Este artículo se publicó hace 14 años.
Cineastas descubren la fuente perdida del acueducto de Roma
Dos cineastas británicos creen que han resuelto un misterio que ha seducido a los arqueólogos durante siglos: la fuente del acueducto de hace 1.900 años que abastecía la antigua ciudad de Roma e incluso al Vaticano en sus orígenes.
El equipo formado por Edward y Michael O'Neill (padre e hijo) descubrió una serie de túneles y embalses por debajo de una capilla abandonada cerca del lago Bracciano, a 32 kilómetros de Roma, mientras hacían un documental sobre los acueductos romanos.
Creen que el acuífero fue la principal fuente del Aqua Traiana, un gran acueducto construido construido por el emperador Trajano en el 109 D.C., que daba energía a los molinos de harina de la antigua Roma y suministraba al área cercana al Tíber donde fue construida la Basílica de San Pedro en el siglo cuarto.
"El agua de este sitio habría abastecido al Vaticano en sus principios y se habría usado para bautizar a algunos de los primeros cristianos", dijo Edward O'Neill a Reuters.
El acuífero, que ahora forma parte de una granja de cerdos, se creyó durante mucho tiempo que pertenecía a la época medieval. Sin embargo, después de descubrir un documento del siglo XVII en los archivos del Vaticano en relación con el sitio, los O'Neills empezaron a creer que era mucho más antiguo.
Utilizando largas escaleras de hierro para descender al fondo de la red de agua, los O'Neills identificaron rápidamente el característico ladrillo-diamante, conocido como "opus reticulatum", utilizado por los ingenieros romanos.
El hallazgo fue corroborado por Lorenzo Quilici de la Universidad de Bolonia, un experto en acueductos antiguos. Quilici identificó el complejo de embalses y la capilla de la Virgen de las Flores que se encontraba encima, y que formaba parte de un gran templo antiguo dedicado a las deidades del agua de la mitología clásica.
El Aqua Traiana fue uno de los 11 grandes acueductos de Roma, parte de una red que se cree medía 500 kilómetros. Tomaba el agua de los manantiales en torno al Lago Bracciano y se dirigía al sur, entrando en Roma por la colina occidental del Gianicolo, donde estaban los molinos de harina que hacían el pan de Roma.
El acueducto gigante cayó en desuso en la época medieval pero en 1612 lo revivió Pablo V para suministrar agua al área que rodeaba el creciente Vaticano, y lo rebautizó con el nombre de Aqcua Paola.
Sin embargo, Pablo fue incapaz de utilizar el agua del complejo hidráulico bajo la capilla de la Virgen de las Flores porque se había hecho con él un duque local, como demuestra el documento aparecido en los archivos del Vaticano.
Así que el Papa ordenó que el acueducto se nutriese de las aguas tomadas directamente del lago, que eran de peor calidad.
"A día de hoy, si algo no es muy bueno, los romanos dirán que es tan bueno como el agua de Acqua Paola", dijo O'Neill, que espera conseguir financiación para una excavación arqueológica completa del sitio.
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