Este artículo se publicó hace 12 años.
Hallan unas partituras musicales del siglo XVIII entre documentación notarial
La escrupulosa labor de archiveros e investigadores para escudriñar documentos y legajos depara a veces agradables sorpresas como el reciente hallazgo en el Archivo Histórico Provincial de Málaga de unas partituras musicales del siglo XVIII insertas entre protocolos notariales.
La aparición de estas partituras para guitarra barroca se complementa con el no menos sorpresivo descubrimiento de un dibujo en el que figura una mujer que parece aprender a tocar este instrumento.
"No sospechábamos que pudiera haber partituras, porque es extraño en archivos así, donde la documentación que se guarda es producida por la administración, y aún más extraño entre documentación notarial", ha explicado a Efe la directora del Archivo Histórico Provincial de Málaga, Esther Cruces.
Para explicar el hallazgo se barajan dos hipótesis, la primera "que el propio escribano o alguien que trabajara en la escribanía fuera autor o aficionado a la música y, cuando cosió este protocolo, insertara las partituras".
La segunda hipótesis es que se trate de "música que se interpretaba cuando se recaudaba la Bula de la Santa Cruzada, porque es música popular, no sacra", ha apuntado la directora del Archivo Histórico.
Las partituras, que están datadas entre los años 1708 y 1722, se encuentran en un delicado estado de conservación, porque "la tinta con la que se hizo el pautado tenía mucho hierro y ha quemado el papel, y éste al estar plegado tanto tiempo también presenta roturas en los dobleces".
Las partituras y el dibujo, protagonistas en enero de la exposición "El Documento del Mes" en el Archivo de Málaga, serán próximamente digitalizados, y se pretende acometer también su restauración.
Esta música podría ser interpretada durante la procesión de la Bula de la Santa Cruzada, que se celebraba en todas las ciudades a comienzos de febrero.
Estas bulas fueron privilegios e indultos expedidos por el Papa a favor de los reyes y reinos de la Península Ibérica, y consistían en la cesión a los monarcas por parte del Pontífice de la recaudación de las limosnas y aportaciones de los fieles cristianos para hacer frente a la guerra contra los infieles.
Para los cristianos, la Bula de Cruzada suponía la concesión de indulgencias, gracias especiales, exenciones matrimoniales y otros beneficios espirituales que se obtenían mediante una aportación económica.
Por ejemplo, los Reyes Católicos obtuvieron una Bula de Santa Cruzada en 1483 para financiar la guerra de Granada, y en 1509 se creó para recaudar los fondos el Consejo de Cruzada, que tenía representantes en algunas ciudades como Málaga, para lo que existían las escribanías de la Santa Cruzada.
José Luis Picón
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