Alejandro Klecker es el director general de Clarke, Modet & Co , que es, aunque no lo parezca por el nombre, una empresa 100% española. Con 140 años de existencia, es la principal compañía española en el terreno de la propiedad industrial e intelectual. Desde su puesto, Klecker tiene una posición privilegiada para valorar la innovación en España.
El 'que inventen ellos' de Unamuno, ¿sigue en vigor?
El número de patentes ha venido creciendo en los últimos cinco años al 30% anual. Las patentes de inventos españoles son unas 3.200 al año.
¿Y eso es mucho?
Es muy poco. Por ejemplo, los alemanes hacen 88.000; los japoneses, unas 150.000, las mismas que EEUU. Siendo la octava poten
cia económica del mundo, somos el número 38 por número de patentes.
¿Funciona la transmisión de conocimiento entre los centros de investigación y las empresas?
Existe la leyenda de que la universidad y la empresa no colaboran. Pero el porcentaje de financiación para investigación en proyectos entre universidad y empresa en EEUU es del 7%. En España es del 6%. Nuestros males vienen por otro sitio.
IBM es la número uno por registro de patentes del mundo ¿La innovación es coto privado de las grandes empresas tecnológicas?
No, para nada. Aunque IBM tenga 3.000, hoy en día donde más patentes se hacen es en pequeñas compañías de biotecnología, en las impulsadas por las universidades y las de base tecnológica. Tienen más capacidad de innovación que las grandes. Lo que hacen éstas es comprarlas luego.
¿El menor tamaño de la industria europea del software frente a la de EEUU tiene que ver con las patentes de software?
Sí, con la falta de protección. Aquí estamos muy desprotegidos contra copias ilegales o contra las fugas de empleados que se van de una empresa y fundan la suya.
Los sectores tradicionales, como el turismo o el textil, ¿innovan en España?
Nuestro gran drama es que cuando hablamos de tecnología se piensa en inventar de nuevo el submarino o el autogiro. Lo que hay que hacer es apostar por la innovación, venga de donde venga. La prueba está en el calzado. Compañías como Panama Jack, Camper o Manolo Blahnik no tienen problemas. También el textil está innovando en nuevos materiales y procesos.
¿Y la agricultura?
Tiene un futuro preocupante. Para hacerse una idea, siendo el sector agrícola el responsable de más del 20% de las exportaciones, tenemos solo unas 140 nuevas variedades vegetales registradas en la UE, frente a las 8.000 holandesas.
Sobre la medicina, ¿no están en conflicto las patentes y la salud?
Un producto genérico tiene al menos 30 años de antigüedad: 10 años en investigación y 20 de comercialización. Es decir, es antiguo, puede ser eficaz, pero no eficiente. Otro tema es la gestión de la Seguridad Social. No se puede recetar genéricos por razones de caja. Si España los favorece y penaliza las patentes farmacéuticas, nos vamos a cargar el sector de investigación de nuevos fármacos.
Pasando a la propiedad intelectual, ¿la reciente norma europea que da más libertad a los autores para elegir entidad de gestión de derechos cambiará el modelo actual?
La posición de predominio de la SGAE es tan grande que no habrá muchas posibilidades de que surjan nuevos actores en el tema. El problema del canon es de cantidad. No se pueden sobreexplotar los derechos de autor como ha hecho la SGAE.
Tienen una división de prospectiva tecnológica. ¿Por dónde va a ir el futuro de la tecnología?
Ni me atrevo a aventurarlo. Hay tal cantidad de oportunidades que es imposible saberlo. Pero está el tema de la eficiencia energética. No hablo de renovables, sino de cómo aprovechar mejor lo que tenemos. Las energías renovables son un gran camelo, están subvencionadas por los Estados, habría que analizar en detalle su eficiencia económica. Otros temas son la nanotecnología, la cirugía mínimamente invasiva o la información. Los ordenadores no llevaran silicio, sino circuitos químicos.
¿El perfil del inventor es, como dibujan las películas, el de una persona sola, con pocos recursos y mucho ingenio?
En España al menos, sí. Tenemos mucho inventor individual, casi de taller que, con su propio dinero saca el invento adelante, o mini centros de investigación con el catedrático, el doctor y el becario de turno. En la feria de inventores de Suiza de este año, España se llevó 14 premios. La pena es que como no tenemos ni masa crítica de capital ni humana, la mitad de esos buenos proyectos se muere antes de los tres años.
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