Este artículo se publicó hace 13 años.
Los negocios de Rita con la Iglesia
Suelo público al servicio del interés privado
Las elecciones del domingo van por barrios. La ciudad de Valencia es una fantasía megalómana de Rita Barberá. Desde que accedió al mando, hace ya la friolera de 20 años, sus gustos no han respetado el más mínimo rasgo de nobleza. La especulación inmobiliaria y el destrozo del bien común han presidido sus políticas municipales. La ciudad es un envoltorio turístico sin nada dentro. Su icono principal, esa inacabable Ciudad de las Artes y las Ciencias, no es más que un fondo de cartón piedra para las fotografías de bodas, bautizos y comuniones. El mismo Museo de la Ciencia Príncipe Felipe es un contenedor donde lo científico es de tal chapucería que hasta su artilugio estrella, el Péndulo de Foucault, gira al revés. La Copa América se fue a otra parte y sus restos son como el poblado fantasma que saca William Wellman en su magnífica película Yellow Sky.
Si la dama paradójicamente siempre vestida de rojo hubiera leído a Walter Benjamin, sabría que la mejor ciudad es aquella donde el visitante tiene la maravillosa posibilidad de extraviarse. En Valencia eso es imposible porque Rita Barberá y su equipo gobernante han decidido los puntos que vale la pena visitar: esas arquitecturas mastodónticas que la convierten en un decorado de Samuel Bronston.
La Valencia de Barberá es un envoltorio turístico sin nada dentro
Mientras tanto, los barrios se caen de abandono. La caja de las inversiones se la lleva Santiago Calatrava hasta por obras que ni siquiera llegó a comenzar. Para lo demás no hay un puñetero euro. Y otro detalle: una de las cosas que más le gusta a la mujer es convertir el suelo público en privado. Lo último entre sus barrabasadas: el populoso barrio de Campanar, al norte de la ciudad. Hasta hace unos meses estaba allí el Hospital La Fe, un centro que acogía el mayor número de pacientes de la sanidad pública valenciana. Ahora ese hospital ha sido desmantelado para trasladarlo lejos del casco urbano. La decisión aumenta su gravedad al saltar a la palestra, hace unas semanas, una noticia bomba: Rita Barberá recalificaba y ponía en bandeja a la Universidad Católica unos terrenos del barrio destinados a infraestructuras educativas públicas. ¿Y saben ustedes para qué ese casi regalo de suelo público a unos particulares?: pues para que la Universidad Católica construya ahí un hospital privado. La candidata del PP a la alcaldía de Valencia borra abruptamente del mapa un hospital público y a menos de un kilómetro alimenta la construcción de otro para que se forren sus amigos de la iglesia. ¡Señor qué cruz!
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