Este artículo se publicó hace 16 años.
El poeta vive y lee
La experiencia vital y lectora del poeta es la clave sobre la que se asienta la escritura, según concluyeron los rapsodas de verbo diverso reunidos hoy en un taller organizado por el festival Cosmopoética en la ciudad califal.
La belga-española Chantal Maillard, Mirta Rosenberg, el palestino Ibrahim Nasralah y el griego Kostas Vrachnos comentaron cómo ellos abordan la creación del poema, de dónde surge su fuerza vital para escribir, el camino que exploran y el nivel de exigencia de su obra. Los cuatro, que viven en diferentes naciones y han bebido de fuentes literarias comunes y también dispares, en esta segunda edición del taller "¿Cómo se escribe un poema?", destacaron que los parámetros que se pudiesen establecer sobre cómo escribir un poema no son válidos para los poemarios de calidad.
"Quien pide reglas sobre cómo se escribe un poema, no va a escribir un poema", debido a que éstas "hay que aprenderlas para poderlas romper", afirmó la reciente ganadora del Premio Nacional de la Crítica 2008 en España, Chantal Maillard, por su libro "Hilos".
Y, asimismo, remarcó que "lo válido es la experiencia del poeta" que es de varios niveles: el personal -que está en la superficie-, el de las emociones -que pertenecen a todas las personas- y otro más profundo, en el que reside una energía que "conforman" a todas las personas, y aquí es donde el poeta "se reconoce en el poema" y consigue transmitir a través del texto.
Maillard (Bruselas, 1951) señaló que "el poeta debe de prescindir del autor, ser humilde como un caracol y llevar el aliento hacia afuera, reconocerse en el poema".
Por su parte, la poeta argentina Mirta Rosenberg partió de la tesis de que el "poema se escribe queriendo y sin querer" y matizó la primera parte, la del querer, "de la que sí se puede hacer cargo" el escritor.
Esta poetisa, miembro de la prestigiosa revista "Diario", reclamó al escritor -en lo que ella denominó el "espacio de la escritura"- "unas exigencias éticas y estéticas de candor, inteligencia y voluntad de estilo".
Entendiendo por candor "el tener -según Rosenberg (Rosario, 1951)- la capacidad de sorprenderse" y por estilo, como una voluntad del autor, porque "no creo -matizó- en la originalidad, hay cuatro o cinco temas de la vida para hablar en literatura".
Por parte del poeta palestino Ibrahim Nasralah -quien estuvo encarcelado en 2006 por un poema escrito hace 20 años- indicó que "(los poetas) escribimos sobre vivencias, sobre todo, sobre lo que nos preocupa y condiciona nuestro futuro".
Nasralah, exiliado desde 1948, confesó: "la lección más importante que he aprendido en mi vida" fue cuando en un poema primerizo "criticaba a mi profesor (del colegio) de lengua árabe y meses después (éste) falleció".
Entonces, tras esa experiencia vital este ex periodista pensó que "la poesía tiene que estar con la gente y no en contra de ella", porque "la poesía es como una planta y el mejor sitio para que crezca es el corazón de la persona".
Para Nasralah -que nació en 1954 en el campo de refugiados de Wehdat, cerca de Amán (Jordania)- "el poeta siempre es melancólico por naturaleza, porque el volumen de injusticias que hay en el mundo es muy grande".
Asimismo, este autor -que ha sufrido la censura de su extensa obra durante años- describió que la escritura como "un viaje profundo y eterno que el poeta realiza hacia su propio ser", porque éste "no sabe lo que va a pasar hasta que se empieza a escribir".
Por último, el poeta griego Kostas Vrachnos (1975), breve en su intervención como un haiku, afirmó: "yo escribo por un déficit existencial, por el sentimiento profundo de que no nos hemos adoptado del todo a las condiciones de la existencia" y, también, por una "dosis de narcisismo".
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