Por Brian Love
Ante la mayor tensión económica desde su creación hace 11 años, la zona euro parece que se mantendrá unida por el momento, pero no se puede descartar la salida de algunos de sus miembros más débiles a largo plazo.
La caída en los mercados de renta variable y bonos en Grecia, España y Portugal esta semana ha acentuado los miedos de los inversores a que los países fuertemente endeudados en el sur de la zona euro podrían ser incapaces de salir airosos con las exigencias fiscales y monetarias para pertenecer al bloque.
Muchos analistas esperan que la Unión Europea -- o el Fondo Monetario Internacional, que ha dicho que ayudaría a Grecia si así lo pidiera -- intervenga con algún tipo de ayuda para los miembros débiles si es necesario para mantener la zona intacta.
Pero las economías están divergiendo tan fuertemente que incluso si los miembros débiles fueran rescatados, sus problemas podrían dañar el crecimiento de la zona euro durante años, y posiblemente provocar que abandonasen el euro más adelante esta década si los costes para permanecer en el grupo parecieran demasiado altos.
"Por un momento parecía que las cosas estaban bien, pero ahora vemos divergencia", dijo el economista jefe del FMI Olivier Blanchard.
"Estamos viendo a España y Portugal, por un lado, y a Alemania en el otro extremo, y no hay un ajuste fácil".
La debilidad de los miembros del sur de la zona euro ha estado cubierta en estos años por un entorno global beneficioso, un crédito barato y el boom inmobiliario.
En la crisis financiera de 2007-2009, la pertenencia al grupo protegía a los miembros de la peor turbulencia del mercado.
En los últimos meses, sin embargo, los costes y beneficios de pertenecer al grupo han cambiado. La cantidad de deuda pública y el desempleo han subido tanto que los países necesitan un crecimiento repentino para reducirlos -- pero como miembros de la zona euro, lo países ni pueden bajar los tipos de interés ni depreciar sus divisas.
CAMISA DE FUERZA MONETARIA
La camisa de fuerza monetaria probablemente sólo se apretará cuando la recuperación económica entre los miembros más fuertes, como Alemania, aumente la presión para que el Banco Central Europeo (BCE) abandone su política poco rígida este año o el próximo.
Las segunda década de unión monetaria será lo contrario de la primera, con una política sobre tipos de interés centrada esta vez en las grandes economías en el corazón de la zona, advirtió Daniel Gros, jefe del Centro para Estudios de Política Europea (CEPS, por sus siglas en inglés).
"El BCE hará política para el núcleo. La periferia se quedará aislada", dijo Gros, quien piensa que aunque la unión monetaria sobrevivirá, la salida de un país pequeño no es inimaginable.
La especulación sobre una salida temprana por parte de cualquier país probablemente sea inapropiada. Los países permanecen a distancia del nivel al que su pertenencia al euro fuese intolerable; aunque la tasa de paro de España está cerca del 20 por ciento, vivió con una tasa del 20 por ciento o más a mediados de las décadas de 1980 y 1990.
El proceso de abandono del euro sería tan doloroso y difícil, en la práctica y en la política, que se prevé que los gobiernos agoten antes el resto de opciones.
Entre los muchos desafíos, los países tendrían que encontrar un modo de separar los depósitos de los bancos domésticos del sistema monetario del euro para evitar la fuga de capitales, cambiar casi de un día para otro a pagar los salarios en una nueva moneda y pagar los préstamos hipotecarios denominados en euros que podrían hacerse de repente mucho más caros.
El bloque de 16 naciones es un logro político histórico que sus miembros más ricos, incluida Alemania y Francia, probablemente traten de defender.
Aunque responsables de los gobiernos de la UE siguen descartando públicamente una ayuda de emergencia a Grecia, reconocen en privado que la posición es intentar presionar a Atenas para que haga duras reformas fiscales; informalmente, algunos han comenzado a considerar la idea de ayuda si se demuestra absolutamente necesaria.
es muy valiosa", dijo el economista Michael Spence, premio Nobel en 2001.
Él predijo "intervenciones ad hocs" y "soluciones creativas instantáneas" de los responsables para la zona durante la crisis.
En teoría, las intervenciones podrían abarcar desde un desembolso temprano de ayuda "estructural" para países hasta la emisión de un bono común de la zona euro
DIVERGENCIAS
Aunque esa ayuda pudiese evitar el aumento de deuda a corto plazo, no eliminaría las grandes divergencias a largo plazo en el comportamiento económico que hacen la vida más difícil a los miembros más débiles de la zona euro.
Las medidas de competitividad relativa han divergido en los últimos años debido a que los costes laborales unitarios han aumentado en países como España, Irlanda y Grecia, mientras que Alemania se ha hecho más competitiva al controlar los aumentos salariales.
Aunque la cuenta corriente de la zona euro ha estado cerca del equilibrio durante mucho de la pasada década, eso disfraza un gran hueco entre el gran superávit de Alemania gracias a las exportaciones y los déficit en las economías periféricas de gran consumo.
Los estudios mensuales de índices de gerentes de compra (PMI, por sus siglas en inglés) de actividad fabril muestran una vuelta a la expansión del sector manufacturero en Francia y Alemania, pero continuó su contracción en la periferia.
Estas divergencias estaban detrás de un informe de la Comisión Europea el mes pasado que encontró que el tipo de cambio real efectivo para Grecia, España y Portugal estaba sobrevalorado en más de un 10 por ciento -- una indicación de cuánto deberían haber bajado los salarios, o aumentado la productividad, para hacerlas competitivas de nuevo.
"La persistencia de grandes diferencias entre países pone en peligro la confianza en el euro y amenaza la cohesión del área euro", dijo la Comisión.
En declaraciones al Parlamento el mes pasado, el ministro de Economía alemán, Rainer Bruederle, fue incluso más directo, diciendo que la debilidad en algunos países "puede tener efectos fatales en todos los estados de la eurozona".
El Producto Interior Bruto (PIB) en la zona euro habría sido de una media anual del 1,6 por ciento entre 2000 y 2007 en lugar del 1,9 por ciento sin la contribución por encima de la media de España, Irlanda y Grecia, según estimaciones del economista de Deutsche Bank Gilles Moec.
Esto da una idea del lastre reservado al crecimiento de la zona euro mientras estas economías están en dificultades, dijo.
"Algunos países tendrán una media baja de crecimiento, pero el ajuste no significa que la unión monetaria no pueda funcionar", dijo Moec.
Pero apuntó que estos tres países combinados compraron tantas importaciones alemanas en 2007 como Estados Unidos, y el doble que lo que exporta Francia. Así que sus caídas podrían tener un impacto significativo en los grandes de la eurozona.
Spence dijo que los acontecimientos de los últimos meses muestran que la zona euro necesitaba construir un marco institucional para tratar las crisis como la de Grecia.
"En algún momento, la fragmentación fiscal de Europa tendrá que ser abordada".
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