Este artículo se publicó hace 13 años.
Novecento
La prueba de fuego del discurso de Rubalcaba y de su próxima campaña se condensa en varias preguntas: ¿Sacará de la desmovilización al militante desencantado?, ¿conseguirá poner en marcha al cargo socialista que acaba de perder su posición en miles de ayuntamientos y en varias comunidades?, ¿atraerá a las familias en las que todos sus miembros están en paro?, ¿logrará dar esperanza al trabajador que lleva meses buscando empleo?, ¿verán en sus palabras un rayo de luz los hipotecados y los que se enfrentan al desahucio de sus viviendas? y, en fin, ¿seducirá su reforma electoral a los indignados?
A finales de 1999, Joaquín Almunia hizo un viraje de 180 grados y ofreció un pacto a IU ante las elecciones de marzo de 2000. En enero, el entonces secretario general del PSOE elevó formalmente la propuesta y el 7 de febrero, tres meses antes de los comicios, selló el pacto. Durante el acto, en el palacio de Cristal de Arganzuela, sonaron durante algunos minutos los acordes de la banda sonora de Novecento, el filme de Bernardo Bertolucci de 1976.
Ese viraje oportunista de última hora le aportó a José María Aznar su inesperada mayoría absoluta. No por un avance significativo, que supuso un incremento de 600.000 votos sobre 1996, sino por un retroceso de 1,5 millones de votos del PSOE-Progresistas, que nutrieron la abstención. El viraje y pacto, pues, no supusieron un acicate para que los votantes socialistas se pusieran en marcha, sino todo lo contrario.
Rubalcaba no caerá en esta deriva. Ni sus propuestas suponen realmente un "giro a la izquierda". Pero la prestidigitación que supone abandonar un Gobierno (en realidad todavía es vicepresidente) que se comporta como un rehén de los mercados y al día siguiente cambiar, aunque más no sea, el lenguaje parece evidente.
Se da la extraña y surrealista paradoja de que no habiendo en este país un programa económico y social alternativo por parte del PP (así como en Portugal, la derecha de Passos Coelho profundiza las medidas de José Sócrates, cabe esperar que Rajoy amplíe el ajuste de Zapatero), le ha salido al Gobierno una virtual y presunta oposición desde su propio partido. Como suele decirse, a la fuerza ahorcan.
Rubalcaba ha diseñado más un programa de oposición que de gobierno. Y las bases están en la defensa del 9 de mayo de 2010, el programa de ajuste, por el que Rubalcaba ha agradecido a Zapatero sin doblez, y a la promesa que no se volverá a caer en los errores de los déficits públicos "porque no es verdad que sean progresistas". ¿Nadie le ha explicado a Rubalcaba que su Gobierno tuvo superávit fiscal del 1% en 2005, del 2% en 2006 y del 1,9% en 2007, y que los déficits del 4,8% en 2008 y del 11,2% en 2009 fueron, en parte, producto de la caída de la recaudación y del aumento de las prestaciones de desempleo? ¿O que la deuda pública estaba a finales de 2010, ¡después de la que había caído! en el 62% del PIB, apenas dos puntos más que en el año 2000?
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