Este artículo se publicó hace 14 años.
La bofetada
La salida del consejero es el colofón de una larga crisis reprimida del Gobierno de la Comunidad de Madrid
¿Se imaginan ustedes qué puede decir Esperanza Aguirre en una conversación privada sobre Juan José Güemes? En otros términos: si, como ha dicho Alberto Ruiz-Gallardón, el micrófono ante el cual la presidenta de la Comunidad de Madrid calificó de hijo de puta a un conmilitón reflejaba la "autenticidad de los sentimientos", ¿cuáles son sus sentimientos auténticos respecto a Güemes?
Les voy a dar una pista. El pasado 3 de noviembre, Mariano Rajoy convocó una reunión del comité ejecutivo del Partido Popular para abordar uno de los enfrentamientos faccionales más violentos de su historia entre Esperanza Aguirre e Ignacio González, de un lado, y Alberto Ruiz-Gallardón y Manuel Cobo, del otro, en torno a la lucha por el poder en Caja Madrid, con los choques entre Madrid y Francisco Camps como telón de fondo.
Güemes siempre ha aparecido como el enfant chéri de Aguirre
Aguirre decidió no acudir. Juan José Güemes defendió su posición dentro de la reunión, Francisco Granados, fuera, ante los medios de comunicación, ya que no es miembro del comité. Una vez que Esperanza recibió toda la información de lo que pasó dentro de la reunión, llegó a una conclusión: Güemes no había estado a la altura. En cambio, Granados, con sus virulentas declaraciones a los medios, se había situado en su sitio. Y no se la quedó para sí misma. Hizo este comentario: "Paco Granados ha estado en su sitio, como siempre; y Juanjo Güemes, como siempre, ha estado pasteleando. Se cree que por ser yerno de quien es eso es suficiente Y eso no basta en política".
Es curioso: Güemes siempre ha aparecido de cara a la opinión pública como el enfant chéri de Esperanza Aguirre, la mujer que le llamó en un día lejano para formar equipo en la Comunidad de Madrid y que durante todos estos años lo trataba, en público, de forma maternal. Pero, después de los últimos incidentes con micrófonos milagrosamente abiertos y comidas privadas, los españoles saben que la "autenticidad de los sentimientos" brilla en lo que es la escenificación mediática por su ausencia total. Esa autenticidad es la que hay que buscar en conversaciones privadas, matizaciones en confianza y cenas distendidas.
La salida de Güemes es el colofón de una larga crisis reprimida del Gobierno de la Comunidad de Madrid, una crisis que Aguirre buscaba resolver una vez que se consumara la operación de nombrar a su número dos, el vicepresidente Ignacio González, en la presidencia de Caja Madrid. Pero ese plan se frustró porque Rajoy dijo "no pasará" sobre la candidatura de González. Y si para ello resultaba necesario aprovechar el interés de Rato por presidir la entidad financiera, es decir, estrangular con la cuerda de Rato la oportunidad de González, pues ningún problema.
Junto a RatoGüemes, que se ha formado con Rato, no vivió en el mejor de los mundos en aquellos días de la guerra de Caja Madrid. Pero, paradójicamente, el triunfo de Rato suponía la permanencia de González junto a Aguirre. Y Güemes convivía con elegancia, pero no sin dificultades, con los guardianes de la presidenta. Es decir, con Paco Granados y con González.
¿Hubo algún incidente de última hora? ¿Alguna sorpresa en las últimas horas? Ciertas personas informadas del PP sostienen que se trata de una larga secuencia de hechos que Güemes había incorporado con la ilusión de que en cierto momento podría saltar a un papel más relevante junto a Esperanza Aguirre. Fue leal a la presidenta incluso en los peores momentos de la cruzada absurda, temeraria y enloquecida de su antecesor, Manuel Lamela, contra Luis Montes y su equipo del hospital Severo Ochoa de Leganés, cuando en público defendió las actuaciones mientras que en privado (otra vez la "autenticidad de los sentimientos" de que habla Ruiz-Gallardón) era capaz de criticar el fundamentalismo de su compañero de partido, cuyos antecedentes, por otra parte, conocía bien de su paso por el Ministerio de Economía. Porque ¿a que os dice algo aquella falsedad impulsada por Rato en el ministerio nada más llegar al Gobierno en 1996 sobre el presunto fraude fiscal de los 250.000 millones de pesetas "tolerado" por el PSOE? Pues fue obra de Lamela y de Pilar Valiente. Y Güemes estuvo allí para verlo.
Güemes ha sorprendido a Aguirre con su dimisión irrevocable. El ahora ex consejero fue nombrado miembro del comité ejecutivo nacional en el congreso de Valencia precisamente cuando Ignacio González, por cuestionar el liderazgo de Rajoy, salió del mismo. Cuando Esperanza habla de Güemes como el "yerno de quien es", insinúa de facto que el apoyo de su suegro, Carlos Fabra, a Rajoy le ha permitido precisamente ingresar en el comité ejecutivo nacional del PP. Y en ese comité seguirá mientras vive aparcado en el Instituto de Empresa durante cierto tiempo.
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