El Consejo de Seguridad Nuclear ha dictaminado, mediante un informe técnico basado en datos objetivos, que la central nuclear de Garoña puede seguir operando diez años más. El cuerpo técnico del CSN dispone de capacidad demostrada para llegar a esta conclusión y su dictamen está sujeto a condiciones e instrucciones técnicas suplementarias, que deben cumplir los propietarios de la central nuclear para seguir con la operación.

Con este informe se demuestra que la central es moderna, que está en un estado perfecto debido a su mantenimiento y a las inversiones realizadas en los últimos años, que el CSN ha realizado su trabajo, independientemente de los aspectos políticos, y que su decisión está subordinada a una revisión en profundidad por la propiedad.

Este informe no es vinculante y la decisión está ahora en manos del Ejecutivo, que tendrá que pronunciarse antes del 5 de julio. En el caso de que su decisión fuese contraria a la del CSN, se entendería que esta es meramente política y desacreditaría el trabajo realizado por el cuerpo técnico del CSN en este caso y, desde luego, el que efectúa normalmente con el resto de centrales nucleares. Tampoco justificaría el esfuerzo que la propiedad de la central viene realizando desde hace varios años.

Esta decisión supone un estímulo para el resto de las centrales nucleares, que en los próximos años tienen previstas sus revisiones de licencia y permitirá garantizar el suministro de energía eléctrica más económica. Si el Ejecutivo, que es el que debe efectuar la decisión final, no ratifica el dictamen técnico, las consecuencias pueden ser importantes, ya que se ha anunciado por diversas fuentes que un abandono de la energía nuclear podría provocar una deslocalización hacia otros países de las industrias que necesitan una seguridad de abastecimiento energético.