Este artículo se publicó hace 14 años.
Niños no necesitan evitar la altitud tras padecer mal de montaña
Por Genevra Pittman
Los niños que se enferman enexcursiones en altura no tienen que evitar la altitud ni tomarfármacos para evitar el mal de la montaña.
Un nuevo estudio efectuado en Suiza y publicado en larevista Pediatrics comparó cuántos niños y adultos tenían dolorde cabeza, mareos y problemas estomacales y del sueño durantedos viajes a los Alpes suizos.
Los adultos que se enfermaron en el primer viaje, sevolvieron a enfermar en el segundo viaje, no así los niños.
"No hay que utilizar el hecho (de que un niño) sufrió deenfermedad aguda de montaña para decirles a los padres que notienen que volverlo a exponer", dijo el doctor Urs Scherrer,coautor del estudio y del Centro Hospitalario Universitario deVaudois, en Lausana, Suiza.
El mal de montaña, o enfermedad de la altitud, se vuelve unproblema a partir de los 2.400 metros de altura, donde haymenos oxígeno en el aire y en la sangre de las personas que noestán aclimatadas al aire más puro.
Esa falta de oxígeno puede hacer que los vasos pierdanpequeñas cantidades de fluido dentro del cerebro. Esto producedolores de cabeza y náuseas. Pero rara vez esos síntomas seagravan y suelen desaparecer en uno o dos días, segúnScherrer.
Su equipo reunió a 27 niños y adolescentes y a 29 adultosque hacían ejercicio y no eran obesos. Los llevó en tren a laEstación de Altura Jungfraujoch, en Berna, Suiza. La estaciónse encuentra a 3.400 metros. El viaje comenzó a menos de 600metros.
Los participantes pasaron dos días y dos noches en laestación de investigación, y salieron a caminar el segundo día.Repitieron el itinerario entre ocho y 12 meses después.
En ambos viajes, los participantes respondieroncuestionarios sobre síntomas asociados con la altura. En elprimer viaje, 18 adultos y seis niños se enfermaron por elcambio de altitud.
La segunda vez, 14 de los 18 adultos que se habíanenfermado en el primer viaje se volvieron a enfermar, peroningún adulto sin síntomas la primera vez tuvo síntomas del malde montaña.
Sólo cuatro niños se enfermaron en el segundo viaje, peroninguno de ellos lo había hecho en la primera excursión.
Aunque el estudio fue pequeño, "los resultados fueronconsistentes", dijo Robert Roach, director del Centro deInvestigación de la Altitud, de la University of Colorado enDenver, y que no participó del estudio.
Los resultados demuestran que los padres pueden llevar asus hijos en excursión a la montaña o a esquiar aunque se hayanenfermado antes, quizás con ibuprofeno en la valija por sivuelven a tener dolor de cabeza, explicó Roach.
También sugieren que los niños son menos propensos que losadultos a enfermarse por la altura, algo que para Scherrer fue"de algún modo sorprendente".
FUENTE: Pediatrics, online 2 de mayo del 2011
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