Dolores (nombre ficticio) tenía 16 años recién cumplidos cuando se quedó embarazada y el mundo se le cayó encima . Recordar este periodo se le hace todavía duro a esta mujer que hoy tiene 40 años. El desconocimiento, y enfrentarse a sus padres 'era algo que me aterraba', explica cerrando los ojos durante unos segundos y viajando así en el tiempo.

Precisamente la tardanza en comunicárselo a su familia, que la apoyó en su decisión de intentar abortar, hizo que un médico vinculado al Partido Comunista que practicaba abortos clandestinamente. Este facultativo se negó a realizarle la interrupción del embarazo porque ya se encontraba en un estado avanzado. También intentaron buscar una clínica abortista en Portugal, pero al ni si quiera tener DNI no podía ni cruzar la frontera. 'No me quedó otro remedio que seguir adelante con el embarazo. Mi vida cambió por completo', asegura.

En cuanto la barriga la delató, dejó de tener amigas. Recuerda como cuando iba a sus casas a buscarlas 'las madres decían que no estaban' y así hasta que dejó de preguntar. También tuvo que dejar de lado sus estudios.

Sin ningún tipo de duda, afirma que con 16 años 'nunca se está preparada para ser madre', ya que con esa edad 'ni te has desarrollado personalmente ni hormonalmente' y se pregunta: '¿Cómo vas a educar a un niño si ni siquira has terminado de educarte y no tienes ningún tipo de estabilidad?'.

Valiéndose de su experiencia como fundamento, Dolores cree que la mujer debería tener la última palabra para decidir sobre el aborto. Aunque también considera que se ha de contar con el pleno conocimiento de los padres. Su postura es clara: 'Autorización no, pero conocimiento sí', ya que son los padres 'los que deben estar en esos momentos más cerca de sus hijas y apoyarlas'.

A pesar de todo, Dolores afirma con rotundidad y seguridad que 'nunca me arrepentiré de haber tenido a mi hijo', aunque también tiene claro que si ahora volviera a tener 16 años 'intentaría no tenerlo'.