Los portugueses han dado un voto de confianza masivo a la derecha para sacar al país de la peor crisis económica y social en décadas y salvarlo de la bancarrota. Pedro Passos Coelho, del Partido Socialdemócrata (PDS) de orientación neoliberal, es el gran triunfador de las elecciones generales de ayer en Portugal.
Los socialistas del primer ministro, José Sócrates, han pagado el precio por los problemas económicos y los recortes sociales que han puesto en marcha y que ha contrariado a su electorado habitual. Sin embargo, esta situación tampoco benefició a los partidos de izquierda más radicales. Los partidos progresistas en su conjunto suman alrededor del 40% en un país tradicionalmente inclinado a votar a opciones de izquierda.
El PDS se quedó corto de la mayoría absoluta pero puede gobernar confortablemente con el apoyo de los democristianos (CDS). Su líder, el populista y experiodista Paulo Portas, indicó anoche que está dispuesto a entrar en una coalición al ofrecer 'la disposición del CDS a apoyar una mayoría fuerte para los próximos cuatro años'. Durante la campaña especuló con la posibilidad de dar apoyos puntuales a un Gobierno del PDS en minoría. La estabilidad del nuevo Ejecutivo es clave para que Portugal se gane la confianza de los mercados que han castigado la economía lusa.
La victoria del PDS y el derrumbe del PS, que perdió 8,6 puntos, fueron mayores de lo que habían previsto los últimos sondeos. Los analistas en las televisiones lusas anoche coincidían en que muchos votantes optaron por garantizar un Gobierno con una mayoría estable para hacer frente a los duros ajustes y reformas que debe negociar con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio del rescate, cuyo monto asciende a 78.000 millones de euros.
El resultado es una victoria personal de Passos Coelho, que se ha comprometido claramente con las medidas impuestas por la llamada troika -Comisión, BCE y FMI-, mientras el primer ministro José Sócrates mantenía una actitud más ambigua durante la campaña, a pesar de que su Gobierno ya ha firmado un acuerdo que delinea las medidas que debe adoptar el país.
Para el PS de Sócrates, el resultado se aproxima a un fiasco, ya que quedó por debajo del suelo psicológico del 30%. Los socialistas, que han estado en el poder en 13 de los últimos 16 años, han sufrido un enorme desgaste. Sus dirigentes, visiblemente decepcionados, no dudaron anoche en echar la culpa a la crisis que ha obligado a la Administración de Sócrates a tomar unas medias muy impopulares entre su electorado.
Sócrates presentó anoche su dimisión como líder del partido. 'Asumo esta derrota como mía', dijo ante los militantes en un hotel lisboeta, y tendió la mano a Passos Coelho. 'Nunca como hoy el país necesita el compromiso de todos y el diálogo', dijo. Los votos del PS serán necesarios para hacer cambios constitucionales que requieren de dos tercios de los diputados.
También el declive de la izquierda radical fue mayor de lo que habían presagiado los sondeos. Los dos principales partidos a la izquierda de los socialistas, la CDU, una coalición entre comunistas y ecologistas, y el Bloco de Esquerda (BE), no lograron aprovechar el enorme descontento social con las medidas de recortes del Gobierno en respuesta a la crisis.
Mientras la CDU se mantiene en el 7,9%, el BE pierde casi la mitad de su apoyo, cayendo al 5,2%. En 2009 ganaron en conjunto el 17,7%. A diferencia de PS, PSD y CDS, estas dos formaciones se han posicionado en contra de la intervención por parte de la Unión Europea y el FMI y proponen como alternativa una reestructuración de la deuda pública, una posición que evidentemente no ha convencido a los votantes de izquierda.
Passos Coelho no tiene apenas tiempo para poner en marcha las medidas acordadas con la troika, que está metiendo mucha prisa. Y la medicina es muy amarga: recortes de gasto social y de las pensiones, un adelgazamiento considerable de las administraciones públicas, reforma del mercado laboral con un abaratamiento del despido y más medidas del recetario liberal ortodoxo.
El futuro primer ministro dio ayer una nota de optimismo a la salida del colegio electoral. 'Estamos en una etapa difícil, pero vamos a hacer los cambios necesarios y el país empezará a crear riqueza y crecimiento económico dentro de dos o tres años', dijo en inglés a un reportero alemán.
Con la izquierda en la oposición, muchos portugueses auguran que las medidas del ajuste van a provocar una gran contestación social. El fantasma de Grecia ya proyectaba su sombra sobre las elecciones portuguesas. El diario portugués Público dedicó ayer un amplio análisis comparativo de la situación en ambos países.
Y las imágenes televisivas de las manifestaciones en Atenas el sábado arrancaron un comentario al camarero de una terraza en la Avenida da Liberdade de Lisboa: 'Así será el futuro de Portugal'.
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