Este artículo se publicó hace 12 años.
Peces contra la Verja
Se endurecen los controles en la frontera con Gibraltar en la hora punta de las vacaciones y en pleno conflicto pesquero
Juan José Téllez
"Eso sirve en España o aquí, pero no para cruzar la frontera". El empleado de la Aduana de Gibraltar, vestido con el uniforme veraniego de los bobbies rechaza taxativamente y en un correcto español la pretensión ingenua de un turista que pretendía cruzar al Peñón sin DNI, exhibiendo el carné de conducir. A la vuelta, en el lado rojigualda de este arcaico litigio, la cola de transeúntes es considerable y las medidas se extreman si llevan tabaco: "Los que lleven un cartón, a esa cola", ordena la Guardia Civil, con un gesto mecánico pero sin demasiada crispación. Afuera, la cola de vehículos a un lado y a otro de la frontera es enorme: en parte, porque las vacaciones estivales atraen a una muchedumbre desde la Costa del Sol, la provincia de Cádiz y el resto de Andalucía, pero también en parte por una vieja costumbre que lleva a las autoridades españolas a aumentar los controles fronterizos cada vez que hay un conflicto político entre Gibraltar, el Reino Unido y nuestro país. Y ahora, las aguas bajan turbias y nunca mejor dicho.
Los peces que el gobierno socialista de Fabian Picardo impide pescar para preservar los caladeros locales, ha provocado más de un roce entre los responsables públicos de un lado y otro de este viejo contencioso cuyo Tratado de Utrecht cumplirá tres siglos en 2013, sin que nadie parezca que vaya a celebrarlo. Uno de los últimos episodios en este tira y afloja se relaciona con la salida a faenar, el pasado lunes, de tres barcos de la cofradía de La Línea de la Concepción, que fueron interceptados por lanchas de la Royal Gibraltar Police, que les hicieron saber la prohibición vigente, pero no llegaron a abordarles como en otras ocasiones.
Francisco Gómez, titular del "Divina Providencia", ha recibido una notificación judicial de Gibraltar
Sin embargo, al menos el armador de uno de ellos, Francisco Gómez, titular del "Divina Providencia", ha recibido una notificación judicial de Gibraltar por la que le cita a declarar el 21 de septiembre ante la Corte del Peñón, acusado de cuatro delitos cometidos desde el mes de marzo, al persistir en sus tradicionales labores de pesca en las aguas que Gibraltar reclama como suyas. Eso sí, todavía no sabe muy bien de qué delitos se le acusa porque el papel que recibió estaba escrito en inglés y él sólo entiende de mareas y corrientes: "Supongo que al final iré al juez, no queda otra, pero veremos que ocurre", añade el propietario del barco, que sigue embarcándose a bordo.
El agua del Estrecho salpica sobre la Focona, como llaman en el spanglish local a The Four Corners, el área donde está instalada la zona fronteriza. Allí, en un español rudimentario, la asociación "The Defender of Gibraltar Group", que podría traducirse como el Grupo Defensor de Gibraltar, ha hecho saber su opinión sobre las lentas colas que estrangulan la vida cotidiana de los ciudadanos, entre ellos los más de cuatro mil trabajadores españoles que cruzan dicho paso a diario: "Esta cola es traído a ustedes por cortesía de la política represiva del Reino de España, que intenta presionar a un pequeño país de 30.000 habitantes a renunciar a su prosperidad, su soberanía y su derecho a la autodeterminación".
En el Peñón, se calientan motores para el Gibraltar National Day, el gran día de las banderas albirrojas con que los gibraltareños conmemoran su identidad colectiva. Tendrá lugar el próximo 10 de septiembre y este año promete intensidad en los discursos. Por un lado, el nuevo Gobierno del socialista Fabian Picardo ha vuelto a dejar la organización de esta efeméride en manos del Self Determination Group, un movimiento asociativo por la autodeterminación cuya presión logró la complicidad de los partidos locales para forzar una reforma de la Constitución local y cerrar filas contra la soberanía compartida de la Roca que llegaron a negociar sin suerte Tony Blair y José María Aznar a comienzos de la pasada década.
"La opresión sigue siendo la opresión, no importa la forma que adopta"
Defenders of Gibraltar es otra asociación, de más reciente creación, a la que representan voluntarios como Gareth Gingell o Gerald Struggles, que recorren la cola con sus octavillas en las que acusan de esta "sórdida" medida de presión a las autoridades de España y animan a los conductores indignados a enviar correos electrónicos o cartas "a un representante de política española o un miembro del Parlamento Europeo". "La opresión sigue siendo la opresión, no importa la forma que adopta", puede leerse en dichos documentos.
No es la primera vez que Gibraltar intenta buscar la complicidad de quienes sufren las retenciones. Incluso su gobierno ha llegado a colocar paneles en español y en inglés informando de dichas circunstancias a quienes deben aguardar hasta tres horas a poder cruzar dicho paso. Y aunque tanto las autoridades españolas como las gibraltareñas han intensificado su lucha contra el menudeo del contrabando de tabaco, no parece que esta sea la mejor fórmula para combatir dichos ilícitos.
En el Peñón, se calientan motores para el Gibraltar National Day
Durante los últimos seis años, este tipo de conflictos solían resolverse en el llamado Foro Tripartito que reunía, con voces independientes, a representantes del Gobierno español, del británico y del gibraltareño. Quizá por ello, el Partido Popular insistió en suprimirlo, haciendo valer su defensa de una postura tradicional en materia de soberanía y de interlocución diplomática con el Peñón, con independencia de que en dicho formato negociador sólo se abordaban cuestiones domésticas que en principio no rozaban el nudo gordiano del contencioso hispanobritánico: "De hecho, sirvió por ejemplo para desbloquear el pago de las pensiones a los antiguos trabajadores españoles en Gibraltar", afirma un responsable público gibraltareño, convencido de que este conflicto pesquero habría encontrado ya una vía de salida si se hubiera mantenido esa fórmula. No obstante, el gabinete de Fabian Picardo, un ministro principal que no suele tomar decisiones por su cuenta y riesgo sino que las somete a consulta entre sus ministros, trabaja en una posible alternativa para aminorar el paro biológico y que este pulso no se le vuelva en contra.
Ayer mismo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea rechazó un recurso presentado por Gibraltar que pretendía evitar que España incluyese las aguas británico-gibraltareñas que reclama en la zona de protección del Estrecho Oriental. Dicha instancia judicial no reconoce implícitamente la españolidad de dicha zona sino que, desde el punto de vista de la protección medioambiental, entiende que España y el Reino Unido deben afrontar sus recíprocas responsabilidades en las seis millas que se disputan. A las autoridades comunitarias parece importarles más, en ese contexto, la coherencia de la aplicación de la directiva Habitats por parte de dos socios comunitarios, y no una disputa colonial que lleva trescientos años sin resolverse.
Blair y Cameron, tú a Gibraltar y yo a MallorcaMientras David Cameron, el primer ministro británico, y su esposa Samantha tomaban café en Mallorca, desatendiendo el catastrofismo anti-español de los tabloides británicos, su predecesor Tony Blair prefería darse un garbeo por Gibraltar. Ocurrió la pasada semana pero no ha trascendido hasta hoy: el socio de José María Aznar y de Georges Bush en el trío de las Azores llegó al Peñón acompañado por su esposa Cherie y por sus hijos a bordo de un yate de lujo denominado "The Journey" y propiedad de un multimillonario malayo que decidió ponerle a su barco el mismo nombre que el título de las memorias del anterior inquilino del número 10 de Downing Street. La embarcación fondeó en el puerto deportivo de Ocean Village y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, acudió preceptivamente a darle la bienvenida al ilustre huésped, a pesar de que en el Peñón no cuenta con demasiados simpatizantes porque, en su día, intentó negociar una fórmula de retrocesión de la soberanía local a España, sin tener en cuenta en principio la negativa de sus habitantes a cambiar su estatus británico. En tres horas, el veterano líder laborista, que aprendió a tocar la guitarra flamenca en Córdoba, estaba de vuelta rumbo a Benahavis, la localidad malagueña que habían escogido para su veraneo.
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