Los bancos que recurran a las ayudas del Gobierno de Angela Merkel tendrán que aceptar una serie de condiciones, entre ellas la limitación del sueldo anual de los banqueros a medio millón de euros. Pero se podrán hacer excepciones. Democristianos y socialdemócratas no se ponían de acuerdo en este punto y llegaron al final a una formulación ambigua en la normativa que entró ayer en vigor. El decreto dice que 'en el caso de miembros de los órganos y directores de negocios, una remuneración anual que supere los 500.000 euros se considerará en general inadecuada'.

Otras condiciones son la prohibición de repartirse dividendos y pagar bonificaciones mientras dure la fase de saneamiento. Otro requisito es que ninguna entidad podrá obtener ayudas superiores a los 10.000 millones de euros.

Los primeros en recurrir a la ayuda han sido los bancos de los estados federados alemanes. Como son semiestatales, ya no tienen mucho que perder. El de Baviera, uno de los más afectados por la crisis, pedirá hasta 5.000 millones, según Süddeutsche Zeitung. Su imagen ya está arruinada de todos modos.

Según el semanario Focus, representantes de estos bancos semipúblicos y algunos privados se reunieron ayer para ver la manera de beneficiarse colectivamente de las ayudas, con el fin de evitar daños de imagen si trasciende cuánto dinero necesita cada uno.

El presidente de Deutsche Bank, Josef Ackermann, desató ayer la furia del Gobierno tras declarar a Der Spiegel que se avergonzaría si tuviera que recurrir a ayudas estatales. El viceportavoz del Gobierno de Merkel, Thomas Steg, calificó las declaraciones del banquero de 'extremadamente preocupantes, incomprensibles e inaceptables'. El suizo Ackermann, que gana 14 millones al año, fue uno de los primeros en reclamar un paquete de ayudas y ahora no solo las desprecia, sino que tampoco tiene intención de renunciar a su bonificación anual.