Este artículo se publicó hace 15 años.
El Mio Cid, ¿un árabe empuñó la tizona?
La profesora Dolores Oliver siembra la polémica afirmando que Rodrigo Díaz de Vivar fue musulmán, destruyendo la imagen del caballero cristiano y salvapatrias que se creó en el franquismo
La pluma que cantó las gestas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, el icono del cristianismo, tenía sangre de infiel. Al menos, así lo asegura la tesis que acaba de presentar la profesora Dolores Oliver, El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe, que ha provocado revuelo entre los especialistas. "Soy consciente de que he tirado por la borda el trabajo de muchos investigadores", dice Oliver a Público. No sólo eso: con su argumento sobre los rasgos arabizados del héroe, también ha destruido la imagen del Cid como guerrero castellano, salvapatrias y matamoros.
En el círculo universitario, la tesis de una autoría árabe ha provocado una especial división entre los arabistas, alineados con la teoría de la profesora, y los medievalistas, que defienden la teoría oficial de que los orígenes del Cantar proceden de un castellano -cristiano- con influencias de la épica francesa y germánica. Una confrontación que, por otra parte, ya se vivió en los años 40 del siglo XX, cuando se ratificó que las jarchas, las primeras composiciones literarias en castellano, tenían un origen árabe.
Así, mientras que Juan Martos, director del Departamento de Árabe de la Universidad Complutense de Madrid, señala que el libro de Oliver es "muy revelador y valiente, porque, además, no dice ninguna tontería", para Alberto Montaner, profesor de la Universidad de Zaragoza y quizá uno de los mayores conocedores del Cantar, "la autoría árabe no se sostiene".
Oliver, que comenzó a trabajar en la posible autoría árabe en 1984, ha basado su estudio en los documentos de los tiempos del Cid (entre 1043 y 1099), que retratan una época donde los señores feudales se rodeaban de poetas árabes que, como modernos asesores, montaban los discursos de propaganda política. "Ese es el género de este poema épico escrito hacia 1095", afirma Oliver, en contra de la teoría defendida por Colin Smith y Ramón Menéndez Pidal, quienes afirmaban que el autor fue un juglar que estudió en Francia o Italia y que lo compuso hacia finales del siglo XII y principios del XIII. "Eso es imposible porque los juglares eran analfabetos que contaban historias que habían aprendido por la tradición oral", apostilla Oliver.
"Las batallas son la prueba irrefutable de que era un héroe islamizado"Para sus colegas arabistas, la prueba que mejor refrenda la teoría de Oliver son las batallas que se narran en el poema. Según Luis Bernabé, profesor de la Universidad de Alicante, "que las batallas son como las de los héroes islámicos y que se muestra a un Cid arabizado es algo irrefutable". Una de las diferencias con respecto a otros héroes medievales europeos, es que "el Cid es mucho más humano y no hace las proezas de superhéroe que aparecen en La canción de Roland, donde de un espadazo, Roland se carga a 50 personas".
Los medievalistas, por su parte, destruyen estos argumentos al afirmar que en "el Cantar no hay rasgos que denoten que es una traducción del árabe al castellano", como asegura Alberto Montaner. Además, para Guillermo Carnero, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Alicante, "la profesora Oliver no ha aportado ninguna prueba que no se conociera ya antes".
Para los arabistas, y mucho más aún para los medievalistas, el argumento más débil de Oliver es el de atribuir la autoría concreta al jurista y poeta Abu Al-Waqqashi. Como afirma Luis Bernabé, "esto sí es bastante provocador. A mí no me cabe duda de que el Cantar salió de un núcleo dónde existía cultura árabe y que fue alguien que lo conoció, pero creo que es arriesgado decir que fue Al- Waqqashi". Para su colega de la Universidad de Córdoba, José Ramírez "es algo muy tentador, pero carece de base".
Por supuesto, esta no es la primera vez que la autoría del Cantar de Mío Cid se pone en duda. Desde que se conoció el texto, en el siglo XVIII, surgieron numerosas teorías acerca de su autor. La que más se ha mantenido en el tiempo es la que señala que fue un tal Per Abbat en 1207, según aparece en uno de los explicit del Cantar, aunque "esta teoría se tiene hoy menos en cuenta y a Abbat se le considera sólo un copista", manifiesta Dolores Oliver.
La problemática con el Cid ha surgido porque su figura literaria se suele mezclar con la histórica y viceversa. Según manifiesta el profesor Juan Martos, de la Universidad Complutense de Madrid, "el Cid ha tenido la mala suerte de que fue convertido en el icono de la derecha. Es el símbolo del cristiano contra el infiel y por eso no se lee con objetividad". Desde otra perspectiva, Guillermo Carnero lamenta que La España del Cid, el libro de Ramón Menéndez Pidal, "fuera estudiado en las academias militares durante el franquismo". Tampoco contribuyó Charlton Heston con la película que protagonizó en 1961.
El libro de Dolores Oliver ha propiciado un debate del papel de la influencia de la literatura árabe sobre la castellana en el medievo. Como afirma Luis Bernabé, "simplemente, la sorpresa que ha causado la tesis de Oliver en la universidad demuestra que todavía existe el prejuicio de que lo árabe es algo ajeno a los españoles. Hasta ahora la historia de la literatura es la de la literatura castellana". Este profesor de la Universidad de Alicante señala que esta tendencia es la que incide en que "todavía nadie haya señalado los elementos árabes o mudéjares que hay en El libro de Buen Amor".
Precisamente, la orientación oficial de la Universidad es la que defienden los profesores Guillermo Carnero y Alberto Montaner. Para el segundo existen muchas dudas sobre la influencia literaria árabe en la literatura hispánica: "Yo no digo que sea imposible, pero una cosa es que existan paralelismos y otra, que haya influencias. Y hay paralelismos con la literatura árabe, pero también con la tradición románica, la germánica e incluso con la eslava". Sin embargo, como ratifica Luis Bernabé, "cada vez hay más voces que hablan de la interconexión cultural entre los dos mundos". El libro de Oliver es un ejemplo.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.