Este artículo se publicó hace 15 años.
Sergio Ramírez alerta sobre los efectos de "desestabilización" de la crisis
El escritor y ex vicepresidente nicaragüense Sergio Ramírez alertó hoy sobre los "graves" efectos sociales y de "desestabilización" que puede acarrear la crisis económica en Nicaragua, un país, en su opinión, con excesiva dependencia de Venezuela.
El escritor, que presenta en Madrid su última novela, "El cielo llora por mí", conversó con Efe sobre literatura y también acerca de la actualidad política, tanto de su país como de Latinoamérica.
Sergio Ramírez, que fue vicepresidente en el primer gobierno sandinista entre 1984 y 1990, advirtió hoy sobre el "error trágico" del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, al considerar a Hugo Chávez "un protector eterno" que siempre le va a tender la mano.
En la medida en que la crisis mundial siga avanzando, dijo Ramírez, Ortega se va a ver "más desprotegido en términos económicos".
Antiguo aliado de Daniel Ortega y ahora crítico con su política, Ramírez observa desde su atalaya de escritor la coyuntura de su país para vaticinar que "los problemas económicos van a tener efectos sociales muy graves y de desestabilización".
Dedicado ahora por completo a las letras, Ramírez ha querido reflejar en el "Cielo llora por mí" el día a día de su país y, sobre todo, de la capital, Managua, una ciudad, que definió, "campesina con adornos de modernidad".
Y para ello ha elegido una historia policiaca, cuya claves, explicó, son "el narcotráfico, el tránsito de la droga desde Colombia a México".
Así, en ese escenario, Nicaragua aparece "como un puente natural para ese tránsito de la droga", lo que a juicio del escritor es un "verdadero drama", al tratarse de un "país pobre, pequeño desguarnecido y con unas fuerzas de seguridad mal pagadas que deben enfrentar el monstruo del narcotráfico, que funciona con dos cabezas una en Colombia y otra en México".
Calle a calle, Ramírez acompaña a los personajes de "El cielo llora por mí", el inspector Dolores Morales y el subinspector Bert Dixon, quienes investigan la desaparición de una mujer.
Ambos, relató Ramírez, encarnan a antiguos guerrilleros exponentes de una "generación desencantada", que consumió su juventud en la revolución y que ahora se ha incorporado al Gobierno, a la Policía o al Ejército.
Armados de humor negro y cinismo, los dos protagonistas de la novela tratan de adaptarse a un medio y a una atmósfera que ha cambiado, pero siempre haciendo gala de valores éticos y huyendo del dinero fácil.
Convencido de que cada novela es "una aventura nueva que nunca se sabe cuánto va a durar la navegación", Ramírez -que visitará en las próximas semanas Haití y EEUU- recalará en mayo en su país para abordar una nueva travesía literaria.
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