Este artículo se publicó hace 14 años.
Urrusolo: "La la lucha armada tenía que haber terminado hace tiempo"
El ex jefe de ETA, que lleva fuera de la banda desde 1994, apuesta por el fin de la violencia ante el tribunal que le juzga por un atentado en 1991
El histórico ex jefe de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga, que está siendo juzgado en la Audiencia Nacional por un atentado con paquete-bomba en 1991 en el que murieron 3 policías al intentar desactivarlo, ha asegurado ante el tribunal que "la lucha armada tenía que haber terminado hace tiempo".
Urrosolo Sistiaga, que ha recordado que abandonó la banda armada en 1994, ha sido uno de los miembros más sanguinarios de ETA, aunque ahora está alejado de la organización, y muestra de ello es que el 16 de septiembre de 2008 se hizo pública una carta en la que junto a la también etarra Carmen Guisasola se desvinculó del Movimiento de Presos Vascos y criticó la estrategia de ETA y de Batasuna.
En esa misiva, suscrita por otros seis terroristas que mantienen también una posición crítica con la banda, se referían al papel de los reclusos en un eventual proceso de paz, que, a su juicio, no debe ser el de mantener un "frente de lucha" como "algunos siguen planteando en la izquierda abertzale", sino el de "participar en la reflexión política para el proceso de paz".
Un historial de sangre"Joseba" se enfrenta hoy a una petición por parte del fiscal de 128 años de cárcel por el atentado con paquete-bomba perpetrado en 1991, que iba dirigido contra un alto cargo del Ministerio de Justicia y en el que murieron 3 agentes de los TEDAX al intentar desactivarlo.
Además de la pena de cárcel, el fiscal Carlos Bautista reclama que el acusado indemnice con 200.000 euros a cada una de las viudas de los tres agentes y con la misma cantidad a los hijos de las víctimas.
Urrusolo Sistiaga, de 43 años, fue extraditado de Francia a España el 23 de agosto de 2001 después de haber cumplido en el país galo cuatro años y medio de cárcel, para ser juzgado, entre otras causas, por 16 asesinatos, dos secuestros —entre ellos el del industrial Emiliano Revilla— y la voladura de un edificio de Telefónica en Madrid.
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