Este artículo se publicó hace 14 años.
Intentan salvar un millón de libros de la trituradora en México
Las editoriales mexicanas comenzaron esta semana a vender a precio de saldo más de un millón de libros que pasaron meses empolvándose en almacenes, para evitar que terminen en la trituradora.
"Salva un libro, no dejes que lo destruyan", es el lema de la feria que empezó el miércoles en un parque del sur de la Ciudad de México y que busca vender los libros que durante meses nadie quiso comprar y por los cuales las editoriales tienen que pagar impuestos por tener almacenados.
Cientos de lectores caminaban el jueves entre pilas de libros acomodados por las más de 100 editoriales que ofrecen los textos. Algunas de las obras más vendidas son las del colombiano Gabriel García Márquez, como "Vivir para contarla" o "Doce cuentos peregrinos" a 20 pesos (1,2 euros).
Por cada ejemplar de la colección "Sepan Cuantos" de la editorial Porrúa, con obras de Miguel de Cervantes Saavedra y otros autores clásicos, había que desembolsar 25 pesos. La biografía de la cantante Gloria Trevi costaba 75 pesos.
Los libros más caros eran los de historia, medicina o arte y se podían conseguir por alrededor de 100 pesos.
"Las ofertas están buenísimas, a mí me sirven mucho porque casi siempre traigo poco dinero", dijo Arturo Martínez, un estudiante que estaba haciendo cola para pagar cinco libros.
La idea de la liquidación -que se espera incluya 1.5 millones de textos- surgió de una asociación civil que convenció a las editoriales de darle una última oportunidad a los libros antes de que los destruyeran para no seguir pagando impuestos.
Parte del problema es la sobreproducción editorial, que se combina con una poca promoción de los títulos.
"Es terrible que tengan que triturarlos porque si no les cuesta más dinero tenerlos en bodegas", dijo Paloma Saiz, directora de la asociación civil "Para leer en Libertad".
Desde 2005, el fisco mexicano considera los libros que se encuentren almacenados en bodegas un activo fiscal que tiene que pagar impuestos, a pesar de que no pudieron ser vendidos.
Si las editoriales donan o regalan los libros, también tienen que pagar impuestos, así que triturarlos o incluso quemarlos es mejor negocio.
Los mexicanos son asiduos televidentes y hasta en el poblado más remoto se pueden encontrar antenas de televisión por satélite sobre casas de adobe. Sin embargo, varios estudios revelan que un mexicano lee menos de tres libros al año de media.
"Lo que estamos tratando de hacer es que los libros no lleguen a destruirse, es una verdadera lástima que esto ocurra", dijo Moisés Miranda, gerente administrativo de una pequeña editorial en cuyo estante se ofrecían novelas de autores desconocidos a razón de tres por 10 pesos.
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