Este artículo se publicó hace 6 años.
TelecomunicacionesInternet navega por el fondo del mar
Si usted está leyendo esta pieza es, casi con seguridad, gracias a los cables submarinos, la infraestructura más importante para el sostenimiento de las redes mundiales de información. Hace 160 años se envió la primera comunicación por un cable telegráfico submarino transatlántico entre Europa y Norteamérica. Hoy, España desempeña un papel importante en la conectividad global por su situación geográfica.
Madrid-
Más de 1.000 millones de metros de cable descansan bajo los mares, en una red que supone la base de prácticamente todas las telecomunicaciones mundiales hoy en día. Todo ello cuando se cumplen 160 años de la primera comunicación por un cable telegráfico submarino transatlántico, entre Europa y Norteamérica. Hoy, pese a que nos hacen creer que vivimos en un mundo inalámbrico, dependemos cada vez más de los cables.
Una parte importante de la red mundial de cables submarinos es española y depende de Telefónica, concretamente de su filial Telxius. Esta compañía es la misma que despliega la principal red se torres de telefonía móvil del país. Su red submarina se extiende a través del Océano Atlántico y supone la principal infraestructura de este tipo en Latinoamérica.
A mediados del año pasado, Telxius se anotó un importante tanto con el despliegue, junto a Microsoft y Facebook, de Marea, un cable que une Sopelana con Virginia Beach (EEUU). Se trata de un importante enlace de 6.600 kilómetros de longitud con una capacidad inicial estimada de 160 Tbps (Terabits por segundo), lo que le convierte en el cable con mayor capacidad del mundo en este momento, presumen en la compañía.
Más recientemente, un grupo de 11 redes de investigación y educación de Europa y América Latina firmaron un acuerdo para impulsar un cable de fibra óptica bajo el océano Atlántico que unirá a los países latinoamericanos y europeos para 2020, informó la Comisión Europea (CE), llamado "Ellalink".
Desde el tendido del primer cable trasatlántico y la primera transmisión transatlántica (el 16 de agosto de 1858), los cables submarinos han sido protagonistas de la expansión de las comunicaciones. Si bien en la era espacial —en el tercer tercio del siglo pasado— hubo una cierta fiebre por las posibilidades de los satélites, la generalización de la fibra óptica en los años 70 propició un auténtico ‘boom’ en el despliegue de la red mundial bajo el mar.
Las ventajas de la fibra óptica —su alta capacidad de transmitir grandes cantidades de datos en muy poco tiempo y a muy larga distancia—, su bajo coste relativo frente a los satélites, su menor latencia y su mayor fiabilidad (por ejemplo, en caso de conflicto es más fácil destruir un satélite que el sistema de comunicaciones por fibra, con sus múltiples alternativas y redundancias) ha hecho que, en realidad, dependamos de los cables prácticamente para todas las comunicaciones. Para bien y para mal. Y la red troncal de las telecomunicaciones mundiales es submarina.
Cinco curiosidades sobre los cables submarinos
¿De qué grosor suelen ser?
Algunos de los cables submarinos más gruesos que existen en la actualidad tienen unos siete centímetros de diámetro. El diámetro mínimo de un cable submarino, con el mínimo revestimiento, equivalente a una moneda de euro, más o menos. Carlos Dasi, CTO del negocio de cable de Telxius, comenta a Público que “el cable se diseña en función del fondo marino y se determina qué tipo de armadura en el cable vamos a utilizar”. “Depende de las profundidades, pero hasta 2.000 metros se usa un cable con una robustez grande”, añade.
¿Qué llevan dentro los cables?
El núcleo del cable suele agrupar entre cuatro y ocho pares de fibra, alrededor de los cuales se coloca una protección de acero —que ofrece tracción mecánica y resistencia en el fondo del mar—, además de una capa de cobre para proporcionar energía eléctrica a los repetidores o amplificadores que se sitúan a lo largo del cable. Marea y Brusa (entre Brasil y EEUU, vía Puerto Rico), los dos cables transoceánicos españoles más importantes, tienen ocho pares de fibra, lo máximo que tecnológicamente admite un cable submarino en la actualidad.
¿Cómo se ‘tiende’ un cable submarino?
Los cables se instalan desde un barco que los deja “caer” hasta el fondo marino, aunque previamente se ha decidido la ruta y el lugar aproximado por donde ha de pasar. La profundidad que alcanzará el cable será, por tanto, la misma a la que esté el lecho marino.
Para evitar problemas con los accidentes geográficos de los fondos marinos, las compañías realizan estudios de batimetría previos al tendido del cable submarino. Se trata de realizar mediciones de profundidad marina, generalmente mediante sónar desde un barco o microondas si es vía satélite, para obtener información topográfica del fondo.
¿Cómo se puede romper un cable?
Desde Telefónica comentan a este diario que los cables son ‘duros de pelar’ y llevan varias capas de recubrimiento. “Es raro que un cable se rompa; son muy robustos”, dicen, sin proporcionar datos concretos. A pesar de que uno pudiera pensar la fauna marina es un problema para los cables, “es casi imposible que se rompan por una mordedura de un animal marino”, añaden. No obstante, fuentes de la compañía española reconocen que “ha habido casos de roturas por la actividad de los barcos de pesca”.
¿Qué ocurre si un cable se rompe?
Saber en qué punto se ha roto un cable de miles de kilómetros de largo es todo un reto. En caso de rotura, la avería se localiza mediante equipos especializados. Así, los expertos de Telxius consultados afirman que se basan “en técnicas de tratamiento digital de la señal”. En caso de este tipo de avería, se realizan un empalme en el cable en cuestión.
Para arreglar la infraestructura se utilizan barcos cableros. “Se localiza el lugar de la incidencia, en caso de necesidad de empalme se saca el cable, y se arregla en el propio barco cablero”, comentan desde Telxius.
Desde el cielo
Pese a semejante despliegue, algunas compañías están apostando fuerte por los satélites a órbitas bajas como alternativas para el acceso a la red en zonas remotas, o sencillamente para garantizar la conectividad, por ejemplo, en caso de catástrofe, como ya hacen desde hace años servicios como Iridium o Globastar.
Recientemente, Wired ha comprobado cómo varias empresas —Facebook entre ellas con su satélite Athena, cuyo lanzamiento está previsto para 2019 aunque de momento es sólo un proyecto de investigación—quieren formar "constelaciones" de pequeños satélites para cubrir esa mitad del planeta sin acceso a internet.
Starlink, un proyecto de Elon Musk, busca crear una gran constelación de 12.000 satélites para mediados de la década que viene; OneWeb asegura que contará con una red de 882 dispositivos que orbitarán a unos 1.200 kilómetros de la superficie terrestre. Otras compañías interesadas en desarrollar proyectos similares son Samsung y Boeing, mientras que en China ya está en marcha Hongwan, que prevé colocar 300 satélites de telecomunicaciones.
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