Este artículo se publicó hace 15 años.
Beltrán (AI) afirma que "hay que juzgar a los responsables de la pobreza"
El director de Amnistía Internacional (AI) en España, Esteban Beltrán, quiere liderar una batalla para que los países eliminen en sus Constituciones la pobreza, como en su día se hizo con la esclavitud, y de esta forma se podrá juzgar a los responsables de que millones de personas mueran de hambre.
En una entrevista con Efe, Bertrán plantea cambiar radicalmente el debate de la pobreza "porque ahora está secuestrada por la economía", cuando debería incluirse en el ámbito de los derechos humanos.
"Hay que pelear para que en las Constituciones aparezca el término: queda abolida la pobreza", explica Beltrán, una teoría que defiende, a título personal, en su primer libro de ensayo "Derechos Torcidos", con el subtítulo "Tópicos, medias verdades y mentiras sobre pobreza, política y derechos humanos".
El autor muestra su sorpresa por que nadie haya sido llevado ante un tribunal para responder de las violaciones de derechos humanos que sufren dos tercios de la humanidad, que no tienen donde acudir para reclamar su derecho a la educación, a la salud o a no morir de hambre.
"No puede estar todo basado en la voluntariedad, ahora aumento la ayuda y otro año la reduzco. Los porcentajes de ayuda al desarrollo no están hechos por leyes y el lenguaje que se utiliza es puramente económico porque no se lo plantean como un derecho", asegura.
Para Beltrán, hay que demostrar la voluntad política de enfrentar la pobreza legislando, "porque cuando se violen deberán responder ante los tribunales".
Plantea un cambio de enfoque en la ayuda humanitaria, que cree que debe ser obligatoria y exigible, para los gobiernos y también para las empresas.
"La mayoría de la ayuda humanitaria llega donde hay tropas", opina, y en otras ocasiones se hace depender "de la política de inmigración".
Desde su experiencia de 25 años como defensor de los derechos humanos, Beltrán analiza en el libro el papel de las ONG y cree que no es una buena noticia que los gobiernos aumenten hasta el 0,7 por ciento del PIB la ayuda al desarrollo "porque domestica a las ONG".
"El Estado subcontrata una y otra vez en la sociedad civil sus responsabilidades para los últimos de la fila, y el ejemplo lo acabamos de ver con los centros de menores, que sólo uno de los casi sesenta, no está subcontratado".
Explica que en Inglaterra la mitad de la población da dinero a las ONG, 36 millones de personas, mientras que en España lo hacen unos dos millones y "eso se traduce en ONG menos beligerantes".
"Hay que intentar mantener una sociedad civil que presione a sus gobiernos para pedir cambios en las leyes y dejar de considerar la pobreza como una cuestión voluntaria", añade.
Una vez roto el mito de que la pobreza no puede eliminarse, Beltrán se enfrenta en su libro al de que la transición española fue un modelo para el resto del mundo.
"España y quizás la Unión Soviética son los únicos países del mundo que han mantenido hasta ahora el olvido como animal de compañía, mientras que en el resto, tanto en África, Europa o América, las sociedades han avanzado algo en reparación o en reconocimiento de la verdad", asegura Beltrán.
Lamenta que "el olvido haya sido la tónica general" y que después de 30 años de democracia no haya habido "reparación efectiva, ni verdad oficial".
Cree que la Ley de Memoria Histórica ha sido "un paso adelante, tímido, para reparar una injusticia histórica de dimensiones sobrecogedoras por la tragedia humana que representa", dice Beltrán, desde hace una década director de la sección española de Amnistía Internacional (AI).
"También es un mito decir que sufrieron de un lado y de otro, sí sufrieron, pero no tuvieron la misma atención. El 80 por ciento de los profesores perdieron su plaza universitaria y nadie les ha reparado. Fue un régimen terrible en materia de derechos humanos, si no lo hacemos vendrá alguien dentro de unos años a decir que fue una dictadura 'light' y quedaremos en manos de historiadores", opina.
Recomienda el libro a "todo el que quiera plantearse de nuevo las cosas, a las personas de las ONG que creen necesaria una reflexión, al Gobierno, a las empresas o a los que se organizan para pensar de otra manera diferente".
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