Sí, en esta pasarela no sólo se van a mostrar desfiles, además se introduce en la teoría de su propia supervivencia a través de un ciclo de mesas redondas donde se intentará hallar la solución a tan duro dilema.

La primera de estas mesas pisó con fuerza, su título, '¿Cómo ser un diseñador independiente en el mundo actual?', no encontró respuesta en el exceso cabaretero de Bibian Blue, más cercana al disfraz de opereta que al pretendido glamour que Dita von Teese debía lucir en su intimidad con Marilyn Manson.

Tampoco el páramo creativo de Montse Liarte contestó con brillantez a la cuestión. Con su colección visitó tantos lugares comunes (lo de las medias por encima de los zapatos ya está más que visto, ¿no?), usó tanto la corrección formal, cromática y creativa, que al final uno piensa que es mucho mejor pasarse que no llegar...

Por suerte por allí andaba un griego, Yiorgos Eleftheriades, y las firmas para hombre Jan iú Més y Juan Antonio Ávalos, que empezaron a desvelar algunos de los misterios con los que arrancó 080. Dicen que no hay que dar un paso hacia atrás ni para coger impulso. Pues bien, dicen mal. Ambas firmas supieron mirar en el pasado para extraer su mejor esencia y catapultarla hacia el futuro.

Eleftheriades reinventó a la perfección materiales y técnicas tradicionales como el punto, la peletería y la sastrería, para luego combinarlos entre sí y unirlos a patrones visionarios y a una paleta cromática impecable. Parece que, a juzgar por las creaciones del heleno, la modernidad debe ser inquietante, pero no retorcida.

En el caso de Jan iú Més, la firma ahonda en un nuevo perfil para el hombre que, aunque un tanto manido, propone una masculinidad donde la esencia de la modernidad se extrae de la conjugación del bespoke a lo James Bond con el oscurantismo del underground.

Mientras que Ávalos, también enmarcado en una tendencia bastante previsible, dió un giro de 180º para adentrarse en los chándales multicolores que vestiría Mazinger Z se abandonase su presencia robótica. Vamos, que, como siempre, más ruido que nueces. La duda sigue en el aire, por suerte aún quedan dos días de desfiles...

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