Este artículo se publicó hace 15 años.
Calatrava tiene por fin su catedral de acero
Lieja inaugura mañana la estación de Guillemins, envuelta en críticas por sus costes, retrasos y cambios
A Santiago Calatrava le gusta comparar su nueva estación de tren en Lieja (Bélgica) con una catedral gótica. Según él, es la reinterpretación de la herencia del siglo XIX, cuando "las máquinas a vapor exigían grandes volúmenes" para no asfixiar a la gente. Su nuevo templo se inaugura mañana y pretende ser un "descanso" en "la rutina cotidiana", declaró recientemente a la prensa belga. Tiene unas medidas acordes con su inspiración: 32.000 metros cuadrados de superficie cubierta, 10.000 toneladas de esqueleto metálico de acero y una bóveda de vidrio y hormigón de 40 metros de altura.
Los tiempos también se corresponden. Desde que Calatrava ganó el concurso internacional hasta la inauguración, los 36.000 pasajeros que diariamente utilizan la estación han esperado 12 años. La demora se debe a las múltiples modificaciones del proyecto que, paradójicamente, han dotado a la ciudad más importante de Valonia de una estación de alta velocidad.
La estación no tiene fachadas claras y en su dibujo se han evitado las líneas rectas. Así, el autor ha querido trasladar la sensación de inmediatez y movimiento propias de una estación en constante conexión con París, Bruselas y Colonia. Sin embargo, sus costes, que han tenido que ser ampliados en varias ocasiones hasta duplicar los 200 millones inicialmente presupuestados, y la falta de previsión en el diseño han generado críticas de políticos,arquitectos y ciudadanos.
"Calatrava no ha pensado en la durabilidad del hormigón, que en algunas partes ya se ha gastado desde que comenzó a construirse", asegura a Público Veronica Cremasco, arquitecta y diputada verde en la región valona. "Es una obra de arte contemporánea, pero no está preparada para la lluvia belga, no tiene un sistema de filtrado adecuado y la gestión de la energía no tiene en cuenta el desarrollo sostenible".
Protestas en MonsJunto a su compañera de partido, Juliette Boulet, diputada federal, confía en parar un proyecto del mismo autor en la ciudad de Mons, en la misma región, que adolece según ella de los mismos defectos que la catedral del autor valenciano. "No queremos que la erosión y las modificaciones de la pasarela que va a construir acaben costándonos tanto como la estación de Lieja", lamenta Boulet, quien recuerda que los planes iniciales de Calatrava se vieron modificados al calcular mal la porosidad de la tierra para los cimientos y terminaron con las denuncias de asociaciones de discapacitados por su falta de adaptación a las necesidades especiales.
Una gran ceremonia presidida por el primer ministro bautizará mañana la catedral de acero, ubicada donde se levantó la estación de Guillemins en el siglo XIX que inspira a Calatrava. El edificio, que no dejó de funcionar durante los 12 años de obras, legará su nombre a una obra con vocación de crear, según su autor, "un clima de monumentalidad íntima" permanente.
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