A punto de desaparecer. Casi reducido a escombros está el edificio de la Palmera, uno de los más singulares del barrio marinero del Cabanyal-Canyamelar, en Valencia. Su pecado es encontrarse en el camino de la avenida Blasco Ibáñez hacia el mar. Una vía que el Ayuntamiento quiere prolongar a costa de tirar 1.654 viviendas.
La obra comenzó en la madrugada del martes, con el de-salojo de nueve okupas. Ayer por la noche todavía se escuchaba el quejumbroso sonido de las máquinas descuartizando el interior del inmueble. Junto a la fachada, los vecinos miraban sin detenerse el polvo que escupían las ventanas. 'Esto era un colegio', explicaba con nostalgia a su nieta una señora de mediana edad.
La casa, construida a principios del siglo pasado, albergó academias escolares. Su estilo buscaba ser un calco del suntuoso modernismo de las calles del centro, pero añadiendo siempre elementos de una arquitectura popular de regusto portuario. En el jardín de entrada se plantó un palmera. Según ha informado el Ayuntamiento; será lo único que quedará en pie.
Vicent Gallart, vicepresidente de la asociación de vecinos del Cabanyal-Canyamelar, acusa al Consistorio de no cumplir sus compromisos. En una reunión mantenida en mayo con Alfonso Grau, concejal de Grandes Proyectos del Ayuntamiento valenciano, este 'se comprometió a estudiar la posibilidad de no demoler el edificio y destinarlo a un centro de día'.
La respuesta no ha llegado por boca de Grau. Sólo han hablado las excavadoras.Salvem el Cabanyal, plataforma que agrupa a los vecinos que se oponen al plan de prolongación, denuncia que esta actuación esconde un claro ánimo de revancha. 'La última edición de Portes Obertes (actividad cultural que organizan para dar a conocer la problemática del barrio) ha sido todo un éxito, y el derribo es la respuesta de la Administración municipal', explica Maribel Doménech, portavoz de la plataforma.
Fuentes del Consistorio valenciano rechazan esta lectura y aseguran que el Ayuntamiento 'tiene una planificación urbanística y simplemente la lleva a cabo'. Algunos vecinos exigían ayer a la alcaldesa, Rita
Barberá, la misma celeridad para atajar el menudeo de droga que corrompe la zona que para demoler el barrio.
Una situación que, según Salvem el Cabanyal, se produce 'con la permisividad de un ayuntamiento que utiliza la degradación del barrio para presionar a los propietarios que no quieren vender'.
El proyecto de reforma del barrio se encuentra en los juzgados desde hace 10 años, ya que muchas de las casas amenazadas están protegidas como Bien de Interés Cultural. El Consistorio de Barberá ha comprado el 60% de los edificios colindantes al edificio demolido ayer, que era el embrión del antiguo municipio de pescadores de Poble Nou de la Mar.
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