Entrevista a Alicia Torija"La Memoria que tenemos es machista y necesita unas gafas moradas"
Alejandro Torrús
Madrid-
La arqueóloga y doctora por la Universidad Complutense de Madrid especializada en Historia Antigua y Arqueología coordina la obra Mujeres en la Guerra Civil y la Posguerra, que se presenta este miércoles en Madrid. Se trata de una colección de artículos de investigación que ponen nombre y apellidos a las mujeres que han sido silenciadas por la Historia… y los hombres.
"A los humanos les encanta borrar el pasado para volver a comenzar. Y en ese borrar nuestro pasado lo primero que se borra es el nombre de las mujeres. Por eso, a mí me gusta mucho hablar de mujeres y de mujeres del pasado".
La frase es de Alicia Torija y es, posiblemente, la mejor descripción posible tanto para ella como para la propia obra que ha coordinado: Mujeres en la Guerra Civil y la Posguerra. Memoria y Educación. Un libro que, por su título, puede parecer que se trata de un estudio más sobre la Guerra Civil, pero que va mucho más allá. Versa sobre, y por encima de todo, mujeres. De sus historias, de sus vidas, de sus fracasos. Recupera sus nombres, las sitúa en lugares donde la Historia las ha borrado y las reivindica como parte imprescindible del relato. Sin mujeres no hay Historia. No hay relato. No hay Memoria.
El libro se presenta este miércoles en Madrid a las 19.00 horas en la sala Ecoo. Participarán también las coautoras Amalia Pérez-Juez, Manuela Bergerot, Marina Montoto y Ana Messuti. La declaración de intenciones viene escrita directamente en el prólogo de la obra: "Nos planteamos rescatar (una vez más) aspectos de la memoria silenciada. Y así pasamos de los Paisajes de la Guerra Civil y la Posguerra como Espacios Amenazados a dar voz a una historia que ha sido robada y borrada. Hablamos de mujeres generadoras y transmisoras de memoria que han sido sometidas a la amnesia y el olvido".
¿Es machista la Memoria?
Absolutamente. Nuestra construcción de la Historia es machista. Porque los historiadores, los sociólogos, los antropólogos nos formamos en universidades españolas que son 100% machistas. Hace no tanto tiempo un catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, en una conferencia sobre la guerra en el pasado, dijo que las mujeres no pueden investigar sobre la guerra porque no les interesa ya que no participan en ella. Esto está dicho en público y publicado.
"Vivimos en una construcción de la historia machista y nos falta ese relato, el de las mujeres"
Estas lecturas de la Historia o de lo que interesa a las mujeres fomentan que las mujeres se orillen en determinadas investigaciones y que haya otras investigaciones que no se hagan, como por ejemplo el papel de la mujer durante las guerras. Vivimos en una construcción de la historia machista y nos falta ese relato, el de las mujeres.
Hay un testimonio en el libro muy interesante. La arqueóloga Amalia Pérez-Juez Gil habla que cuando, en el año 2000, participó por primera vez en la excavación arqueológica de una línea de trincheras en Madrid en ningún momento concibió el espacio como un lugar por donde podrían haber pasado mujeres. Que no fue hasta tiempo después cuando se dio cuenta de que tanto ella como Jorge Morín habían sido "víctimas de su tiempo" olvidando a las mujeres.
Es que todos y todas tenemos que hacer el ejercicio de ponernos las gafas violetas. Y la Memoria necesita de esas gafas moradas. No por ser mujer tienes ya las gafas incorporadas. Las que llevamos haciendo arqueología mucho tiempo hemos visto libros donde veíamos, por ejemplo, la sociedad metalúrgica y el libro solo hablaba de hombres. Otro que era de campos de batalla, pero volvía a ser un libro que era solo de hombres. Y en este contexto Amalia Pérez-Juez Gil participa en la primera excavación sistemática de un espacio de la Guerra Civil y, obviamente, solo ve hombres. Ha sido después cuando nos hemos dado cuenta de que todos necesitamos esas gafas moradas. Y que, en esas mismas trincheras de la Guerra Civil, donde antes solo veían hombres, ahora también había mujeres, algunas estuvieron batallando, otras haciendo tareas de retaguardia, cuidando, alimentando… Las mujeres estamos, como los hombres, en todas partes.
¿Qué sería y cómo es una Memoria feminista?
Pues es una Memoria que incluye en el relato a las mujeres. Se puede dar un paso más, y hay algunas feministas que lo dan, que dicen que la Memoria feminista está solamente construida por mujeres. Hay feministas que creen que solo las mujeres deben hablar de las mujeres. Yo pienso que no. Este es un libro donde escriben mayoritariamente mujeres, pero para mí es muy importante que quede muy claro que, en el feminismo, en la memoria feminista, tienen que estar los hombres.
"En el feminismo, en la memoria feminista, tienen que estar los hombres"
Yo doy clases en la universidad a chicas y chicos jóvenes y me he encontrado con que hay chicas que huyen de hombres con relatos feministas. Dicen que los hombres no pueden ser feministas o que no deben ser los que den voz a esos relatos. Yo pienso que en el feminismo cabemos todos y que todos somos necesarios. Hace falta que las mujeres construyamos nuestro propio relato y que los hombres participen de él.
¿En esta tarea de construir memoria feminista qué aporta este libro?
El libro pretende ser una especie de enciclopedia o eso, al menos, es lo que nos gustaría de cara al futuro. Esta obra en particular compila investigaciones sobre temas muy concretos: las mujeres en primera línea de batalla; las guerrilleras; las que protegieron nuestro Patrimonio durante la Guerra… Pero faltan temas muy importantes. Es un comienzo. La idea es que conjugara relatos desde diferentes disciplinas: desde la sociología, la antropología o desde una visión de derechos… no solo hay historiadores.
Y, sobre todo, este no es un libro de personas que opinan sobre mujeres y Guerra Civil. No. Estamos rodeados de opinadores profesionales. Las ciencias sociales son ciencias. Los historiadores no estamos aquí porque hemos leído cinco o seis libros. No. Nosotros hacemos investigaciones. Tenemos una hipótesis y la contrastamos. Entonces, este libro aporta investigación, trabajo, y datos. Algunos datos son nuevos y sobre otros ponemos una mirada distinta.
De hecho, investigando e investigando, el libro tiene un capítulo que desmonta la idea de que a partir de la militarización de las milicias republicanas no hubo mujeres en primera línea de batalla. Cuenta el caso de Encarnación Luna, entre otras muchas.
Sí. Ese es un mito ya desmontado y que, además, ha sido construido desde derechas e izquierdas. Muchas veces la información que nos llega se basa en periódicos o en relatos interesados. Nuestro trabajo ha sido ir a los datos, a los concretos, a las fuentes primarias y, efectivamente, hemos visto que hubo un número importante de mujeres batallando y algunas, incluso, en primera línea de batalla después del decreto de militarización de las milicias en octubre de 1936.
Es el caso de Encarnación Luna. Pero también de otras muchas. Por ejemplo: Rosario Sánchez Mora; Enriqueta Otero Blanco; Anita Carrillo Domínguez; Fidela Fernández de Velasco Pérez; Esperanza Rodríguez Gómez o María Elisa García, que murió en combate en el frente de Vizcaya en mayo de 1937.
Es interesante que recite el nombre de muchas de ellas. En el libro creo que es usted quien escribe que lo que no se nombra no existe y pide que escribamos sus nombres, mostremos sus fotografías…
"Cuando nombras estas restituyendo memoria y generando modelos para las siguientes generaciones"
Nombrar es fundamental. Cuando nombras estas restituyendo memoria y generando modelos para las siguientes generaciones. Y, además, siempre que se puede hay que añadir imágenes y fechas concretas. Es importante también ponerles cara y saber contextualizar la época. En el libro, por ejemplo, contamos la historia de Victoria Aparicio, que es la primera concejala de Alcalá de Henares. Pues bien, no tenemos ninguna foto suya. Sólo una foto de su firma.
Y el tema de la imagen es fundamental porque todos construimos memoria con imágenes. Por eso, los grandes museos que trabajan con Memoria, como Chile, Argentina o Ruanda, trabajan con fotografías.
Otras mujeres a las que ponen nombre es a las guerrilleras que lucharon contra la dictadura incluso después de la Guerra Civil o de otras muchas mujeres que hicieron posible que los maquis continuaran con la acción armada durante varios años más. Son dos casos más de mujeres que han sido borradas completamente de la Historia.
¿Has visto La trinchera infinita? Esta película ha visibilizado perfectamente el trabajo que hacían las mujeres que cuidaban a los escondidos del franquismo. Pone en valor que sin mujer no hay nada que contar. No hay caso. No hay heroicidad. No hay nada.
Al leer el título puede parecer que estamos ante otro libro sobre la Guerra Civil, pero que esta vez pone el foco en las mujeres. Sin embargo, tengo la sensación de que ese no es el espíritu del libro. Creo que es un libro sobre mujeres en el siglo XX, que, desgraciadamente, estuvo atravesado por la Guerra Civil.
Totalmente. El libro abarca mucho más que la Guerra Civil. Por varios motivos. Todas las mujeres que viven la guerra, obviamente, nacen antes de la misma y una vez termina el conflicto, si no han fallecido, continúan con sus vidas. Y esas vidas, las de antes y las de después, hay que contarlas. También el cambio que sufrieron las mujeres de vivir en los años 30 a los 40, 50 o 60. Pasaron de comenzar a ocupar el espacio público a ser bombardeadas para que se sientan aplastadas.
"Somos lo que somos hoy día por lo que ellas han sido, por los derechos por los que han luchado y por los derechos que dejaron de disfrutar"
Esa es una historia que también tenemos que contar porque esas mujeres que fueron aplastadas, que se quedaron sin referentes, son nuestras madres. Y nosotras somos lo que somos hoy día por lo que ellas han sido, por los derechos por los que han luchado y por los derechos que dejaron de disfrutar. Esta es una historia de mujeres. Podríamos haberlo titulado algo así como Un libro de mujeres en el siglo XX.
Tampoco hay que olvidar que la Historia está construida mitad y mitad por mujeres y hombres. Por tanto, un relato solo de hombre está dejando fuera al 50%. Nada en la sociedad debe ser ajeno a la mitad que representan las mujeres. Cualquier relato que no incluya a las mujeres no es real. Las mujeres deben ocupar la mitad de la Historia y la mitad del relato. Y es muy importante para las nuevas generaciones.
Tenemos una deuda grandísima con las siguientes generaciones para que ellas tengan los referentes que nosotras no tuvimos. El mundo será más justo si están todos los nombres. Los de mujeres y de hombres.
Y, ojo, no solo de mujeres de izquierdas. También hay mujeres de derechas.
Sí. A veces cuando se construyen relatos que tienen que ver con la Guerra Civil y la posguerra nos hemos focalizado mucho en rescatar a las mujeres de izquierdas. Parece que la izquierda, que es la que ha revindicado determinados relatos, solamente puede hablar de mujeres de izquierdas. Y no creo que deba ser así.
"No quitaría la Cruz del Valle de los Caídos, porque nos ayuda a comprender la Historia y el propio monumento"
Este libro, por ejemplo, rescata la historia de Encarnación Cabré, que es carlista y tradicionalista. Ella y su padre se oponen a la idea de sacar todo el tesoro artístico de España y lo que hace la familia Cabré es irse a vivir al propio Museo Cerralbo para hacer selección de los objetos que había que salvar, fotografiar los que faltaban, tapiar algunos documentos… También en este libro mostramos que estuvo haciendo un trabajo muy similar en el Museo Antropológico y hay una cosa que tenemos que destacar más allá de si eran de izquierdas o de derechas: puso en peligro su vida para proteger el patrimonio de todos. Y algo más importante todavía: todo de lo que se ocuparon en el Museo Antropológico y Cerralbo se mantiene.
La obra también habla de otras mujeres como Pilar Primo de Rivera o Mercedes Sanz-Bachiller. No podemos borrar de la Historia a estas mujeres. Igual que no quitaría la Cruz de Cuelgamuros (Valle de los Caídos), porque nos ayuda a comprender la Historia y el propio monumento, tampoco quitaría a ninguna mujer. Hay que acotarlas, ponerlas en contextos, calificarlas como creamos, pero no podemos ignorarlas. No podemos construir un relato donde no aparecen las mujeres de derechas y eso parece que es un problema para la izquierda. Es un error.
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