El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, llegó hoy a Haití, un día después de la conferencia celebrada en Montreal para establecer las bases de la reconstrucción del país devastado por un potente terremoto.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), que viaja acompañado del primer ministro de Canadá, Stephen Harper, va a poder ver con sus propios ojos los enormes problemas causados por el sismo del 12 de enero que aún sufre Haití.
Recogida de cadáveres, alimentación de la población refugiada, construcción de nuevos campamentos y retorno de la actividad económica son los acuciantes desafíos para el gobierno haitiano y la comunidad internacional.
Cuando han pasado dos semanas, aun no se conoce con precisión las pérdidas de vidas humanas. El ministro del Interior, Antoine Bien-Aimé, dijo hoy a Efe que la cifra de cadáveres hallados es ya "cercana a los 150.000", pero aseguró que "aún quedan muchísimos bajo los escombros".
Según Bien-Aimé, la recogida de los cuerpos de las víctimas aún continúa porque en cada operación de desescombro, que se desarrollan con gran lentitud, aparecen nuevos cadáveres entre los cascotes.
Si bien ayer mismo el titular de Sanidad cifraba en 120.000 los muertos, Bien-Aimé dio hoy esta nueva cifra contando los cadáveres recogidos por servicios del estado, por los gobiernos municipales y por las propias familias, que en unos casos han enterrado a sus difuntos de inmediato y en otros los han llevado hacia el interior del país para enterrarlos en sus lugares de origen.
Por su parte, el director general de la Policía Nacional, Mario Andresol, reconoció que una gran cantidad de cadáveres ha sido enterrada en fosas comunes sin ser debidamente identificados.
El gobierno ha pedido ayuda a la Interpol para intentar avanzar algo en la identificación, si bien no explicó cómo podrá hacerse.
Andresol se refirió también a la situación de la seguridad en la ciudad: el cuerpo de policía que era de 5.000 agentes se ha visto reducido a solo 2.000 para todo Puerto Príncipe, cuya población se calcula en torno a los dos millones de personas.
Además, recordó que 4.000 presos están huidos de la Prisión Central desde el día mismo del terremoto y "probablemente escondidos en Cité Soleil", el barrio más deprimido de Puerto Príncipe, dispuestos a delinquir pero sin pasar todavía a la acción.
En cuanto a las denuncias de que la policía ha disparado balas reales contra grupos de saqueadores, reconoció que ha habido algunos casos y aseguró que hay un oficial detenido y apartado de su cargo tras haberse demostrado su culpabilidad.
Los cientos de miles de personas sin techo -entre 700 y 800.000, según el ministro del Interior- no saben todavía claramente cuáles son los planes del gobierno para con ellos.
De momento, el gobierno va a distribuir unas 30.000 carpas, pero la Organización Internacional de Migraciones (OIM) ha alertado sobre la necesidad de no contentarse con las carpas y de pasar a construir en material más sólido, sobre todo de cara a la temporada de lluvias que comienza en mayo.
Según los cálculos de la OIM, hay 200.000 familias (equivalentes a un millón de personas) que necesitan un nuevo alojamiento o bien reparar los daños del que tienen.
La alimentación para todos estos refugiados la están garantizando ellos mismos o sus vecinos, y las agencias internacionales no han conseguido establecer todavía un mecanismo de distribución de comida y agua regular para toda la población necesitada.
La ciudad dista mucho de tener un aspecto normal, con una gran cantidad de edificios caídos o peligrosamente inclinados, pero se ven signos tímidos de recuperación comercial, y cada vez más tiendas se atreven a abrir sus puertas tras dos semanas de inactividad.
Las colas son cada vez mayores en las oficinas bancarias o las de transferencia de divisas, pero es raro ver tumultos o desórdenes, y los haitianos soportan pacientes horas y horas bajo el sol.
Comienzan a verse camiones de recogida de basura y brigadas de obreros que participan en el desescombro de edificios, pero la sensación es que quedan todavía montañas de cascotes y de basuras por recoger.
La electricidad es un lujo en muchos barrios que dependen de los generadores, que atruenan día y noche con sus motores de gasóleo.
Insulza y Harper son las primeras personalidades en visitar el país tras la Conferencia de Montreal en la que, según el primero, se avanzó "sustantivamente en la coordinación y en la unificación de los esfuerzos" para ayudar a Haití.
"Nadie puede dar una estimación de cuánto se va a demorar la reconstrucción de Haití, por ello es necesario un compromiso de largo plazo", subrayó el secretario general según un comunicado difundido por la OEA.
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