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Actualizado:Las vacunas que hay en el mercado contra la covid no sólo son muy potentes, sino que también son seguras y no generan efectos secundarios graves, según ha asegurado este lunes el inmunólogo estadounidense Drew Weissman, cuyas investigaciones han contribuido a su desarrollo en poco más de un año.
"Se han vacunado mil millones de personas y no hemos visto ningún efecto secundario grave", ha subrayado este experto en microbiología que desde años trabaja en el desarrollo de vacunas de la mano de la bióloga húngara Katalin Karikó, considerada la madre de las vacunas basadas en el ARN mensajero (ARNm).
Ambos investigadores, junto al bioquímico estadounidense Philip Felgner, han sido los primeros en llegar a Oviedo de los siete investigadores que este viernes recibirán de manos del rey el Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica 2021 por su contribución al desarrollo en tiempo récord de varias vacunas que han permitido hacer frente a la pandemia provocada por la covid.
Los investigadores que recibirán el Premio Princesa han conseguido quintuplicar los niveles de protección de algunas vacunas frente al covid
A su presencia en Asturias se sumará en los próximos días la de los doctores alemanes Ugur Sahin y Özlem Türeci, el biólogo canadiense Derrick Rossi y la vacunóloga británica Sarah Gilbert, todos ellos relacionados por su contribución al descubrimiento de tres vacunas basadas en distintas estrategias, pero que tienen como blanco común la proteína "S", presente en la superficie del virus que facilita su unión y entrada a las células.
Vacunas como las de Moderna o Pfizer que sus investigaciones han permitido sacar adelante han conseguido quintuplicar los niveles de protección frente al coronavirus respecto a los que presenta un convaleciente de la infección por lo que, según ha subrayado Weissman, sólo puede considerarse como una protección muy potente y segura.
Tras asegurar que lleva años luchando por conseguir que haya más igualdad en el acceso a las vacunas, este profesor de medicina en la Universidad de Pensilvania ha advertido de que hasta que no se consiga que todo el mundo se vacune, no se podrá controlar esta infección.
"El resto del mundo tiene que poner en marcha este programa vacunal o no controlaremos la epidemia", ha añadido tras reconocer que la tercera dosis va a ser necesaria "para conseguir un nivel de inmunidad suficientemente alto para estar protegidos". Su visión ha sido compartida por Felgner que, sin embargo, ha dejado claro que el problema para conseguirlo no está en la fabricación de las vacunas, sino que se debe a una cuestión política "de distribución de dosis".
"El resto del mundo tiene que poner en marcha este programa vacunal o no controlaremos la epidemia", ha dicho Weissman
Para este pionero en el desarrollo de la tecnología utilizada ahora frente a la covid para la introducción de material genético en un liposoma para que pueda introducirse en las células, ahora lo que toca, por lo tanto, es resolver cómo se hace que la vacuna sea accesible a todo el mundo.
Karikó ha matizado que la fabricación de los viales ha llevado su tiempo, pero que en estos momentos ya se ha cogido el ritmo y cada vez va a haber más vacunas disponibles para que todo el mundo tenga acceso a ellas y, si es posible, no sólo se ponga la primera, sino también la segunda y la tercera dosis.
Sentada al lado de Drew Weissman en una sala de prensa con asistencia virtual de periodistas, ésta le ha recordado que cuando empezaron a colaborar en sus investigaciones siempre dijeron que este tipo de vacunas basadas en un ARN mensajero iban a ser algo "maravilloso" porque son "fáciles de elaborar, más económicas y accesibles para todos".
Estas terapias basadas en el ARN, según Karikó, pronto permitirán aplicarse en la lucha contra otras enfermedades, como en la adecuación de una proteína que permita generar nuevos vasos sanguíneos cuando se inyecta en el corazón o para tratamientos oncológicos.
Las posibilidades de este tipo de terapias basadas en el ARN mensajero "son ilimitadas", ha reconocido Karikó tras señalar que ya hace veinte años, cuando empezó a trabajar junto a Weissman, ya escribieron una "lista interminable" de las aplicaciones en las que podrían desembocar sus investigaciones. Su parte de los 50.000 euros con los que está dotado este galardón los ha decidido donar al colegio Clara Campoamor de Langreo, un centro que la investigadora visitó esta mañana para poder mantener un encuentro con unos escolares a los que animó a convertirse en científicos.
"Espero que uno o varios se conviertan en científicos porque necesitamos nuevos científicos. Aún recuerdo lo emocionante que era cuando yo era niña y nos visitaban científicos", ha señalado esta mujer que considera también una oportunidad emocionante recibir este premio junto a seis compañeros que han sido testigos del éxito científico espectacular de estos últimos años.
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