Este artículo se publicó hace 15 años.
Bambi y Peggy despedazados ilustran una macabra metáfora sobre la violencia
Un Bambi seccionado en dos, una cerdita Peggy hecha picadillo y un Bugs Bunny atravesado por un tenedor sirven a la artista alemana Patricia Waller como metáfora artística de la malicia, la violencia y la inevitabilidad de los desastres.
Waller, que nació y vivió en Chile hasta los cuatro años, busca plasmar con sus figuras hechas de ganchillo tanto "la empatía como el regocijo macabro" que generan las desgracias ajenas, explicó hoy a Efe.
Las coloridas y maltratadas figuras de la artista forman parte de "Bad Luck" ("Mala Suerte"), la exposición que Waller exhibirá desde la próxima semana y hasta el mes de julio en la galería Deschler de Berlín, una alegoría de la vulnerabilidad de la vida, tanto la humana como la animal.
"Mis piezas son una muestra de la violencia que ejercemos, la que experimentamos y la que nos encanta consumir", señaló.
Personajes de cuentos de hadas, de cómics, de leyendas infantiles alemanas y del imaginario de Disney son mutiladas, aplastadas o trituradas como ofrenda al placer de la destrucción.
"¿Quién no ha deseado alguna vez que el lobo devore a Caperucita Roja?", reza el catálogo de la muestra.
Esa fascinación por la muerte y la atrocidad es, para la actriz, una de las características de la cultura contemporánea, marcada por la "hiperviolencia" exhibida por los videojuegos, la televisión y el cine que ha llevado al público a "perder su noción de la realidad del dolor".
Waller, de 47 años, ha optado por recurrir a figuras de la cultura pop claramente reconocibles para favorecer su "redescubrimiento" por parte del espectador pero también aprovecha para denunciar las "matanzas" que sufren animales anónimos en beneficio del bienestar y de un jardín bien cuidado.
Una ardilla aplastada por una pala y una liebre y un topo acuchillados demuestran, según la artista, que los propietarios de impolutas casas de veraneo pueden convertirse en verdaderos "asesinos en masa" con tal de proteger la integridad de sus terrenos.
Los chorros de lana roja que brotan de cabezas fracturadas, extremidades devoradas por animales salvajes y dedos seccionados son "una prueba más de que la sangre es uno de los motivos artísticos más antiguos de la historia del arte", según Waller.
"Sólo hay que recordar la cantidad de sangrientas imágenes de la Crucifixión de Cristo que se han pintado a lo largo de los siglos", apuntó la artista, que ha dedicado dos años a componer las figuras y fotografías que integran la muestra.
Bajo el epígrafe "Accidentes", la muestra repasa la infinidad de percances inesperados y brutales de los que se puede ser víctima.
Una maceta que se desprende de un balcón, una plancha arrojada por la ventana y un avión de juguete sin control pueden convertirse en armas mortales si uno se encuentra en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno.
"Creemos que tenemos controlada nuestra vida y ocurre algo que lo cambia todo. Los accidentes pueden pasar y pasan cuando uno menos se lo espera. Quiero manifestar lo indefensos que estamos ante los azares del destino", indicó.
Pese al doloroso estado en que se presentan al público y las torturas a las que la somete la artista, las figuras exhiben calma y tranquilidad en sus rostros de ganchillo, ya se trate del canario Piolín atrapado en la sopa del cocido, de un oso degollado por una serie o de un perro aplastado por un hueso gigante.
"Es la esencia de los antiguos dibujos animados, en los que un gato y un ratón se golpean e incluso matan continuamente el uno al otro pero siempre son capaces de recuperarse y seguir adelante", sostuvo.
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