La Unión Europea (UE) se dotó de dos nuevas armas para combatir la presión de los mercados y prometió una nueva contraofensiva para inicios del año que viene. La cumbre de jefes de Gobierno iniciada en Bruselas aprobó modificar el Tratado de Lisboa para hacer permanente el fondo actual de apoyo al euro, que se creó en mayo y que vence en 2013. Por unanimidad, los 27 acordaron hacer la primera enmienda al texto, máxima ley europea, para incluir que la zona euro “podrá establecer un mecanismo y activarlo si es indispensable para salvaguardar la estabilidad de la zona euro”.
Horas antes al inicio de la cumbre, el Banco Central Europeo había decidido por su cuenta duplicar su capital, en una segunda gran medida que es vista como la pérdida de la inocencia de Fráncfort. Es decir: su disposición a intensificar la compra de deuda de los países acorralados por los mercados, algo a lo que el BCE se ha resistido tradicionalmente, ya que su mandato legal se limita al control de la inflación.
Lo cierto es que, desde la última reunión del BCE, hace dos semanas, la institución que dirige Jean-Claude Trichet ha comprado deuda de los países más cuestionados por los inversores, como Portugal, Grecia e Irlanda. “Los mercados no deben subestimar nuestra determinación para garantizar la estabilidad de la eurozona”, aseguró en el cónclave de líderes el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, según fuentes de Moncloa.
Zapatero valoró “muy positivamente el aumento del capital del BCE”, que pasará a finales de mes de 5.760 millones a 10.760 millones de euros a finales de mes. Servirá para inyectar “más fortaleza” en la respuesta europea al viacrucis de varios de sus miembros y para “garantizar la estabilidad frente a los mercados”, recalcó. España apostó además por escenificar un respaldo claro a la máxima institución monetaria para que tenga las manos libres para comprar deuda, algo visto con recelo desde Berlín.
La creación del fondo permanente que decidieron los líderes pretende transmitir a los mercados un mensaje de “solidaridad” para apuntalar a “un euro estable y en una Europa estable”, según declaró la canciller Angela Merkel. Para prevenir que los países descuiden sus finanzas públicas sabiendo que la eurozona los protegerá, el mecanismo solo podrá “garantizar la ayuda que se solicite” a cambio de “condiciones estrictas”, según lo acordado este jueves. La propia Merkel es el cerebro de las acotaciones al fondo, que pretende utilizar solo como último recurso, habida cuenta del rechazo de la opinión pública alemana a más rescates.
Merkel mostró desde la víspera de la cumbre su cara más amable y repitió una y otra vez que su intención es “lanzar una señal clara: que Europa y el euro consisten en mostrar responsabilidad y solidaridad”, según declaró antes de entrar a la cumbre. Sin embargo, Merkel se guarda un as en la manga, que será la clave de las discusiones tras el
parón navideño. Los ministros de Economía tienen previsto discutir en enero tanto el funcionamiento y dotación del nuevo fondo de apoyo al euro como nuevos usos del actual, del que restan 687.300 millones de euros tras la ayuda prestada a Irlanda.
Para el mecanismo futuro, Merkel ha impuesto que incluya el diseño de quiebras de países. En otras palabras: cuando las finanzas de un país salten por los aires por la desconfianza de los mercados, los inversores podrían no recibir parte de lo prestado. Para el mecanismo actual, países como España defienden que no sólo sea utilizado para el rescate de una economía que hace aguas, sino que se flexibilice para hacer préstamos a corto plazo al país en apuros o para comprar bonos de deuda soberana como hace el BCE.
Por otra parte, en enero los ministros de Economía de la UE tendrán sobre la mesa el debate sobre la creación de bonos de deuda europea, promovido por el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker. Además, el Ecofin deberá debatir la armonización de “políticas económicas y vigilancia macroeconómica”, un asunto clave en el la creación de un Gobierno económico común que logró un “muy fuerte consenso”, según el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, que sorprendió a todos al comunicar en Twitter los avances de la cumbre y el texto de la enmienda al Tratado de Lisboa.
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