Este artículo se publicó hace 17 años.
España reclama la entrega de dos de los tres presos de Guantánamo devueltos al Reino Unido
Dos de los tres residentes británicos devueltos ayer al Reino Unido tras su liberación de Guantánamo (Cuba) fueron detenidos hoy a petición de España, que los reclama en relación con presuntos delitos terroristas, y luego puestos en libertad bajo fianza.
Jamil Abdul Latif Al Banna, de 45 años, y Omar Deghayes, de 38, quedaron en libertad condicional tras comparecer ante el Tribunal de Westminster (centro de Londres), lo que les permite reencontrarse con sus familias después de haber pasado hasta cinco años sin verlas.
Los dos individuos, requeridos por las autoridades españolas por su presunta pertenencia a una célula de Al Qaeda en España, tendrán que volver a presentarse el próximo 9 de enero para una vista de extradición ante el mismo tribunal, encargado de los casos de terrorismo en el Reino Unido.
Además de la fianza, fijada en ambos casos en 50.000 libras (unos 69.500 euros), ambos tendrán que cumplir un toque de queda, vivir en sus residencias habituales en Londres y llevar un dispositivo electrónico.
Al Banna, Deghayes y Adennour Samuer, quien fue puesto hoy en libertad sin cargos, llegaron anoche al Reino Unido tras ser liberados de Guantánamo, donde han permanecido recluidos durante varios años sin ser acusados ni sometidos a ningún juicio.
Las autoridades estadounidenses habían acusado al primero de financiar y reclutar miembros para Al Qaeda, al segundo de asociación con esa red terrorista y al tercero de asistir a campos de entrenamiento de terroristas en Afganistán.
Al Banna ha sido reclamado por la Justicia española para que se someta a juicio por su presunta pertenencia a la célula de Al Qaeda, según comunicó al tribunal durante la vista celebrada hoy la representante legal de España, Melanie Cumberland, que solicitó que no se le concediera la libertad bajo fianza.
El detenido está acusado de haber reclutado presuntamente a gente para ir a luchar a Afganistán e Indonesia y de recibir y distribuir propaganda extremista, de acuerdo a la intervención de la fiscal, de la que se hace eco la agencia británica de noticias PA.
El abogado defensor, Edward Fitzgerald, aseguró que no existía "ni la más mínima prueba" contra su cliente y arguyó que las autoridades estadounidenses en Guantánamo habían llevado a cabo una exhaustiva investigación sobre su cliente y habían concluido que no representaba una amenaza ni para EEUU ni para sus aliados.
Tras quedar el libertad, Al Banna agradeció "a todo el mundo" su ayuda, tanto a los ciudadanos británicos como al Gobierno británico y a sus abogados, y después confesó sentirse "cansado" y expresó su deseo de volver a casa para ver a sus hijos.
Posteriormente, el hombre tuvo un emotivo reencuentro con su mujer y sus cinco hijos, el primero desde el 2002, cuando fue detenido en África y entregado a las autoridades estadounidenses.
En la segunda vista, la representante de España comunicó al tribunal que Deghayes estuvo presuntamente relacionado con uno de los hombres implicados en los atentados de Madrid del 11 de marzo del 2004.
De acuerdo con su defensa, el hombre, que en virtud a las condiciones para su liberación no podrá solicitar o poseer documentos de viaje, fue detenido en 2002 en Pakistán, donde fue torturado, y llevado a la base aérea de Bagram, en Afganistán, antes de ser enviado a Guantánamo.
Según los medios de comunicación británicos, la actriz británica Vanessa Redgrave ha contribuido, junto con otros activistas, a pagar la fianza de ambos hombres.
"Estoy contenta de estar viva para ser capaz de hacer eso. Guantánamo es un campo de concentración", dijo la actriz.
Al Banna, Deghayes y Samuer llegaron anoche al aeropuerto de Luton, al norte de Londres, en un vuelo chárter acompañados por agentes de la brigada antiterrorista de la Policía Metropolitana y un médico, informaron fuentes de esa fuerza.
Su liberación, junto con la de otros dos residentes británicos, fue solicitada en agosto pasado por el Gobierno de Londres, que dio así un giro a su política exterior con respecto a Guantánamo, ya que hasta entonces se había negado a intervenir en casos que no afectasen directamente a ciudadanos británicos.
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