Los chilenos renovarán este 13 de diciembre la totalidad de la Cámara de Diputados y la mitad del Senado, en unas elecciones en las que la principal novedad puede ser el retorno del Partido Comunista al Poder Legislativo, del que está ausente desde 1973.
De otra parte, todo parece indicar que se mantendrá el equilibrio actual en el Congreso chileno, donde a la derecha, que ha sido oposición desde el retorno de la democracia, en 1990, le ha bastado sumar poco más de un tercio de la votación para controlar la mitad de los escaños.
Una mitad que desde hace un par de años, a causa del desangre de la Concertación (coalición oficialista), se ha transformado en mayoría.
Este equilibrio -producto del sistema electoral binominal de la Constitución de 1980- es considerado positivo por no pocos analistas, porque obliga a los bloques a la búsqueda de acuerdos, lo que ha sido un pilar de la estabilidad política que ha tenido Chile desde 1990.
Según este sistema heredado del gobierno militar, el país se divide en distritos, a los que se asignan dos diputados, y en circunscripciones, que cuentan con dos senadores.
Para que un partido o coalición obtenga los dos puestos debe obtener más del 66,6 por ciento de los votos, mientras que a la minoría le basta un 33,3 por ciento para impedirlo y llevarse uno de los escaños.
En ese contexto, la oposición de derecha y la Concertación oficialista se han repartido a partes iguales los asientos del congreso durante 20 años, sin que ninguno haya mostrado un interés real por cambiar el sistema, según el analista Santiago Escobar.
Formaciones minoritarias como la izquierda, que por esa razón se ganó el apelativo de "extraparlamentaria", y los independientes han quedado marginados del Congreso, pese a que sus candidatos han obtenido a veces buenos porcentajes.
Otro problema, según Escobar, es la escasísima o nula renovación que ha tenido el Parlamento, donde muchos parlamentarios lo son desde 1990 y siguen como candidatos.
La mayor dificultad para ser reelegido es conseguir la designación como candidato por un partido perteneciente a una de las coaliciones mayoritarias.
Actualmente, el Senado está formado por 18 representantes de la Concertación y 16 de la derecha; además, hay dos desertores de la coalición oficialista (Adolfo Zaldívar y Fernando Flores) y un independiente (Carlos Cantero), mientras otro disidente del oficialismo, Alejandro Navarro, se ha mantenido junto a sus ex compañeros en los grandes temas.
En la Cámara de Diputados, el oficialismo tiene 56 escaños y la oposición 55, alimentados también con los votos de otros cinco disidentes de la Concertación, que cuenta adicionalmente con un independiente.
Todos los análisis coinciden en que esa correlación de fuerzas apenas sufrirá leves variaciones el próximo domingo y que incluso la Concertación puede recuperar algunos de los escaños perdidos por la disidencia.
El gran cambio, según los analistas, puede ser el regreso de los comunistas, que antes del golpe militar de 1973 tenían más del 20 por ciento de votos y una significativa representación parlamentaria que incluyó al poeta Pablo Neruda como senador.
Un pacto instrumental "contra la exclusión", suscrito entre la Gobernación y la coalición de izquierda extraparlamentaria Juntos Podemos sería la vía para el retorno parlamentario de los comunistas.
El acuerdo consiste en que los candidatos comunistas van en la lista de la Concertación y los ganadores serán los que obtengan más votos, sean del partido que sean.
Los comunistas podrían conseguir así hasta tres escaños, mientras que la Concertación espera que los votos de izquierda le ayuden a doblar la votación de la derecha en algunos distritos.
Los candidatos comunistas con posibilidades de llegar a la Cámara de Diputados son el presidente del partido, Guillermo Teillier; su secretario general, Lautaro Carmona, y el sindicalista Cristián Cuevas.
Teillier postula en el distrito santiaguino de San Miguel, un antiguo bastión de la izquierda y en uno de cuyos municipios es alcaldesa Paulina Núñez, una legendaria y carismática dirigente de pobladores.
Carmona, en tanto, es candidato por un distrito en el norte que incluye la ciudad de Copiapó y las localidades de Chañaral y Diego de Almagro, a unos 850 kilómetros de Santiago, también con presencia histórica de la izquierda.
Cuevas, un carismático sindicalista que hace un par de años lideró una larga huelga de unos 28.000 trabajadores contratistas de la minería del cobre, postula en la sureña ciudad de Lota, a unos 540 kilómetros de Santiago y eje de la hoy desaparecida minería chilena del carbón, que durante décadas fue un feudo electoral del partido.
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