Este artículo se publicó hace 17 años.
El muro y la diáspora convierten en un lujo vivir en Jerusalén
Aunque separados ideológicamente, los habitantes tanto del oeste judío como del este árabe de Jerusalén comparten una queja: la espectacular subida del precio de la vivienda tras los años más duros de la Segunda Intifada.
Los motivos de esta escalada inmobiliaria son muy diferentes a uno y otro lado de la ciudad, aunque en ambos casos suponen un claro espejo de las consecuencias del conflicto palestino-israelí en el día a día de sus habitantes.
Cada mañana, Hussein Ahmed ve el muro de Cisjordania cuando abre la ventana de su casa en el Monte de los Olivos, en la parte oriental de Jerusalén.
Lo hace con lástima por sus compatriotas palestinos, pero con el alivio de poder ejercer como taxista en su ciudad de residencia sin tener que sufrir a diario las esperas en los puestos de control militar israelíes de esa barrera.
"Cuando me mudé desde Arram (Cisjordania), el muro no había comenzado a construirse, pero ya sabía que para mi trabajo sería complicado", dice antes de precisar que el terreno en que se asienta su nuevo hogar ha doblado su precio desde entonces.
No es el único que se ha establecido en Jerusalén desde que en 2002 empezó a levantarse esa combinación de cercas, bloques de hormigón y equipos de vigilancia que Israel llama "valla de seguridad" y los palestinos "muro del apartheid".
Ahmed Mohamed explica cómo en 2004 su familia se mudó a Jerusalén tras malvender sus tierras en Abu Dis, un poblado afectado por el desempleo y el cierre de comercios desde que quedó al este del muro.
"Nadie quería comprar nuestra vivienda. Aquí llegamos tarde, cuando las casas de trescientos dólares valían quinientos pero es que ahora cuestan setecientos", comenta en su peluquería de la antigua ciudadela.
Los testimonios coinciden en las calles de Jerusalén este: las casas en venta o alquiler son pocas y caras.
¿Y construir?.
"Toda edificación en barrios palestinos está virtualmente prohibida" por las autoridades israelíes, que rechazan las solicitudes incluso en el escaso siete por ciento de Jerusalén oriental donde legalmente podrían, denuncia la ONG israelí Betselem.
Por el contrario, casi 200.000 personas se han establecido desde 1967 en una docena de asentamientos judíos en el este de la ciudad.
En contraste, el mismo muro que deteriora la vida de los palestinos ha creado una atmósfera de seguridad en la parte judía de Jerusalén que ha disparado el precio de la vivienda.
Cuando en 2002, en el cenit de la Segunda Intifada, 450 israelíes murieron en atentados terroristas y acciones violentas palestinas, pocos turistas y emigrantes se aventuraban a establecerse en la ciudad santa.
Ahora, la barrera, unida a la tregua de la mayoría de milicias palestinas, ha animado a la diáspora judía a comprar una segunda residencia en Jerusalén.
"Son sobre todo ingleses, franceses y estadounidenses de clase media alta. Muchos lo hacen por ideales sionistas y otros por motivos religiosos", explica Baruch Finkelstein, regente de una franquicia en Jerusalén de la inmobiliaria Remax.
"Todo lo que sea céntrico y no caiga lejos del Muro de las Lamentaciones se vende como rosquillas", apostilla.
En algunos barrios, como el chic Colonia Alemana, el coqueto Yemín Moshé o el residencial Talbíe, la diáspora ha hecho doblar los precios en los últimos cuatro años, agrega.
El profesor de la prestigiosa Universidad Hebrea de Jerusalén y fundador del Instituto Futura de desarrollo de la ciudad, Shlomo Hasson, advierte, sin embargo, de los riesgos de esta dinámica.
"Es una tendencia muy positiva, pero hay que hallar un equilibrio entre los intereses de los residentes y de quienes compran y no pasan en la ciudad más de treinta días al año", lo que convierte algunos barrios en fantasmales durante el resto de meses, señala.
Para Hasson, la explosión de las compras es "ante todo fruto de la globalización" y plantea a las autoridades israelíes el dilema "entre el libre mercado y asegurarse a la vez una mayoría judía en Jerusalén, si mañana empiezan a comprar casas no judíos".
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