Este artículo se publicó hace 13 años.
Nueva Delhi: Aventuras asiáticas sobre tres ruedas
Igor García recomienda moverse por la capital india en 'autorickshaws'
Tres ruedas, carcasa metálica, techo de lona y sin puertas. Si estás en Nueva Delhi y ves pasar cerca un vehículo con estas características, no lo dudes: deténlo cual taxi en España y recorre las calles de la capital de la India como si fueses un autóctono más.
Es lo que recomienda Igor García Barbero, periodista de la agencia de noticias española Efe en la delegación del sur de Asia. Llegó a Nueva Delhi hace ocho meses, procedente de Islamabad (Pakistán), y desde el primer día, los autorickshaws o rickshaws (motocarros o triciclos motorizados) se colaron en su vida cotidiana. "Nueva Delhi es una ciudad muy grande y para conocerla hay que hacer muchos kilómetros. Los rickshaws son muy útiles, están en todas partes y montarse en ellos es una buena manera de relacionarse con la gente local", explica.
Estos carros, ahora motorizados, fueron arrastrados en sus orígenes por personas andando
Los autorickshaws actuales funcionan con gas natural comprimido, pero en su origen "eran personas las que tiraban del carro donde se montan los pasajeros", cuenta Igor. Inicialmente, lo hacían con los brazos (modalidad que ya ha sido prohibida) y luego, con una bicicleta. Los bicirickshaws y sus variedades son, según este periodista, "el último eslabón del transporte popular en India".
Los conductores de estos carros son "trabajadores muy humildes", cuenta Igor, "a menudo inmigrantes de otras zonas más pobres del país que se ganan la vida como pueden". Eso, sumado al arte de los indios para regatear, hace de los propietarios de los rickshaws unos auténticos profesionales del timo. Aunque en los últimos años se ha impuesto el taxímetro, la mayoría de conductores "intentan saltárselo a la torera, sobre todo cuando el cliente es extranjero", advierte Igor, que añade que el trayecto mínimo es de dos kilómetros y cuesta 20 rupias (30 céntimos de euro). Por cada kilómetro de más, hay que pagar diez rupias.
Igor también ha sido víctima de la picardía de los conductores de rickshaws: "Me han llegado a pedir más dinero por llevar una mochila, por viajar con acompañante o por ser un día determinado. Además, si no quieren ir al destino que tú les dices, no te dejan montarte", cuenta.
Como vivir en la selvaLo mejor, según él, es tomárselo con humor y entrar en su juego. "Si ellos son pesados, tú puedes serlo más", recomienda este periodista, que advierte de que los conductores suelen "engañar a los turistas para llevarlos a tiendas donde reciben comisiones".
Avisados de los riesgos, toca disfrutar del viaje. Igor recomienda fijarse en la decoración del vehículo: "Ponen fotos enormes de actores y actrices de Bollywood [la industria del cine indio] y pintan ojos y labios de mujer en los espejos retrovisores de manera que cuando uno se mira en ellos, en el rostro se solapan estos dibujos", explica. Aun así, lo mejor de todo, dice Igor, son "las estatuas de sus dioses hindúes y la retahíla de amuletos para atraer buena suerte". Una superstición que no es ninguna tontería teniendo en cuenta que las normas de conducción brillan por su ausencia, por lo que la seguridad no está garantizada. "Un día, el rickshaw donde viajaba perdió una rueda por el camino", recuerda Igor, que colecciona un montón de anécdotas propias, dice, de un país en vías de desarrollo: "Es como vivir un poco en la selva".
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.