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24 horas en Lugo: de vinos por una ciudad romana y medieval

Casi tan célebre como su muralla romana o como su Catedral, es la "calle de los vinos" de Lugo, que permite realizar un recorrido por el corazón de su casco histórico acompañados de ricos blancos y tintos de la tierra

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Arte y gastronomía. Patrimonio y ajetreo comercial. Tiempo para descubrir las huellas de los romanos pero también para disfrutar de los albariños, los blancos jóvenes, los vinos de Valdeorras o de la Ribeira Sacra... 24 horas en Lugo dan para mucho; sólo hay que organizarse y empezar temprano la jornada. Incluso, si es posible, antes de entrar en Lugo hay que dedicarle un tiempo a transitar por las orillas del Miño, para comprobar de qué manera este espacio, declarado Reserva de la Biosfera por su inmenso valor natural, ha definido la historia, la impronta y hasta el carácter de esta ciudad romana, Lucus Augusti, que fue fundada por Paulo Fabio Máximo en el año 15 ó 13 a.C.

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La visita bien puede comenzar a orillas del río, donde se encuentran el hotel Balneario, en cuyo interior se pueden visitar los restos de las termas romanas, y la "ponte vella" o puente viejo, de origen romano, que después de sus numerosas transformaciones a lo largo de los siglos, sigue siendo el paso principal del río para entrar en la ciudad. O para salir de ella siguiendo el trazado del Camino Primitivo de Santiago, que pasa por aquí después de atravesar la ciudad vieja de parte a parte.

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Visitar el Centro de Interpretación de la Muralla, que aloja también la oficina municipal de turismo, es de gran utilidad antes de iniciar la visita al casco histórico; además de ofrecer una valiosa información sobre el gran muro romano lucense, el centro orienta sobre todas las posibilidades de visita a la ciudad, incluidas las teatralizadas, que funcionan habitualmente entre julio y septiembre. Con estos datos en la mano, el recorrido por el adarve de la muralla, al que se accede, entre otros, por el acceso de la porta de Santiago, es obligatorio. Y toda una experiencia.

Junto a la porta Miñá, que es la que mejor se conserva de todas las puertas romanas de la ciudad, se encuentran la capilla del Carmen y la sala de exposiciones Porta Miñá, donde se exhiben algunas piezas tan imponentes como el valioso miliario fundacional de la ciudad, del siglo I a.C. Muy cerca, siguiendo en sentido inverso la señalización del Camino Primitivo de Santiago, o Vía Romana XIX, se llega hasta la praza Maior, donde coinciden la Casa do Concello o el Círculo das Artes.

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Para la tarde, quizás escaparse al sorprendente ninfeo romano de Santa Eulalia de Bóveda, a 14 kilómetros de la capital, pero sobre todo reservar una buena parte de nuestro tiempo para el Museo Provincial, donde las piezas arqueológicas y artísticas compiten con los restos arquitectónicos que se conservan del antiguo convento de San Francisco, donde se ubica.

 

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