Como 'moléculas que antes andaban dispersas' y que ahora confluyen y se ponen de acuerdo 'en lo esencial', porque lo ordena la pura 'excepcionalidad política', la crisis 'económica, institucional, social, política, internacional, ideológica y medioambiental'.
Se dice fácil. Pero tras esas palabras de un influyente miembro de la dirección de Izquierda Unida late la gran ambición que la federación acaricia de cara a su X Asamblea Federal, programada para los próximos 14 al 16 de diciembre en Madrid. No es otra que construir un 'proyecto de mayorías', un gran 'frente social y político que además de resistir a las políticas de austeridad, desarrolle un nuevo proyecto para el conjunto del Estado y un movimiento popular de amplia base para llevarlo a cabo'. O dicho de otro modo, IU ansía convertirse, tejiendo 'redes políticas y sociales' –esto es, alianzas– en una 'formación de masas y de mayoría social'. Dejar de ser una fuerza minoritaria para pasar a 'participar y organizar la rebelión democrática para disputar la hegemonía política, social, cultural e institucional al neoliberalismo'.
En la cúpula insisten en que no reeditan el 'sorpasso': se trata de disputar el poder al neoliberalismo
No es la primera vez que IU plantea su metamorfosis hacia una organización 'hegemónica'. Ya lo apuntó el coordinador federal, el pasado 21 de noviembre, empujado por unos resultados que habían enterrado la miseria de la sempiterna crisis electoral. Después la federación siguió dándole vueltas a la idea, y pespunteó ese objetivo en el último informe de gestión del líder, el pasado julio. Ahora culmina ese recorrido, esa definición, en la ponencia política que se discutirá en la X Asamblea, pero que antes tiene que pasar por el visto bueno del Consejo Político Federal de mañana. El documento, de 52 páginas y al que ha tenido acceso Público [consultar aquí íntegro], se explaya en desarrollar esa meta, un punto final que inevitablemente recuerda la experiencia de Syriza, la coalición de izquierdas griega que en los dos últimos comicios (mayo y junio) se consolidó como segunda fuerza política, a un paso de los conservadores de Nueva Democracia y por delante de los socialistas del Pasok. IU nunca ha esquivado los parecidos, aunque sus dirigentes sí advierten de que en España la edificación de un gran pacto se complica por la presencia de fuerzas de implantación autonómica.
'Queremos una IU útil para una mayoría social', proclama la federación desde el arranque. De tal aseveración fluyen varias preguntas. ¿A qué se llama mayoría social? La ponencia aclara que no es sólo la izquierda sociológica, los que se sienten de izquierdas. Es mucho más: son 'amplias capas sociales en contradicción de intereses hoy con el neoliberalismo: en primer lugar, para la clase trabajadora cuya existencia y protagonismo para salir de esta crisis ya nadie cuestiona, para aquellos que se consideran clases medias y que cada día asisten a su irreversible empobrecimiento, y también para muchos sectores de profesionales y pequeños y medianos empresarios' golpeados por la recesión. De ahí que IU aspire a representar no a una minoría, sino a 'millones' de personas.
La federación reconoce la contribución del 15-M para despertar a la sociedad
¿Y útil para qué? El texto no se cansa de repetir el objetivo: la 'rebelión democrática' contra el orden neoliberal y por una 'salida social a la crisis', una rebelión para 'movilizar, resistir' y hacer 'avanzar' las propuestas alternativas. Una rebelión para frenar el 'contraproceso constituyente' puesto en marcha por 'los neoliberales' y que busca el recorte de todos los derechos políticos y sociales conquistados con la Constitución.
En el proceso de movilización en España ha jugado un papel 'fundamental', para IU, el 15-M, ya que ha introducido una 'bocanada de aire fresco en el panorama social y político del país', recicló los temas de la agenda, trascendió todos los 'corsés' habidos hasta entonces y llegó 'para quedarse'. La federación insiste en que el movimiento debe seguir andando 'autónomo', como han de seguir siendo autónomos otros colectivos, partidos o sindicatos, pero sí se ha de intentar pasar de la 'coincidencia' a la 'convergencia de programas, estrategias y movilización'. Un protagonismo especial dedican los ponentes a las mujeres: juzgan necesario trabar alianzas con las organizaciones feministas y feminizar la propia IU.
Frente a la siega ejecutada desde arriba, desde el Gobierno del PP, desde Europa y desde organismos internacionales no elegidos por la soberanía popular –FMI, Comisión Europea, Banco Central Europeo–, IU propone un nuevo proceso constituyente, 'la construcción de un nuevo sistema constitucional, de una nueva legitimidad que el soberano, el pueblo, otorga a las nuevas instituciones del nuevo Estado, necesaria y evidentemente una República'.
Se trata de conectar con el ' sueño de un mundo en libertad y justicia', subraya el documento
IU entiende que para dar forma a esa gran ambición no se basta sola, aunque como fuerza en crecimiento, tiene una 'gran responsabilidad': promover e impulsar la convergencia con plataformas políticas y sociales para elaborar, juntos, un 'programa social alternativo', que contenga las principales propuestas en la que todos estén de acuerdo. Llegar al común denominador. A lo esencial que une y no separa: 'Una nueva agenda para el cambio social, conectando con el antiguo sueño de un mundo en libertad y justicia, sin represión, explotación, hambre o necesidad. El viejo sueño de todos los derechos humanos para todos y todas'. No se trata de resucitar la obsesión del sorpasso que alimentó Julio Anguita en los años noventa: el proyecto actual es más ambicioso, insisten en la dirección, no es sólo sobrepasar electoralmente al PSOE, sino 'plantar cara al neoliberalismo' y disputarle, directamente, 'el poder'.
¿Pero cómo se construye ese 'sueño'? El texto, coordinado por el responsable electoral, Ramón Luque, y nutrido de las aportaciones de otros dirigentes federales (José Luis Centella, Willy Meyer, Marga Ferré, Amanda Meyer, Fran Pérez...), está deliberadamente abierto, según sus redactores, porque 'ha de ser la asamblea la que escriba la hoja de ruta'. Se apunta, eso sí, lo que ha funcionado a IU en los últimos cuatro años, desde el último cónclave, un camino que se ha probado 'correcto': 'Estar en las luchas, elaborar un programa alternativo, abrirse a la sociedad, renovar el discurso y los cuadros, converger con otros en un frente por otro mundo posible'.
IU tiene claro que su actual configuración no le sirve para alcanzar el reto de mutar a una organización 'de masas'. Para ello, la dirección propone lanzar una 'verdadera revolución interna': evolucionar hacia un movimiento político y social más organizado y articulado, más poroso y flexible, con una militancia más activa, más paritaria.
IU se propone llegar a los 100.000 afiliados en un periodo de 4 años
El texto tampoco da demasiadas pistas de cómo acometer los cambios. Sí se apuntan algunas ideas: aumentar la afiliación –pasar de los 30.000 militantes actuales a los 100.000 en cuatro años–, desarrollar instrumentos de participación y elaboración política uniformes, fortalecer las asambleas de base, potenciar los referendos internos... El documento recoge el método de primarias para elegir candidatos, que ya existen en IU, pero no precisa su regulación, ni si conviene o no lograr que en ellas participen simpatizantes o votantes. No hay más precisión, de nuevo, porque ha de ser la X Asamblea la que ponga hilo a la aguja, para evitar que 'se codifiquen y encorseten los debates desde arriba', explican fuentes de la cúpula. Asimismo aparece una sutil referencia al conflicto con Extremadura: se conmina a respetar la federalidad, las competencias que cada estructura organizativa tiene. Que no suceda como en 2011, cuando Extremadura desobedeció la orden federal de no dejar gobernar al PP.
El techo de la X Asamblea está bien alto. Sin embargo, la cúpula cree que este es el momento idóneo, por la paz interna y la tranquilidad que infunde saberse como una fuerza al alza. 'Por primera vez en muchos años podemos discutir en profundidad, con tranquilidad, sin que se levanten suspicacias sobre nadie. Queremos situar anímica y psicológicamente a la organización con el chip de la mutación', analiza un dirigente.
El debate no agoniza el sábado. Aún quedan por delante tres meses hasta la X Asamblea. Y si algo ha demostrado estos tiempos convulsos de crisis es que 30, 60, 90 días son una eternidad.
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