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La última función para Rubianes, un hombre libre

El Palau Sant Jordi acoge el espectáculo de comedia récord: 14.000 espectadores

T. POLO

Pepe disfrutó. El Sant Jordi no se llena todos los días y menos con 14.000 personas dispuestas a participar de una velada en la que no faltó de nada: emoción, por encima de todo; risas (más de uno acabó con agujetas en losmofletes); recuerdos de las actuaciones del homenajeado; tacos, por supuesto, y un canto a la libertad y a la vida. Un canto a Pepe Rubianes, un hombre libre.

No falló nadie. Los que no estuvieron se lo perdieron por cuestiones profesionales, como El Gran Wyoming, Loles León o El Brujo. En las primeras filas, no faltaron los rostros de la política, con el presidente de la Generalitat, José Montilla, a la cabeza. Nada de compromiso. Rubianes reconoció en su día a este periódico que algunos políticos no fallaban nunca a sus espectáculos. Ayer no iban a ser menos. De todas formas, Carles Flavià no tuvo reparos en decir quién era 'la persona más importante políticamente hablando' en el Palau: la regidora del Ayuntamiento de Villagarcía de Arousa [patria chica de Rubianes] dijo en su intervención el amigo y colega Flavià.

Fue, probablemente, el guiño al pasado más remoto de la noche. El resto fue una continua y desternillante mirada a la carrera de Pepe. Con sus palabrotas casi con copyright, sus risotadas, sus divagaciones. Su ternura. Destacó una entrada en directo vía telefónica: fue la conversación que mantuvo el periodista Manel Fuentes, que montó un diálogo surrealista con el más allá rescatando frases grabadas de Rubianes.

Cuando una persona es la que más veces ha sido entrevistada en la televisión pública catalana, con permiso de los presidentes autonómicos, deja un ingente legado audiovisual. El público disfrutó viendo a Pepe en su queridísima África, tal como Xavier Sardà nos lo mostró en su visita televisiva al actor a Kenia. En el fondo del paisaje, en la interminable sabana, más de uno divisó el árbol a la sombra del cual Rubianes aconsejó a algún político relajarse manualmente... Pepe era así, directo, iba al grano, no encontraba obstáculos para decir lo que le viniera en gana. Lo dicho: era un hombre libre.

En ese sentido, hubo alguna referencia a sus enemigos (sí: hubo quien se empeñó en ser su enemigo). Jamás le borró la sonrisa de la cara ni la seguridad en sí mismo. A pesar de que la improvisación era una de sus virtudes, él siempre estaba convencido de que todo saldría adelante: '¡Tranquilo, nene, que ya saldrá!', recordó Buenafuente que solía decir Pepe entre caña y caña.

El desfile por el escenario no paró en la larga función. Hubo música, con Martirio, Joan Manuel Serrat, Tequila.... Hubo monólogos muy al estilo de Rubianes. Sketches de homenaje como el de Tricicle, que se hizo eco (sí eco, Tricicle...) de los tacos que, irremediablemente y con la mayor naturalidad y sinceridad del mundo, salían de la boca del humorista.

El artífice involuntario del macroshow fue el Pare Manel, ya que el origen de la función era el espectáculo en el que cada año Pepe Rubianes participaba desinteresadamente junto con muchos colegas de profesión para recoger fondos para la Fundació Pare Manel. En esta ocasión, la Fundación Pepe Rubianes, que se hará cargo del legado del actor, se llevó la mitad de los beneficios.

El título de la función era elocuente: Rubianes somos todos: desde el citado president hasta el fiel seguidor que se quedó sin entrada, pasando por todos y cada uno de los que ayer rieron y lloraron en el escenario o en la grada. Es lo que pasa cuando se rinde tributo a alguien que vivió una vida tan irreprimiblemente cerca del pueblo.

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