El Gobierno y la oposición de Zimbabue comenzaron hoy sus respectivas campañas electorales para los comicios del 29 de marzo con actos públicos en los que surgieron insultos recíprocos y confianza en la victoria de cada parte.
En los comicios aspira a ser reelegido el presidente Robert Mugabe, en el poder desde la independencia de esta ex colonia británica, en 1980, y al frente del régimen africano más aislado internacionalmente.
Mugabe, en un acto que encabezó en la población de Beitbridge, en la frontera con Sudáfrica, dijo que su partido, ZANU-PF, alcanzará una cómoda victoria en los comicios de marzo próximo, a pesar de que el país atraviesa la crisis económica más grave de su historia.
El gobernante, que el pasado jueves cumplió 84 años, atacó duramente en su discurso ante miles de seguidores a sus dos principales rivales en las urnas, el dirigente de la oposición Morgan Tsvangirai y al ex ministro de Finanzas Simba Makoni.
Sobre Makoni, miembro del "politburó" de ZANU-PF hasta que fue expulsado del partido tras anunciar su candidatura presidencial, Mugabe dijo que es un "sapo que está intentando inflarse hasta conseguir el tamaño de un buey".
"Va a estallar", añadió.
Makoni, de 58 años, aspira a ganar el apoyo de los zimbabuenses que venían apoyando a Mugabe pero que están desencantados con la forma con que está gobernando el país.
El jefe de Estado, en su mitin, dijo que Tsvangirai, presidente del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), era una "marioneta" del Reino Unido y de Estados Unidos, naciones a las que Mugabe acusa de intentar aislar a su régimen.
La Unión Europea, Estados Unidos y otros países mantienen sanciones económicas y políticas contra Mugabe y sus partidarios por las violaciones a los derechos políticos y de información en el país.
Según versiones publicadas en la vecina Sudáfrica, la fiesta de lanzamiento de la candidatura presidencial de Mugabe fue financiada con una recaudación de 3 billones de dólares zimbabuenses, el equivalente a cerca de un millón de dólares al cambio paralelo.
Mientras tanto, el MDC dio también comienzo a su campaña electoral desde la ciudad oriental de Mutare, uno de sus bastiones políticos.
Tsvangirai, candidato presidencial de la principal facción del MDC, afirmó que Mugabe dirige el país como una dictadura y agregó que su fuerza política "es la voz legítima del cambio democrático".
"Robert Mugabe es uno de los mayores tiranos del siglo XXI", afirmó Tsvangirai, que pidió a la comunidad internacional que apoye a Zimbabue sólo cuando Mugabe salga del poder.
La otra facción del MDC, menor que la de Tsvangirai, parece inclinada a apoyar en los comicios de marzo al ex ministro Makoni. Aunque oficialmente no ha expresado aún ese respaldo, no ha presentado un candidato presidencial propio en el plazo fijado.
Mugabe parece especialmente molesto por la candidatura de Makoni porque surge de las filas oficiales y, al margen de los insultos que le dedicó hoy, el jueves pasado llegó a calificarlo de "prostituta".
"Pero una prostituta lo podría hacer mejor que Makoni, porque ella tiene clientes", agregó Mugabe en una entrevista con la televisión pública, haciendo alusión a la falta de un partido político que respalde las aspiraciones presidenciales de Makoni.
Zimbabue llega a las elecciones de marzo con la peor crisis económica de la historia.
La inflación es la mayor de todo el mundo (100.000 por ciento al cierre de enero pasado), el desempleo llega al 80 por ciento de la población económicamente activa y centenares de miles de zimbabuenses han emigrado para poder sobrevivir.
Muchos de ellos cruzan a diario precisamente la población de Beitbridge, donde hoy dio su mitin Mugabe, con la intención de buscar nuevas oportunidades en Sudáfrica.
Aunque Mugabe ha perdido popularidad por la crisis económica que atraviesa el país, la peor en su historia, la oposición cree que el gobernante será reelegido gracias a la maquinaria del Estado que le permite, como en el pasado, adulterar el resultado de la votación.
La oposición zimbabuense estaba pidiendo un aplazamiento de los comicios del 29 de marzo para poner en vigor las reformas constitucionales que fueron aprobadas en un diálogo que mantuvieron hasta fines del año pasado el Gobierno y oposición.
Esas reformas, según analistas zimbabuenses, iban a permitir tener unas elecciones razonablemente limpias, pero se necesitaba tiempo para aprobarlas.
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