Este artículo se publicó hace 15 años.
Las otras 'gripes porcinas'
La OMS reconoce que las 'pandemias de moda' sustraen fondos para la investigación de otras enfermedades mucho más extendidas y virulentas
El año pasado, un virus arrasó las granjas de ganado porcino en todo el mundo. El microbio enloqueció a cientos de miles de cerdos en los cinco continentes, y muchos de ellos se lanzaron a morder a las personas de su entorno. El virus, fuera de control, también afectaba al ser humano. Los mordidos por los puercos comenzaron a tener náuseas y vomitar a los pocos días. Caminaban desorientados y a menudo se derrumbaban entre convulsiones y alucinaciones. El virus era letal para ellos. Y no existía ningún tratamiento. Sólo en 2008, 55.000 personas, atacadas por los cerdos, murieron en todo el planeta.
Parece un guión mediocre de una película apocalíptica, estilo Estallido, pero esta secuencia es verídica. Y ningún periódico del mundo la reflejó en su portada. La única mentira es que los animales asesinos no eran cerdos, sino perros. La misteriosa enfermedad, causada por un virus mucho más virulento que la actual gripe porcina, era la rabia.
"Nos interesamos por unas dolencias y olvidamos otras", admite la OMSEsta dolencia es una de las zoonosis -enfermedades de los animales que se transmiten a los humanos- olvidadas que más preocupan a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero hay muchas más. La mera comparación de sus consecuencias con las de las enfermedades de moda es sorprendente. La gripe aviar, que desató la histeria en el mundo occidental en 2006, ha matado desde entonces a 120 personas en el país más afectado, Indonesia. La cisticercosis, producida por un gusano y transmitida a los humanos a través de la carne de cerdo, afecta a 50 millones de personas en el planeta y cada año provoca la muerte de unas 50.000.
La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, la famosa variante humana del mal de las vacas locas, ha provocado la muerte de unas 200 personas desde su descubrimiento en Reino Unido en la década de 1980. El alarmismo inyectado en la sociedad por los medios de comunicación provocó, sólo en España y en 2001, unas pérdidas de 140.000 millones de pesetas para el sector ganadero. Este exceso de información contrasta con el tratamiento que se da en la prensa a enfermedades como la leishmaniasis, considerada todavía por muchos españoles como un problema exclusivo de los perros. En la actualidad, 12 millones de personas están infectadas por este protozoo parásito. Y 70.000 mueren cada año en el mundo por la forma visceral de la enfermedad.
Todas estas pestes zoonóticas persistentes, que afectan a millones de personas, son sepultadas cada año por supuestas pandemias de origen animal que amenazan con acabar con el planeta. Ocurrió con la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob y volvió a pasar con la gripe aviar. Ahora podría estar sucediendo lo mismo con la gripe porcina. La excusa oficial es que las zoonosis clásicas, como la rabia, no son noticia porque se conocen desde hace siglos. Pero la realidad es que zoonosis como la propia rabia, la cisticercosis y la hidatidosis "están reemergiendo en algunas regiones, aunque atraigan menor atención pública", según la OMS.
La UE financia según las modas, critica la viróloga Amelia NietoPara algunos expertos, parte de la indiferencia hacia las zoonosis persistentes es culpa de la propia OMS. Incluso para los que están dentro de este organismo. El coordinador del programa contra las enfermedades de origen animal de la OMS, François Meslin, hace autocrítica. "El número de casos es mucho mayor en estas enfermedades olvidadas que en las que salen en las portadas", explica a Público. "El término enfermedades de moda no es correcto del todo, pero es cierto que el peso sanitario de trastornos como la gripe aviar es mucho más débil", añade. Para Meslin, es lógico que la OMS preste una atención particular a patologías emergentes, como la gripe porcina, "pero no es lógico que se haga en detrimento de otras patologías". "El dinero que tiene la OMS es limitado. Nos interesamos por unas enfermedades y olvidamos otras. Desafortunadamente, es así", admite.
Al biólogo Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología (CSIC), este vaivén de los fondos para investigación le crea "frustración". Su equipo ha dado pasos importantes en el conocimiento de los tejemanejes moleculares de la leishmaniasis, en busca de una vacuna para la enfermedad. Pero no encuentra financiación con facilidad, pese a que está en juego la salud de 12 millones de personas. "Los titulares de la prensa deciden una parte de los fondos para investigación. Cuando hay problemas, como ahora, los políticos pierden el trasero por buscar expertos. Y así no se hacen las cosas", critica.
Un círculo viciosoFrente a la improvisación, Esteban propone la creación de áreas estratégicas en las políticas científicas, con presupuestos intocables y garantizados a largo plazo. Sugiere, en suma, que se investigue con el criterio de los científicos, no con el de los políticos. "Cuando hay una alarma social, como ocurrió con la gripe aviar, o ahora con la porcina, los políticos se lanzan a comprar millones de dosis de Tamiflu, sacando el dinero de otros programas. Son medidas políticas, no científicas. Por eso necesitamos áreas estratégicas", clama. El laboratorio Roche ha vendido, en los últimos cinco años, en plena histeria por el virus de la gripe aviar, 220 millones de dosis del antiviral Tamiflu, eficaz también contra la gripe porcina.
Para la viróloga Amelia Nieto, del Centro de Investigación en Red de Enfermedades Respiratorias, se ha creado un círculo vicioso. "Cuando pase la gripe porcina, como ocurrió con la aviar, nos quedaremos con un stock enorme de antivirales. Mientras, otras enfermedades apenas tienen fondos", se lamenta. Nieto estudia las interacciones entre el virus de la gripe y las células infectadas, y hace el mismo trabajo con o sin pandemia. "La gripe es igual de peligrosa ahora que antes del anterior brote. Pero incluso la UE se rige por las modas para financiar sus proyectos", denuncia.
A juicio del catedrático de Sanidad Animal José Manuel Sánchez-Vizcaíno, de la Universidad Complutense de Madrid, la culpa es de la prensa. Imaginemos, dice, que los periódicos se dedicaran cada mañana a informar en sus portadas de los 3.000 muertos que causan cada año las variantes habituales de la gripe en España. A su juicio, con esta sobredosis de alarmismo los españoles irían por la calle con mascarilla. Todo el año.
"Es lícitio alertar, pero no alarmar. Sin embargo, el negocio de la prensa es vender, y sabe que el miedo vende. La prensa ha encontrado un filón, pero acabará agotándolo", pronostica Sánchez-Vizcaíno. "Cuando de verdad venga el lobo, no se lo creerá nadie. La gente se pregunta dónde están los miles de muertos que se calculaban para el mal de las vacas locas, para la gripe aviar, para la porcina. Mientras tanto, se frena el estudio de enfermedades que están matando muchísimo", señala.
Otro ejemplo. La brucelosis, una enfermedad bacteriana incapacitante, afecta a decenas de miles de personas en todo el mundo. En España, se registraron 263 casos en 2007, la mayor parte por consumir queso fresco. Sin embargo, no existe un tratamiento eficaz para esta patología. "La brucelosis no es un problema para los países sajones, por eso se ha dejado de lado", explica Joaquín Goyache, decano de la Facultad de Veterinaria de Madrid. "Estamos gastando ingentes cantidades en enfermedades de moda, sin tener causas reales de preocupación, mientras olvidamos otras que matan, pero matan donde no nos importa".
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