Este artículo se publicó hace 16 años.
La batalla de los sobres vacíos
Desde 1977, el voto en blanco no ha hecho más que crecer // Estos sufragios no van a parar al partido más votado
Un sobre vacío o con un papel en blanco en su interior tiene poco significado. Salvo cuando se deposita dentro de una urna electoral. En este momento, son múltiples las interpretaciones que pueden hacerse del denominado voto en blanco. En unas ocasiones, será descontento con las opciones políticas que se plantean. En otras, los programas electorales parecerán carentes de contenido… Hay tantas razones como personas que apuestan por esta alternativa.
En las últimas generales, el número de españoles que optó por esta alternativa fue de 407.795, el 1,58% de los votantes. Este mismo porcentaje de electores fue el que votó en blanco en 2000, cuando la cifra se ubicó en los 366.823. Desde 1977 el voto en blanco no ha hecho más que crecer.
Mitos a derribar
Los mitos que circulan sobre el voto en blanco son tan variopintos como las razones por las que los ciudadanos recurren a éste.
La más extendida es que si no se escoge partido se está dando apoyo a la formación mayoritaria. Se equivocan. “Es una creencia sin ningún fundamento”, señala Mónica Méndez, experta en comportamiento electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas. Tampoco son votos nulos. La legislación los considera votos válidos. Lo que ocurre es que,“a diferencia de los votos válidos a candidaturas, no entran en consideración en el reparto de escaños”, añade. Sí entra en juego a la hora de calcular la barrera del 3%, porcentaje de votos a partir del cual los partidos pueden optar a asientos en el Parlamento.
Precisamente para lograr que los votos en blanco tengan su representación en el Congreso nació Ciudadanos en Blanco (CenB), “un movimiento ciudadano crítico con la actual forma de hacer política”, según reza el tríptico que este partido ha preparado para la cita del 9 de marzo.
No es la primera vez que se ve la cara frente a las urnas. En las últimas elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid obtuvo 10.000 votos. Y en las pasadas generales contabilizó 40.000 sufragios a su favor. Fedro Galindo, responsable en Madrid de esta formación explica que llevan como exclusivo del programa que se modifique la ley electoral o se promulgue una nueva para que se computen los votos en blanco en igualdad de condiciones con los de las candidaturas. Con este planteamiento, se dejarían si ocupar los escaños que, por el número de votos en blanco emitidos, pudieran corresponderle.
Disolución
Galindo explica que la ambición de poder de los integrantes de esta formación es nula: “El partido se disolvería una vez se aprobara el voto blanco computable”. Este profesor de instituto jubilado, está convencido de que sus demandas pueden serle “muy últiles a la sociedad española en general”. En la declaración de intencions del partido, se enumeran más de una decena de razones por las que un elector puede verse conducido a votar en blanco. La corrupción, el paro y la falta de atención respecto al cambio climático figuran entre otros.
Preguntado sobre la existencia de iniciativas similiares en países de nuestro entorno, Galindo explica que en Francia, Bélgica, Holanda y Finlandia existen grupos de presión que intentan hacer ver a los cargos electos que si no cumplen sus promesas se les castigará con el voto en blanco.
CenB admite la participación de los ciudadanos que apoyen esta causa. Existen circunscripciones para las que todavía no han encontrado cabeza de lista. “El único requisito para estas personas es que rechacen la violencia”, manifiesta.
Coyuntural
Francesc Pallarés, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pompeu Fabra, interpreta estos sufragios como “una cierta desorientación de ciudadanos que apoyan el sistema democrático, pero que no acaban de encontrar un partido que les satisfaga”.
A su juicio, el voto en blanco “puede mantenerse una o dos elecciones”. Pasado este periodo de tiempo esas personas “se pasan a la abstención o se recuperan para otros partidos”, explica. Es una fase “coyuntural”.
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