Este artículo se publicó hace 15 años.
La sombra de las torturas vuelve a caer sobre el MI5
Binyam Mohamed, el etíope liberado de Guantánamo el pasado mes, responsabiliza a la inteligencia británica de sus torturas en Marruecos
El etíope Binyam Mohamed , que regresó el mes pasado a Londres tras ser liberado de la base de Guantánamo, volvió a acusar a los servicios secretos británicos de participar en sus torturas durante su estancia en una cárcel de Marruecos antes de ser trasladado a la prisión estadounidense en Cuba.
En unas declaraciones a Radio 4 de la cadena BBC, Mohamed -que tiene estatus de refugiado en el Reino Unido- indicó que agentes del MI5 ayudaron a los colegas estadounidenses en los interrogatorios a los que fue sometido tras ser detenido en Pakistán en el 2002. "Si no hubiera sido por la participación británica desde el mismo momento de los interrogatorios en Pakistán, y sugerencias del MI5 a los estadounidenses sobre cómo conseguir que yo respondiera, no creo que hubiera ido a Marruecos", resaltó.
Según explicó, fue interrogado por un hombre de mediana edad que afirmaba llamarse "Jim del FBI" y que hacía preguntas en nombre de la Casa Blanca. En Pakistán, Mohamed dijo que fue interrogado durante tres horas por un agente del MI5 que decía llamarse John y que su labor era apoyar a los estadounidenses que le interrogaban.
Amenazas estadounidensesMohamed estuvo cuatro años encerrado en el campo de detención de EEUU en Guantánamo, y era el último preso con derecho a solicitar su regreso al Reino Unido.
En 1994 solicitó asilo en las islas y trabajó como conserje en Londres hasta 2001, cuando viajó a Afganistán y Pakistán para, según sus abogados, superar su adicción a las drogas. El etíope fue detenido en 2002 en Pakistán y, según sostiene, fue trasladado por la CIA desde EEUU a una cárcel de Marruecos, donde asegura que pasó 18 meses y fue torturado.
En 2004, Mohamed fue trasladado a Afganistán, país desde el que se le transfirió a Guantánamo.
Su caso saltó a los medios de comunicación después de que dos jueces del Tribunal Supremo británico se negaran a publicar los documentos que certificaban esas torturas por miedo a las represalias de EEUU. La Casa Blanca amenazó con cancelar todas las acciones conjuntas de inteligencia si los papeles salían a la luz.
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