Este artículo se publicó hace 12 años.
El colorista imaginario de Kirchner, por primera vez en España
El arte experimental e innovador del alemán Ernst Ludwig Kirchner, precursor del movimiento expresionista, se ha reunido por primera vez en España en una completa retrospectiva que abarca la totalidad del colorido imaginario de este artista integral.
La muestra, organizada por la Fundación Mapfre y expuesta en sus salas de Madrid, refleja el absoluto dominio del color del artista alemán y su continua búsqueda de técnicas, estilos y formas de innovar a través del arte.
Pintor, escultor, autor de obra gráfica, dibujante, arquitecto, fotógrafo, editor e historicista del arte. Todas esas facetas cultivó Kirchner a lo largo de su prolífica y atormentada vida (1880-1938), representadas ahora en esta antológica de Madrid a través de 153 óleos, obras sobre papel y esculturas.
Autodidacta, el artista alemán no necesitó viajar para formarse artísticamente y conocer bien la obra tanto de los clásicos como de sus contemporáneos, apuntó hoy la comisaria de la muestra, Karin Schrick, directora del Kirchner Museo de Davos (Suiza), del que proceden la mitad de las obras expuestas en la Fundación Mapfre.
La exposición permite explorar en profundidad todas las etapas y medios del artista, uno de los máximos representantes del expresionismo alemán, desde sus inicios en Dresde (Alemania) en 1905, año en el que funda el grupo "Brücke", hasta su retiro en los Alpes suizos (1925-1938), en una época en la que adopta un lenguaje abstracto siempre dominado por la fuerza del color.
De la primera época (1905-1911) quedan sus retratos y figuras, siempre inspirados en el primitivismo y el sentimiento interior, con influencias de grandes maestros como Vag Gogh y Matisse, aunque siempre, según Karin Schrick, con un estilo propio, basado en largas y fluidas pinceladas de colores vibrantes.
Durante su estancia en Berlín (1911-1915) cultiva un lenguaje rotundamente expresionista de formas angulosas, colores estridentes y radicales contrapicados de figuras, cuya fuente de inspiración encuentra en las calles de la gran ciudad.
De esta etapa sobresale su dominio de las técnicas, con el empleo del grabado y el dibujo, muchos de los cuales aparecen en sus cuadernos de trabajo, en una época en la que da un gran impulso a la escultura, trabajada en diversos materiales, como complemento de sus manifestaciones artísticas.
Junto al mar Báltico, Kirchner realiza numerosos desnudos al aire libre, un tema recurrente de su producción que muestra su ideal de unión entre hombre y naturaleza, aunque sus obras de estos años aparecen impregnadas por una marcada deformación y ansiedad que revela una inquietud personal y psíquica que le llevará a una fuerte crisis nerviosa.
El exceso de trabajo, su vida desorganizada y el excesivo consumo de drogas minaron la salud del artista, a pesar de su éxito social y artístico, que permaneció ingresado largos periodos en distintos sanatorios de Alemania y Suiza.
Pero el artista transforma la enfermedad en creatividad, y es en esta etapa cuando produce algunas de sus obras más sorprendentes, con angustiosos autorretratos y recurrentes pinturas de médicos, enfermeros y pacientes.
En 1917 llega por primera vez a Davos (Suiza), dónde se establece definitivamente y comienza a retratar la vida campesina de los paisajes alpinos, con sus montañas azules y verdes, sus típicas casas y coloridos campos llenos de flores plasmadas en composiciones más sosegadas y de colores más tamizados.
La última sección de la exposición abarca el periodo que va desde 1925 a 1938, en el que el alemán adopta un lenguaje abstracto y ornamental que entrelaza la imaginación con la observación de la naturaleza y en el que se aprecia su cercanía estética con Picasso, Léger o Le Corbusier.
En Davos, este artista visual sigue con preocupación el ascenso del nazismo, la incautación de muchas de sus obras por parte de los nazis de los museos alemanes al etiquetarlas de "arte degenerado", y la anexión de Austria por parte de Alemania en 1938.
Todo ello le lleva a sospechar una posible invasión de Suiza, por lo que Kircher destruye entonces parte de su obra y se suicida el 15 de junio de 1938.
La muestra, que se podrá ver en Madrid hasta mediados de septiembre, se completa con un programa educativo que incluye visitas-taller dirigidas a colegios y familias.
Concha Carrón.
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