Este artículo se publicó hace 13 años.
El mono en la India es dios y villano
Adorados por el hinduismo, en el que aparecen encarnados en uno de sus dioses, los monos campan a sus anchas en muchas ciudades de la India, donde a menudo llevan la convivencia con sus parientes humanos a una situación límite.
Un bebé "sustraído" de su cuna por un mono y llevado al tejado de una casa, y un hombre de 65 años "muerto a mordiscos" por unos simios, son noticias aparecidas durante el último mes en la prensa india que ponen de manifiesto lo delicado de la situación.
El problema es que en el otro extremo de la balanza el dios Hanumán, mitad mono y mitad humano, se trata de una de las deidades hindúes con más devotos, ya que representa el coraje y la amistad entre otras virtudes, por lo que los monos son altamente respetados.
Y en los templos destinados a adorar a ese dios-mono los simios forman parte del paisaje, lo que para algunos es un "problema" y para otros una "bendición".
Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el centro de Nueva Delhi, en el arena conocida como Connaught Place, donde está el templo de Hanumán más conocido de la capital india.
Para el sacerdote del templo, Ishwar Dayal Sharma, los monos merecen devoción ya que, según explicó a Efe, "Hanuman otorga a los creyentes paz y salud".
Algo que explica, de acuerdo con el sacerdote, que muchos devotos alimenten con bananas a los monos que habitan en los alrededores, donde los simios completan su dieta, en disputa con los mendigos, en los contenedores de basura.
Eso, cuando no tienen éxito en el intento de penetrar en las viviendas, rodeadas por alambradas y que los inquilinos han convertido en auténticos fortines.
En otros casos la receta es contratar un espanta monos profesional.
Esa es la opción elegida por el Instituto Cervantes, próximo al templo de Hanumán y cuya autoridades cuentan con los servicios de un profesional de ese tipo para que espante a los macacos.
"Aquí vienen unos 250 monos todos los días y, aunque es muy difícil espantarlos, no les tengo miedo", comentó a Efe Suraj, el espanta monos del Cervantes, que cuenta con 25 años de experiencia a sus espaldas.
Aparte de los gritos, las armas de Suraj contra los simios son un palo, un tirachinas y un langur, un mono alargado, de cara negra y cuerpo grisáceo, que espanta con su presencia a congéneres mas pequeños pero no por eso menos peligrosos.
El trabajo de Suraj no resuelve siempre, sin embargo, el problema que plantea la incomoda vecindad de los simios.
Una profesora del Cervantes, Pilar Ordín, explicó que un día dejó abierta "la ventana del aula durante una pausa, y cinco monos entraron en clase, destrozándolo todo".
"Se comieron gomas, rompieron libretas y vaciaron papeleras. como no estaba el hombre del langur, los de seguridad tardaron mucho tiempo en echarlos", relató.
El problema se ha hecho más acuciante en la medida en que Nueva Delhi, de unos 16 millones de habitantes, crece de continúo y se extiende por zonas boscosas, de reciente urbanización.
Y esas zonas son el hábitat natural de los simios, que han acabado por adaptarse a la selva de asfalto.
Según datos de 2008 proporcionados por el gobierno capitalino, el número de monos superaba ya entonces los 20.000 en la ciudad, donde no solo vecinos e instituciones docentes padecen la invasión de los monos; también la sufren los centros médicos.
"Aquí tenemos problemas con los monos 24 horas al día", sentenció un guardia de seguridad del hospital AIIMS, en el sur de Nueva Delhi uno de los más importantes de la India.
Un doctor del centro médico, que no quiso ser identificado, expuso la situación con más crudeza.
"Los monos recorren los pasillos del hospital y muerden a la gente para quitarles la comida", explicó, en alusión a que los pacientes suelen hacer 'picnics' con sus familiares cerca de sus habitaciones.
"El langur los espanta, pero cuando éste se va, los monos vuelven", concluyó el doctor.
Por Moncho Torres
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