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Europa llega a la encrucijada

El fantasma de una abstención sonrojante amenaza con agravar la crisis de la UE. El centro-derecha encabeza las encuestas

PERE RUSIÑOL

No parecen a priori las elecciones más importantes de la historia, ciertamente, y todo el mundo lo sabe. Pero los comicios al Parlamento Europeo, que desde el jueves se desarrollan en los 27 miembros de la Unión y que concluyen el domingo en el grueso de países, incluido España, no sólo sirven para poner en apuros a los gobiernos nacionales. Créase o no, Europa también se la juega.

¿Exagerado? El Tratado de Lisboa sigue empantanado, la Presidencia de turno es euroescéptica y la respuesta a la crisis económica ha sido criticada por lenta e inoperante. Cuando parecía que ya no puede irse a peor, llegan las elecciones y asoma el gran fantasma de la abstención en el único espacio de participación ciudadana en todo el entramado comunitario.

La participación fue de apenas el 45% en 2004 y todo indica que seguirá cayendo, lo que colocaría a la Unión en la UVI y facilitaría la entrada de aún más diputados de extrema derecha en la Eurocámara.

También se la juega hoy Jose Manuel Durão Barroso, el presidente de la Comisión, cuya reelección es muy probable pero aún no segura. Y la socialdemocracia, incapaz de rentabilizar la crisis del neoliberalismo.

El fantasma de la abstención

¿Hasta dónde puede caer la participación para que sea soportable? En 1979, el primer año en que los eurodiputados se eligieron a través de elecciones y no de forma indirecta por los parlamentos nacionales, la participación fue del 63%. Desde entonces, ha ido cayendo de forma sostenida, elección tras elección hasta llegar al 45,7% de los últimos comicios, en 2004. La entrada de los países del Este en el club aceleró la tendencia, que amenaza ahora con convertirse en sonrojante y poner aún más en entredicho la legitimidad de todo el proyecto europeo.

'El umbral de la abstención admisible ya hace tiempo que se superó en la UE; la situación es muy grave', advierte Richard Youngs, analista de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride), que se muestra muy crítico con la actitud de los políticos y funcionarios que construyen Europa: 'Cada vez que hay elecciones o referendos, los políticos dicen que hay que aprender y escuchar a la gente, pero inmediatamente se olvidan, como se ha visto con todos los noes al Tratado de Lisboa'. Y concluye: 'No me sorprende que los ciudadanos no vean las instituciones europeas como algo que les concierne'.Temor a la elección indirecta

Ignacio Molina, investigador del Real Instituto Elcano de estudios internacionales, tira de la ironía: 'Teniendo en cuenta lo que se ofrece en las elecciones, que directamente no producen líderes ni gobiernos, es incluso sorprendente que tanta gente vaya a votar'. Molina advierte de que 'la UE tiene sin duda un problema de legitimación' y teme que, si la baja participación se acentúa todavía más, surjan voces que planteen volver a un método indirecto de elección de los diputados, lo que supondría 'un gran paso atrás en la construcción del demos europeo', todavía pendiente.

El mapa de la abstención es muy diverso. En la vieja Europa se vota más, pero en parte porque en algunos países -Bélgica, Luxemburgo, Grecia, Chipre- el voto es obligatorio, lo que distorsiona el dato. Pero en toda Europa occidental la participación va claramente a la baja, incluso en España, donde se desplomó entre 1999 (63%) y 2004, cuando se situó en la media exacta con apenas el 45%.

Los peores datos, sin embargo, proceden de los nuevos socios de la Europa oriental, que votaron por vez primera en 2004. En cinco países la participación no llegó ni siquiera al 30%. En Eslovaquia la cifra se quedó en el increíble 16,97%.

La desafección del Este añade elementos de preocupación, subraya José Ignacio Torreblanca, responsable en Madrid del European Council on Foreign Relations (ECFR). 'La abstención no es homogénea, lo que agrava los problemas de legitimidad, que ya de por si son importantes', recalca. Y añade: 'Desde Europa siempre nos ha parecido un problema que en EEUU a veces votara sólo el 50%. Pues bien: ¡tenemos un problema!'

Jordi Vaquer, director del Cidob, Centro de Investigaciones de Relaciones Internacionales y Desarrollo, considera que en la base de esta espiral que lleva cada vez a más y más abstención están los medios de comunicación. 'Los medios tienen un efecto desmovilizador porque no hay manera de hablar de Europa. Incluso si un político quisiera hacerlo, tiene que llegar a los votantes a través de los medios, que dan prioridad a la agenda nacional'.

¿Quién dirigirá la respuesta?

En la Eurocámara que se renueva, el centro-derecha tiene una mayoría clara y los sondeos indican que en el nuevo Parlamento, que deberá lidiar con la severa crisis económica, seguirá teniéndola.

El Grupo Popular es el más numeroso (288 escaños, 71 más que el segundo, el socialista) y la suma de las derechas alcanza en conjunto 454 de los 785 diputados. Los sondeos auguran un equilibrio parecido en el nuevo Parlamento, que tendrá menos escaños (736) porque así lo fija el Tratado de Niza, que sigue vigente al no aprobarse el de Lisboa.
Según las estimaciones de predict09.eu, el solvente espacio en la web dirigido por profesores de la London School of Economics y el Trinity College de Dublín, los populares mantendrán una amplia ventaja sobre los socialistas y las opciones de derecha reunirán 423 de los 736 escaños.

¿Tiene la Eurocámara poder real para incidir en la respuesta a la crisis? Los expertos coinciden en que bastante más del que parece, sobre todo si finalmente se aprueba el Tratado de Lisboa, que amplía su poder.

'El Parlamento es débil porque no nombra al Gobierno comunitario, pero en la parte legislativa es más fuerte que los parlamentos nacionales', opina Ignacio Molina, del Real Instituto Elcano, quien agrega: 'En estas elecciones nos jugamos mucho y ya se ha visto en la última etapa con la directiva de servicios, de la jornada laboral de 65 horas, de inmigración, etcétera'.

Le secunda Jordi Vaquer, del Cidob: 'Por su propia dinámica, compleja y de consensos, no pueden esperarse de la Eurocámara medidas de impacto inmediato, pero sí hay mucho margen para normas de gran importancia en el largo plazo'.

Mucho del poder de Europa procede sin embargo de la vía indirecta de los gobiernos nacionales, que, a través del Consejo, mantienen el control del proceso de construcción europea. Aquí, el predominio del centro-derecha es todavía más apabullante que en la Eurocámara: el último ciclo electoral ha acentuado el giro conservador del continente con la llegada de la derecha al Gobierno en Alemania, Italia y Suecia, entre otros.

Las elecciones europeas son también una oportunidad para votar contra el Gobierno nacional y en varios países el partido de oposición encabeza los sondeos, pero la tendencia general a la derechización parece reforzarse aún más: la derecha gana en los principales feudos que le quedan a la izquierda -España, Reino Unido, Hungría- y en algunos países donde gobiernan los conservadores la oposición que emerge es también de derechas, como en Holanda (extrema derecha), Estonia e Irlanda.

Pese a que la tendencia a votar contra el Gobierno es común, el único Ejecutivo que se tambalea como consecuencia de estos comicios es el laborista británico, humillado también por las municipales que se celebraron de forma simultánea. El neolaboralismo de Blair y Brown se ha parecido a menudo al neoliberalismo, pero sus dificultades son un nuevo revés para el centro-izquierda.

La reelección en el aire

José Manuel Durão Barroso, el único superviviente de la foto de las Azores, sigue en su puesto al frente de la Comisión Europea y acaricia la reelección
con el apoyo de parte de la izquierda. Pero su cargo depende también de las elecciones: un triunfo global de las fuerzas progresistas dificultaría que el Consejo proponga su reelección y, sobre todo, que la nueva Eurocámara le ratifique en el puesto.

Los socialistas no han presentado por ahora candidato alternativo y algunos de sus dirigentes, como el español José Luis Rodríguez Zapatero, han avanzado que apoyarán su reelección. Zapatero esgrime la carta ibérica de intereses comunes para justificar su respaldo al político portugués, a pesar de que la decisión supone un torpedo en el argumentario de campaña del PSOE en la medida en que Barroso comparte familia política con Jaime Mayor Oreja, que los socialistas españoles presentan casi como de extrema derecha.

'En la política europea, las claves nacionales e intereses geográficos son en ocasiones tan importantes como la pugna ideológica', apunta Torreblanca, del ECFR, y añade: 'La dinámica de consenso que rige la UE hace que, si los socialistas buscaran un candidato alternativo, probablemente necesitarían encontrar a alguien que en realidad se parecería mucho a... Barroso'.

Pese a ello, Barroso se la juega en estas elecciones. 'Su puesto está en juego', sostiene Molina, del Instituto Elcano. 'No es previsible que gane la izquierda, pero no es imposible. En tal caso, los socialistas presentarían un candidato propio con posibilidades de ganar', remacha. El apoyo mismo de Zapatero quedaría entonces en entredicho porque la promesa parte del escenario de que la izquierda no presentará candidato.

Según Youngs, de Fride, ni siquiera un triunfo de la derecha garantiza la continuidad de Barroso en el largo plazo. 'Estamos en un momento de wait and see, a la espera del referéndum de Irlanda sobre el Tratado de Lisboa, que incluye por primera vez la figura de un presidente permanente. Barroso podría seguir en su puesto de forma temporal hasta que se aclare la situación', opina.

Un altavoz en Bruselas

El xenófobo British National Party ni siquiera sueña con sentar a un diputado en Westminster, pero ya prepara su desembarco en Bruselas. Y allí coincidirá con el ultra Partido de la Libertad (PVV), dirigido por Geert Wilders, que ha quedado segundo en Holanda, con los diputados del Frente Nacional, que no tiene escaños en París pero sí en Bruselas, del Movimiento por una Hungría Mejor, que despliega milicias uniformadas en las calles de Budapest, y los extremistas del Gran Rumanía de Vadim Tudor, entre muchos otros.

La baja participación y la ley electoral -que veta el sistema mayoritario e impide subir por encima del 5% el umbral para ser elegido- da alas a la extrema derecha, que pese a ser antieuropeísta ha convertido la Eurocámara en su mejor -y a menudo único- altavoz. Según las estimaciones de predict09.eu, la extrema derecha logrará los mismos escaños que en 2004 (45), pero su influencia será mayor en la medida en que ha disminuido el número de escaños, lo que puede empeorar aún más la imagen de la Eurocámara.
'Muy preocupante'

'Desde el punto de vista legislativo, su incidencia es irrelevante porque es imposible que se pongan de acuerdo: la extrema derecha se construye a partir del odio a otro grupo, con lo que es muy difícil, por ejemplo, que los rumanos pacten con los italianos, que les insultan', opina Vaquer. 'Sin embargo, -añade- es muy preocupante que estos grupos que no están en ninguna institución importante encuentren un altavoz permanente precisamente en la Unión Europea'.

Cuanto mayor sea la abstención, más posibilidades tienen de sentarse en la Eurocámara. Torreblanca trata de encontrarle el lado positivo, pese a lo 'desgraciada' que puede resultar su elección: 'A lo mejor puede hacer reaccionar a gente ahora dormida para que defiendan sus valores y no den por hecho que lo que tenemos está garantizado'.

Socialdemocracia en crisis

La socialdemocracia no sólo es incapaz de rentabilizar la crisis del neoliberalismo, sino que en estas elecciones ve amenazada incluso su hegemonía en el campo mismo de la izquierda en plazas emblemáticas como Francia.

Nunca desde la caída del Muro de Berlín había sumado la izquierda alternativa tanto apoyo como el que auguran los sondeos en algunos países, aunque se trata de opciones que proceden de familias políticas muy distintas entre sí, como el ala izquierda del socialismo, el comunismo postsoviético, el trotskismo, el ecologismo y el movimiento antiglobalización.

En Francia, los sondeos dan al Partido Socialista de Martine Aubry (en la foto), muy dividido también en asuntos europeos, el 19% de los votos, mientras que todos los grupos a su izquierda suman el 26%. Eso sí, fragmentados en al menos cuatro opciones distintas.

Aunque en España no se percibe, no se trata de un fenómeno aislado: en Grecia, las encuestas auguran al socialdemócrata PASOK el 35% y las diversas familias de la izquierda alternativa llegarían por separado al 25%. En Portugal, los socialistas bajarían al 36%, mientras que los alternativos se repartirían el 18%. Y en Alemania, los socialdemócratas deberían conformarse con el 25%, mientras que el 18% votaría a opciones a su izquierda (Verdes o La Izquierda). 'La socialdemocracia europea está en crisis: no sólo retrocede, sino que a veces parece que no existe', asegura Torreblanca.

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