MADRID
No será obligatoria. Pero nos veremos obligados a tenerla, al menos, si queremos formar parte de esta sociedad digital que en un abrir y cerrar de ojos se nos ha venido encima. Para optar a ciertos puestos de trabajo, solicitar plaza en una universidad, ir al médico, pedir un préstamo, alquilar una casa... Son algunas de las operaciones en las que podrían empezar a pedirnos la cartera digital de la Unión Europea.
¿Su razón de ser? "Eliminar la burocracia. Se trata de centralizar todos los documentos que tienes repartidos por la Administración y organismos públicos o privados", dice a Público el abogado Javier Pascual, experto en tecnología financiera en el despacho Aledra.
"Es como una cartera física que te permite identificarte con plenas garantías", añade. Aunque no podremos llevarla en el bolso, ni en el bolsillo, sino en un dispositivo electrónico, como el móvil o el ordenador.
Posibles riesgos de seguridad
Su contenido estará en la nube, que no es ese limbo etéreo que sugiere su nombre, sino que será almacenado en servidores externos dentro de enormes centros de datos, probablemente, en países extranjeros.
El miedo a guardar documentos personales en un lugar fuera de nuestro control –incluso, sin que sepamos dónde– está fundamentado. Las posibilidades de una violación de la seguridad crecen. Tanto es así que la UE ha determinado que debe ser obligatoria la opción, para quien la solicite, de guardar toda esa información de forma local, en tu dispositivo, según apunta Pascual.
Por otra parte, para protegernos ante intromisiones abusivas en nuestra intimidad por parte de terceros, estará programada para que cada dato puede segregarse de forma que el usuario decide a quién da permiso para ver qué.
"Por ejemplo, para entrar a una discoteca, puedes seleccionar que el portero solo pueda ver tu edad. Tú decides de qué compartimento de información concreto das la llave en cada momento", señala Pascual.
Voluntariedad entre comillas
También su contenido será voluntario y decidido por el usuario. "Los atributos –distintas variables de datos– se insertan cuando los pedimos a entidades certificadoras, que nos los dan validados".
Son algunos de los requisitos que tendrá esta cartera única, según prevé el reglamento europeo eIDAS (siglas en inglés de Servicio de Identificación, Autentificación y Confianza), que será aprobado antes de que acabe el primer trimestre de 2024.
Como hemos dicho, no será obligatorio en la teoría. Solo en la práctica. "Es muy probable que un banco, por ejemplo, te lo pida para darte de alta en una inversión o para pedir una hipoteca, y que no te dé otra opción. Con ello, se ahorrarían el coste de tener contratada a una persona", aventura Pascual.
Para este experto, la cartera única europea supondrá un ahorro enorme de tiempo y recursos en los procesos burocráticos, como trámites societarios o financieros. Pero "su beneficio principal es la unificación a nivel europeo, pues servirá de igual forma para todos los países de la UE".
Un posible motivo de discriminación
Pascual prevé un futuro optimista en el que esta herramienta "facilitará la vida a la gente. Dentro de unos años, al cumplir los 14, ya tendrás tu cartera, como ahora pasa con el documento nacional de identidad físico. Y allí podrás ir metiendo tus atributos, tus calificaciones, tus becas, etc", augura.
Aunque, sin duda, también tendrá perjuicios, y no hablamos solo de la vulnerabilidad al hackeo. Para empezar, todas esas personas mayores que ya están encontrando dificultades en acceder a ciertos servicios digitales serían los primeros discriminados.
En muchos otros sectores, ocurriría lo mismo: al final, las personas que no opten por esta vía, serían discriminadas frente a las que sí lo hagan.
No es difícil imaginar que para acceder a una oferta de empleo, por ejemplo, tendrán prioridad los que entreguen sus certificados de estudios y laborales ya validados en una cartera digital, si no es que quienes no la tengan quedan excluidos directamente del proceso.
Aun así, la digitalización de todos los rincones de nuestra privacidad avanza sin tregua. El reglamento eIDAS dará a cada Estado miembro un plazo de doce meses a partir de su aprobación para poner a disposición de sus ciudadanos esta cartera con unas variables de identidad básicas. Algo así como un DNI europeo.
A continuación, "los Gobiernos tendrán otros doce meses más para incluir en ella más atributos, como certificado crediticio, curriculum vitae, carnet de conducir o historial médico", nos cuenta Pascual.
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