Es bastante plausible que el calamar gigante Architeuthis, que puede sobrepasar una longitud total de 15 metros, sea el responsable del mayor número de leyendas, mitos e historias de ficción que cualquier otro animal marino, y casi podríamos pensar que más que todos ellos juntos.
Ocasionalmente, estos cefalópodos son capturados moribundos o hallados varados en la costa. Estos auténticos kraken o monstruos marinos no han sido nunca observados vivos en su hábitat natural debido, entre otras razones, a que son animales solitarios y a que habitan fundamentalmente a grandes profundidades. Todo lo que se conoce sobre ellos ha sido gracias a un juego detectivesco en el que se han juntado informaciones obtenidas a partir de ejemplares muertos o moribundos.
Son animales solitarios que habitan a grandes profundidades
El ecosistema existente en el cañón submarino de Kaikoura, en Nueva Zelanda, y los cañones de Llanes, Lastres y Avilés son de los pocos lugares donde aparece frecuentemente el calamar gigante, pero esta frecuencia se circunscribe a unos cuantos animales al año.
Con objeto de observarlo en su medio natural se han organizado ya dos expediciones al cañón de Kaikoura, en Nueva Zelanda, que desafortunadamente no pudieron filmar este gran cefalópodo. En las antípodas, frente a las costas orientales de Galicia y Asturias, la frecuencia de aparición de los calamares gigantes ha llevado a los científicos a sopesar la posibilidad de organizar expediciones para tratar de filmar, por primera vez, esas extraordinarias y huidizas criaturas. Así nació el Proyecto Kraken, en el que, a pesar de las magníficas filmaciones que se obtuvieron en sus campañas, tampoco nuestra iniciativa culminó el objetivo principal que nos propusimos: conseguir la filmación de un Architeuthis vivo.
Un único equipo ha conseguido fotografías de un ejemplar vivo en su medio natural aunque atrapado por uno de sus tentáculos en una potera cebada. Se produjo a 900 metros de profundidad cerca de las islas japonesas de Ogasawara. Pero aun así, no eran las mejores condiciones para el animal, ya que estaba apresado, por lo que el comportamiento observado es el de una situación de máximo estrés. Además, el ángulo de la cámara sólo permitió obtener imágenes de la corona de brazos y la cabeza del calamar.
¿Cómo encuentran a sus congéneres, ya que no forman cardúmenes o bancos?
Asimismo, al ser fotografías y no vídeo, no se han podido realizar estudios de comportamiento. Existen imágenes de vídeo, pero se trata de un animal moribundo pescado desde un barco, por lo que la información es limitada.
La filmación de un Architeuthis en su medio natural es, pues, un asunto todavía pendiente. Un proyecto de esta índole requiere de expertos, muchos medios materiales y económicos, suerte y un lugar apropiado. ¿Cuál puede ser? Los candidatos con mayores posibilidades son las aguas de Japón, el cañón de Kaikoura y los de Asturias, aunque se ha unido a estas tres áreas el sur de Tenerife, donde existe una colonia residente de calderones tropicales, una de cuyas presas son los calamares gigantes.
Todavía son muchas las incógnitas que precisan una contestación. ¿Cómo utilizan sus enormes ojos? ¿Cómo capturan a sus presas? ¿Cómo encuentran a sus congéneres, ya que no forman cardúmenes o bancos? ¿Cuándo se aparean y reproducen? ¿Dónde efectúan la puesta? ¿Cómo usan los enormes anillos córneos dentados de las ventosas que tienen en sus brazos y tentáculos? ¿Cambian de color? Ni siquiera sabemos cuántas especies hay o si son agresivos. Sabemos que no son comestibles porque acumulan amoniaco en sus músculos para poder permanecer flotando entre aguas sin apenas gastar energía. Esta adaptación metabólica ha hecho que, entre otras cosas, tengan unas aletas muy reducidas, incapaces de impulsarles, aunque les estabilizan cuando se desplazan a reacción, pero ¿lo hace muy a menudo?, y si lo hace, ¿cuál es la distancia máxima a la que se desplaza? Todo son preguntas y más preguntas.
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