Este artículo se publicó hace 17 años.
Merkel y Tusk quieren un nuevo rumbo en las relaciones bilaterales entre Alemania y Polonia
Berlín, 11 dic (EFE)- La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro polaco, Donald Tusk, acordaron hoy abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales más franca y sin tabúes, tras el desgaste que éstas sufrieron durante los dos años de gobierno de Jaroslaw Kaczynski.
"Hemos acordado que no esquivaremos ningún problema y creemos que los problemas tienen solución", dijo Merkel en una rueda de prensa al término de una reunión con Tusk en la Cancillería, la primera entre ambos desde que éste asumiera el poder.
Tusk, a diferencia de su predecesor, dejó patente su espíritu dialogante y disposición, como Merkel, a tratar los problemas "sin emociones", "buscando la mejor solución para nuestros pueblos" y "en base al entendimiento y la confianza mutua que se espera de dos socios europeos y a la postre vecinos"
Tusk, no obstante, ha heredado de Kaczynski una agenda bilateral empañada por dos proyectos alemanes irritantes para Polonia, la construcción de un gasoducto con Rusia en el Báltico y la apertura de un centro en memoria de los desplazados alemanes tras la II Guerra Mundial.
Respecto del gasoducto, que garantizará a Alemania el suministro de gas ruso sin pasar por Polonia, Merkel y Tusk acordaron poner en manos de sus respectivos ministros de Economía el asunto para que sean ellos los que analicen los pormenores del asunto.
Tusk no expresó como su sucesor rechazo a un proyecto que, según sus detractores, dejaría a Polonia en manos de la voluntad rusa, pero sí recordó que entre los miembros de la UE hay un pacto de "solidaridad energética".
"La seguridad energética, la solidaridad energética en la UE es un principio en el que confiamos", dijo Tusk, que, también en esta cuestión hizo muestra de una actitud constructiva para "llegar a acuerdos satisfactorios con todas las partes, incluido Rusia".
En cuanto al proyecto de construir un centro europeo en memoria de los expulsados alemanes de Polonia, Merkel anunció que enviará una delegación a Varsovia para que explique el proyecto en detalle.
Tusk, reticente como Kaczynski a ese proyecto, había propuesto, justo antes de emprender su primer viaje oficial a Alemania, que en su lugar se abra un museo sobre la II Guerra Mundial en el que estén presentes todas las sensibilidades.
"Es importante reflejar la historia de forma objetiva, sin nacionalismos, con total transparencia y sin monopolios", insistió.
Merkel opinó que esa iniciativa gubernamental es interesante, pero no renunció a la alemana, que reiteró una vez más "no esconde segundas intenciones" y que formaría parte de una red europea de memoriales.
Insistió por ello que el gobierno alemán no respalda ningún tipo de reclamaciones territoriales o económicas de alemanes expulsados del territorio polaco tras la II Guerra Mundial, y que "nadie en Alemania intenta revisar o relativizar la Historia".
"No ha habido ni habrá un cambio de opinión en ese sentido y quiero que quede una vez más muy claro. Alemania no apoya reclamaciones o compensaciones. Ese es un asunto que está zanjado", subrayó la canciller.
Este tema ha levantado muchas ampollas en Polonia tras las reivindicaciones formuladas por un colectivo de expulsados encabezados por Erika Steinbach, cuya dimisión sugirió Tusk.
"No quería pronunciarme sobre eso y tampoco hablar de la señora Steinbach, pero creo que si apostamos por la confianza y entendimiento mutuos, es sabio apartar a las personas que no cuentan con la confianza plena de alguna de las partes", dijo.
Tusk aseguró sentirse por lo demás "muy contento" con el ambiente de la reunión, que describió de muy grato de dos personas que se conocen y respetan desde hace mucho tiempo -los partidos que ambos dirigen forman parte del Partido Popular Europeo- "aunque no compartan las mismas posiciones".
"Lo importante ahora es que el nivel de las relaciones entre Alemania y Polonia adquieran el buen nivel de nuestras relaciones personales", añadió Tusk, quien tras su reunión con la canciller fue recibido por el presidente alemán, Horst Köhler.
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